El Covid-19 avanza en este país a un ritmo de 900 contagios diarios. Desde el inicio de la pandemia registró 84 mil personas afectadas, de las cuales 4 mil murieron.
Día y noche estos niños recogen basura, trabajan en estacionamientos o mendigan monedas a cambio de pañuelos de papel.
Algunos viven bajo un techo familiar en los barrios desfavorecidos de la capital, otros no tienen hogar porque han roto con sus familiares, aunque muchos han podido ir a la escuela, afirma la investigadora Mariam Hichem.
En 2014 las autoridades calcularon que eran alrededor de 16 mil en el país, pero es una subestimación de la cifra real, dice Jonathan Crickx, responsable de comunicación de la oficina local del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
A menudo, los niños de la calle proceden de varias generaciones, la mayoría de los cuales no se encuentran inscritos en el registro civil, lo que hace que las estadísticas sean fragmentarias.
A finales de marzo las escuelas egipcias cerraron para luchar contra el virus. Además, la pandemia ha afectado la asistencia humanitaria que se presta a esos niños. La recesión económica ha ocasionado una disminución en el financiamiento de las asociaciones, según la Unicef.
A finales de junio las autoridades decidieron reabrir parcialmente las mezquitas, los cafés y restaurantes, los lugares culturales y anular el toque de queda. Si bien estas medidas han podido beneficiar a los niños, el cierre de mezquitas fuera del horario de oración ha trastornado su vida cotidiana, estima Chaker.
Gracias a las salas de agua, accesibles a todos, estos lugares constituyen puntos neurálgicos para los niños, ya que les proporcionan un mínimo de higiene diaria.
En este periodo de incertidumbre los menores son vulnerables a la enfermedad y, a menudo, también son objeto de hostigamiento por parte de las autoridades, afirma Hichem, quien juzga limitada la iniciativa Niños sin Hogar.
El Estado, que se dedica sobre todo a erradicar el fenómeno
, no ayuda realmente a los niños, dice.
La legislación contra la mendicidad los coloca de entrada en la ilegalidad y la adopción de nuevas medidas sanitarias podría agravar el riesgo de detención, advierte la investigadora.
Afp
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