Por Alfredo G. Pierrat
Managua, 27 mar (PL) La incorporación de Nicaragua a la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA) cobra cada día más importancia y se torna decisiva para el éxito del proyecto sandinista, y el progreso de esta nación.
Inmediatamente después de que Daniel Ortega asumiera la presidencia de la República, Nicaragua se incorporó en enero de 2007 a esa alianza de integración regional, fundada en tres años antes por Cuba y Venezuela, y que actualmente reúne a ocho países latinoamericanos y caribeños.
Desde entonces hasta la fecha, los proyectos de cooperación de Nicaragua con esos países, y particularmente con Venezuela, se han multiplicado, lo cual ha permitido a esta nación, considerada una de las más pobres del continente, avances significativos y una mejoría notable de las condiciones de vida de la población.
Válido citar, por ejemplo, los acuerdos alcanzados para el suministro de petróleo venezolano y la construcción de numerosas centrales de generación eléctrica, que elminaron los frecuentes apagones de hasta 14 horas que se registraban en el país, con las inevitables molestias a la población e importantes afectaciones a la economía.
De las utilidades de empresas establecidas en Nicaragua en el marco del ALBA, principalmente Albanisa, sale el financiamiento para los numerosos programas sociales que desarrolla el gobierno sandinista, dirigidos a mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables y empobrecidos de la población.
Así lo confirmó el presidente Ortega, cuando informó de la gestión del Gobierno durante el 2010, a principios de enero pasado.
Pero también en la economía, especialmente en la producción agropecuaria, en que la participación de Nicaragua en los proyectos de ese mecanismo de integración regional ha registrado una mayor incidencia, a partir de acuerdos suscritos con Venezuela, probablemente el país de mayor fortaleza económica de todos los que integran el ALBA.
En los últimos años, Nicaragua ha incrementado de manera sostenida los intercambios comerciales con Venezuela, lo cual ha permitido que las exportaciones pinoleras hacia esa nación suramericana hayan crecido de manera notable, abriendo un nuevo mercado para los productores nacionales.
Para la producción ganadera, el mercado venezolano actualmente está por encima del estadounidense, dijo el 23 de marzo último Paul Oquist, asesor de políticas públicas del gobernante nicaragüense.
De acuerdo con Oquist, del total exportado por ese sector el año pasado a Venezuela correspondieron 135 millones de dólares en carne y otros 10 millones en ganado en pie, mientras el total de las ventas a Estados Unidos fue de 80 millones.
El 44 por ciento de las ventas de carne de vacuno, uno de los principales rubros de exportación de Nicaragua, tuvo a Venezuela como destino, apuntó el funcionario.
El año pasado -dijo-, Venezuela pasó del lugar 32 en 2006, a convertirse en el segundo destino de las exportaciones nicaragüenses, y aclaró que el mercado venezolano no ha desplazado al estadounidense, sino que absorbió los incrementos de la producción nacional.
De acuerdo con datos proporcionados por Oquist y Ariel Bucardo, titular del Ministerio Agropecuario y Forestal (Magfor), las ventas de ganado en pie a Venezuela responden, sobre todo, a que los mataderos nicaragüenses están saturados y no pueden procesar los incrementos de la producción.
De ahí que esté actualmente en fase de preparación la construcción de dos nuevos mataderos, a través de la empresa Albalinisa, subsidiaria para los productos alimenticios de Albanisa, con financiamiento del Banco de Desarrollo de Venezuela y el Banco del ALBA.
Junto con la carne y el ganado en pie, Nicaragua es un gran exportador de productos lácteos, pero por carecer de capacidad de procesamiento, un millón de litros de leche se quedan en el campo cada día sin industrializar, según Pedro Haslam, director del Instituto de Desarrollo Rural (IDR).
Algo parecido ocurre con la producción de maíz, uno de los principales productos alimenticios de la dieta de los nicaragüenses, que se exporta en granos y luego se importa la harina.
Y es ahí donde ha entrado a desempeñar su papel el ALBA, pues ya están terminados los estudios de factibilidad y están garantizadas las fuentes de financiamiento para la construcción este año por Albalinisa de dos plantas de procesamiento de leche y una de maíz, para producir en el país leche en polvo y harina de maíz, respectivamente.
Si a todo esto se unen los beneficios recibidos en el orden social, se comprende mejor el por qué Ortega afirmó que la integración al ALBA es el eje del proyecto sandinista para Nicaragua y calificó a ese mecanismo de instrumento de justicia para progresar y salir de la pobreza.
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