La industria armamentística estadounidense ha visto como su negocio se ha triplicado desde la llegada a la presidencia de Barack Obama.
El pasado mes de octubre el Departamento de Defensa de los Estados Unidos firmó un acuerdo con Arabia Saudita por valor de 60.000 millones de dólares, considerada una de las ventas más importantes de la historia reciente en el sector.
En 2010, el Pentágono planteó ante el Congreso de EEUU una previsión de venta de armas a otros países que alcanzaría los 103.000 millones de dólares. La cifra supone un incremento espectacular, teniendo en cuenta que la media anual entre 1995 y 2005 se situó en 13.000 millones de dólares.
Como reconocen los propios directivos de las principales empresas armamentísticas del país, Boeing, Raytheon y Lockheed Martin, “Obama se ha mostrado mucho más favorable a las exportaciones de armas que ningún otro presidente demócrata”.
Por su parte, Jeff Abramson, subdirector de la Asociación de Control de Armas, cree que “la Administración Obama tiene montado un verdadero bazar de armas”.
Y es que el equipo de Obama se ha esforzado en facilitar las cosas para fomentar operaciones de gran envergadura como la de Arabia Saudita. El propio presidente intentó hace poco cerrar un acuerdo que estaba pendiente para la venta de aviones a India por valor de 4.000 millones de dólares.
Cuando Obama se convirtió en Presidente de EEUU, los organismos que protegen la proliferación de armas apuntaban a una caída del volumen de exportaciones. Al parecer se equivocaron.
Desde 2001, el Gobierno estadounidense ha duplicado el presupuesto que dedica a defensa, un gasto que ronda los 700.000 millones de dólares. Esta cantidad equivale prácticamente al gasto conjunto del resto de países del mundo.
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