La organización Médicos Sin Fronteras (MSF) ha brindado
atención desde hace varios años a los miles de migrantes
centroamericanos que cruzan por México. De acuerdo con cifras de esta
agrupación, 68 por ciento de estos pacientes reportó haber sido víctima
de violencia durante su tránsito hacia Estados Unidos.
Asimismo, un tercio de las mujeres fue abusada sexualmente y una
cuarta parte de las consultas otorgadas a estas personas están
relacionadas con lesiones físicas o traumas intencionales.
En Nuevo Laredo, Tamaulipas, tan sólo en los dos últimos dos meses,
uno de cada cuatro pacientes atendidos por los equipos de salud mental
de MSF ha sido víctima de secuestro.
En el contexto de la cumbre del Pacto Mundial para la Migración, que
se celebró hace unos días en Marrakech, Marruecos, la presidenta
internacional de MSF, Joanne Liu, refirió que las personas de los países
del Triángulo Norte de Centroamérica huyen de la violencia y las
amenazas en sus lugares de origen
sólo para ingresar en un espeluznante ciclo de explotación y abuso. Las personas que viven allí están conscientes del sufrimiento que experimentarán al emprender el camino. Pero incluso el conocimiento de tales riesgos no los disuade.
Subrayó que las mujeres y hasta las niñas usan anticonceptivos porque
asumen que serán violadas durante su travesía a Estados Unidos.
Las personas se ven obligadas a elegir entre la violencia en sus países y la lejana posibilidad de un futuro lleno de esperanza.
Se calcula que cada año alrededor de 500 mil personas huyen de El
Salvador, Honduras y Guatemala, por lo que desde hace más de seis años
MSF ha ofrecido atención médica y sicológica a la población migrante y
refugiada en tránsito, constatando su vulnerabilidad y exposición a
episodios de violencia por parte de diferentes grupos delictivos en
México y de las autoridades, los cuales ocurren en total impunidad,
aseveró Sergio Martín, coordinador de MSF en el país.
La mayoría de ellos huye de la violencia, la extorsión y
reclutamiento forzado a manos de las grupos criminales y las maras que
operan en sus países; pero al cruzar por México en condiciones precarias
se exponen a asaltos, extorsiones, violencia sexual, trata de personas,
secuestros, tratos crueles, inhumanos y degradantes y tortura por parte
de delincuentes organizados que controlan sus rutas de paso.
Aunado a ello, el gobierno de Estados Unidos limitó aún más las
concesiones de asilo a los centroamericanos, lo que junto con la
lentitud para procesar las solicitudes en los pasos fronterizos,
construye un muro administrativo que aumenta la vulnerabilidad de esta
población, sostuvo.
Estamos hablando de población que necesita desesperadamente obtener medidas efectivas de protección y asilo. Muchos de ellos están en riesgo tanto en sus países de origen como en México, donde forzarlos a quedarse es inhumano e ilegal, manifestó.
Emir Olivares Alonso
Periódico La Jornada
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