Rubén Aguilar Valenzuela (*)
MEXICO DF - Al final, se cumplió lo negociado entre las cúpulas del PRD: que Jesús Zambrano asumiera la Presidencia del partido y Dolores Padierna la Secretaría General. Quienes intentaron desconocer lo acordado y descarrilar el proceso quedaron rebasados.
El acuerdo fue expresión de la fuerza que cada uno de los grupos tenía en el Consejo Nacional. Así, Zambrano obtuvo 154 votos, Padierna 111 y el candidato que Marcelo Ebrard impulsó de última hora, Armando Ríos Piter, 43. Está votación indicativa confirmó el estado de las fuerzas.
Los chuchos (Nueva Izquierda) nunca estuvieron en la condición de perder y los grupos afines a López Obrador (G-8) en la de ganar. Nadie, eso sí, obtendría las dos terceras partes que exigen los estatutos. No había más que negociar y la propuesta unificada de la nueva dirigencia obtuvo los votos necesarios (233 a favor y 36 abstenciones).
La tensión entre las fuerzas no se va a terminar. Representan dos versiones de la izquierda y la política, pero ninguna está dispuesta a romper. Ambas quieren los recursos, la marca, la historia acumulada. Las dos necesitan la plataforma para participar en la elección del 2012.
La situación es semejante a la de una pareja donde ya no hay nada, pero siguen casados y bajo un mismo techo. Se vive en tensión permanente, no hay arreglo posible, pero ninguno está dispuesto a ceder al otro los bienes y los recursos. Se quedan ahí para usufructuarlos, pero cada quien camina por su cuenta.
Ebrard no dio sus votos a ninguno de los dos contendientes. En las negociaciones fue una pieza clave, pero a la hora de votar prefirió mantener la neutralidad y evitar así el tener que comprometerse de manera pública con uno u otro de los grupos.
En las primeras horas del lunes, Zambrano y Padierna tomaron protesta. El Consejo Nacional se vuelve a reunir el 2 de abril, para elegir todos los otros cargos. En esas dos semanas, toca al Presidente y Secretaria General negociar para integrar los diversos puestos y carteras.
Las diferencias entre los grupos que representan Zambrano y Padierna son muchas, pero ahora se concentran en la política de alianzas. La siguiente etapa, también negociada, es la disputa por la integración de los cuerpos de dirección. Habrá tensiones, pero al final, las cúpulas se pondrán de acuerdo.
El intento de Andrés Manuel López Obrador de apoderarse del partido falla, pero coloca a Padierna -una de sus incondicionales- en la Secretaría General. Tiene ahora más margen de maniobra que en la Presidencia anterior, pero sigue acotado por los chuchos. Podrá hacer discursos pero no dar órdenes.
Sin el aval de López Obrador, la votación en favor de la dirección de unidad hubiera sido imposible. Hizo campaña contra los chuchos y en favor de Padierna, pero estaba en el acuerdo. Las palabras son unas y los hechos otros. Un PRD estable le conviene en sus aspiraciones presidenciales
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