Rosa Miriam Elizalde*
El domingo 19 de julio Cuba
reportó cero casos de Covid-19. Desde que se dieron a conocer las cifras
iniciales de contagiados, el 11 de marzo, es la primera vez que la
jornada cierra con un número tan grato, aunque la curva venía en caída
libre desde finales de abril. Las autoridades han pedido no bajar la
guardia y se mantienen la pesquisa activa, el cubrebocas obligatorio y
la distancia social en los espacios públicos, pero hay un ambiente
relajado en la calle, como de la luz al final del túnel.
Toda revolución está obligada a fundir la lucidez del pesimismo con
la obligación moral de la esperanza, diría el escritor cubano Alejo
Carpentier. No nos moriremos de coronavirus, pero nadie sabe qué cola le
esperará al final del día ni qué faltará la semana próxima. El gobierno
gestiona la anormalidad que impone la pandemia mientras trabaja para
restablecer nuestra extraña
normalidadde país sitiado. Ambas agendas se superponen: las medidas para enfrentar esta crisis sanitaria y las iniciativas para un futuro después del Covid-19, pero con el sempiterno bloqueo a cuestas, que ahora se siente peor que otras veces por las asfixiantes medidas de Donald Trump.
Aun así, la semana ha estado agitada por decisiones que están más
próximas de la obligada esperanza que del lúcido pesimismo. El
presidente Miguel Díaz-Canel ha anunciado medidas económicas radicales,
que surgieron de un amplio proceso de consulta popular y que fueron
aprobadas durante el séptimo Congreso del PCC en 2016. Inercia,
subjetividades, resistencias y burocracias las habían
aparcadopor cuatro años, pero como ha dicho en Granma Víctor Fowler, un agudo investigador cubano, dos desgracias nacionales, la pandemia y el bloqueo,
han operado como activadores de una serie de replanteos en el interior del socialismo cubanoy esto se traduce en
un hecho de crisis/crecimiento orientado al fortalecimiento de la economía, la defensa de la soberanía y la exploración de caminos hacia el desarrollo.
En concreto, las medidas se sostienen en principios que mantienen la
planificación centralizada de la economía, pero fomentará la creación de
empresas pequeñas y medianas (en los sectores estatal y no estatal).
Estimularán la capacidad exportadora de todos los actores económicos.
Las formas de gestión no estatal podrán importar y exportar sus
productos. Alientan la inversión extranjera directa, especialmente en la
producción de alimentos, entre otras muchas decisiones que no
comprometen el fuerte respaldo a los programas sociales –como el de la
salud, que salva vidas en Cuba y en decenas de países ahora mismo–, pero
que facilitan una mayor descentralización de la gestión de las
entidades del Estado.
Los laboratorios de intoxicación mediática de Miami, instalados en su
manera miserable de ver las cosas, han saturado las redes sociales con
gritos de “ apartheid económico”,
dolarizacióny hasta inauditos reproches por la
desigualdad socialque estas medidas acarrearán, justo ellos, que han justificado por décadas el capitalismo salvaje, el bloqueo y el terrorismo. Los ultratrumpistas de Florida son los menos cínicos del coro, porque exigen abiertamente
un parón de remesas hasta diciembre, con el temor quizá de que ese sea el último mes del actual inquilino en la Casa Blanca y se les escurra, por tanto, una nueva oportunidad para apretar más el torniquete.
“Entre Miami y Numancia, ahí está Cuba. Miami prepara sus misiles
llenos de dólares, y de todos los paisajes de Cuba cuelgan consignas
numantinas: ‘Socialismo pase lo que pase, Socialismo o muerte’”,
escribiría el escritor español Manuel Vázquez Montalbán en el último año
de la década de los 80 del siglo pasado, cuando la entonces Unión
Soviética se vino abajo y puso a Cuba en otra de sus duras encrucijadas.
No ha cambiado mucho desde entonces el mar entre el Imperio y
Numancia, salvo por el hecho de que en una orilla se está a punto de
cantar victoria sobre la epidemia, y en la otra no parecen tener fin los
casos (4 millones) y las muertes (145 mil) por Covid-19. Eso, y la
obligación moral de la esperanza. A pesar de todo.
* Periodista
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