Desde el pasado 4
de mayo, el machi o autoridad espiritual mapuche, Celestino Córdova, se
encuentra en huelga de hambre en la cárcel de Temuco, en Chile,
demandando el derecho a pasar la crisis sanitaria en su espacio sagrado
conocido como rewe. El 16 de julio, después de 73 días de huelga, tuvo
que ser internado en el hospital más cercano a la penitenciaria y su
vida se encuentra en peligro por los estragos que el ayuno ha dejado en
su salud.
A él se han unido otros 19 presos políticos mapuches internados en
las cárceles de Angol y Lebu, en el sur del país andino. En este
contexto, suman más de una treintena de presos políticos mapuches
criminalizados por el Estado por defender su territorio y demandar su
legítimo derecho a la tierra y a los recursos naturales, los cuales
deben vivir la crisis pandémica confinados en distintas cárceles de ese
país. Inclusive, a algunos de ellos se les ha aplicado la Ley
Antiterrorista, concebida para desarticular a la disidencia política
durante la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973- 1989).
Si bien el 17 de abril pasado se emitió en Chile una Ley de Indulto
(Ley 21.228), que permitió la liberación de mil 557 presos que por
condiciones de salud o edad son vulnerables al Covid-19, ninguno de los
presos mapuches fue indultado, a pesar de que varios cumplían con las
características para acceder a este beneficio.
Las penitenciarías de ese país, igual que muchas en el continente,
tienen problemas de hacinamiento y falta de acceso al agua en las
celdas, por lo que el distanciamiento social y lavado continuo de manos
se hace casi imposible. El coronavirus ya ha entrado a los reclusorios
chilenos y, en el corte de junio, las cifras oficiales registran mi 433
personas presas contagiadas, aunque las familias lo consideran un
subregistro. Esto ha provocado varios motines en centros de detención
chilenos exigiendo la atención a los contagiados y la aplicación de
protocolos sanitarios de prevención.
En el caso del machi Celestino y los otros reos mapuches se está
demandando un cambio en las medidas cautelares para autorizarles el
arresto domiciliario en sus comunidades y territorios mientras dure la
pandemia. Los derechos del pueblo mapuche establecidos por el Convenio
169 de la Organización Internacional del Trabajo, ratificado por el
Estado chileno, han sido violados sistemáticamente, impidiendo inclusive
la atención médica de los huelguistas por parte de un facultativo de
confianza. Para la autoridad espiritual resulta fundamental regresar al
rewe, que es el espacio sagrado donde, desde la epistemología mapuche,
los machis renuevan sus poderes espirituales para vivir y compartir su
capacidad de sanación consus comunidades. La huelga de hambre está
destruyendo su vida fisiológica y el encierro matándolo espiritualmente.
El gobierno de Sebastian Piñeira está emulando, con su indiferencia
ante las medidas extremas de los presos mapuches, a Margaret Thatcher,
quien en 1981 dejó morir, tras una huelga de hambre de 66 días, al
parlamentario independentista Bobby Sands y a nueve miembros del
Ejército Republicano Irlandés (IRA, por sus siglas en inglés) que
demandaban un trato digno como prisioneros políticos.
Esta dramática historia, que le ganó a la entonces primer ministra británica el apodo de la Dama de Hierro, conmocionó al mundo hace 39 años y fue llevada al cine en la película Hunger (2008) del director Steve MacQueen.
Hoy, la huelga de hambre de los presos mapuches los está llevando al
filo de perder la vida ante el silencio y la indiferencia de la
comunidad internacional. La fortaleza física y espiritual del machi
Celestino le ha permitido sobrevivir ya 10 días más que los presos del
IRA, pero estamos en fechas decisivas para evitar un desenlace fatal y
presionar al gobierno chileno para que dé respuesta a sus legítimas
demandas.
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