Maciek Wisniewski / II Y Última
Michael Löwy, el filósofo marxista brasileño, hijo de migrantes judío-austriacos que en la década de los 30 huyeron del hitlerismo, discutiendo el auge de la extrema derecha en Brasil y en el mundo –
un proceso con raíces en la crisis neoliberal y en la debilidad de la izquierda− apuntaba a ciertas semejanzas entre Bolsonaro y el clásico fascismo europeo de los años 20-30: a) sus facetas autoritarias mezcladas con apariencias republicanas (como en los primeros años del régimen de Mussolini); b) su estigmatización de los enemigos (la izquierda, PT, las feministas, los ecologistas, los indígenas, MST, et al.), y c) su compulsivo anticomunismo. “La historia obviamente no se repite −subrayaba Löwy−, pero estas semejanzas son muy preocupantes” bit.ly/35m3oey). Enzo Traverso, por su parte, rehuyéndose a hablar del
fascismoen caso de Trump, Orbán o Modi y prefiriendo el término de
posfascismo−Löwy empleaba el prefijo
semiy/o
neo− destacaba
la antropología neoliberalde los nuevos
hombres fuertesque
suelen denunciar a las élites financieras, pero con las cuales mantienen lazos muy cercanos, como p.ej. Trump,
un líder posfascista sin fascismo( The new faces of fascism. Populism and the far-right, 2019, p. 34). Este análisis podría aplicar también a Bolsonaro sobre todo a la luz de la traversiana
dialéctica de continuidades y discontinuidadesentre los fascismos de ayer y hoy, que permite ver cómo el bolsonarismo intenta
ponerle una nueva caraa la derecha brasileña (bit.ly/2Chzejj) reorganizando el campo de sus continuidades y discontinuidades (la dictadura, et al.) en un plano material de los intereses capitalistas.
En este sentido –y a pesar de que, como subraya Federico Finchelstein, él
es uno de los líderes populistas que más se acerca al fascismo(bit.ly/2Z6pmlt) o de que la pandemia del Covid-19 en Brasil dio a luz una
verdadera política fascista de la enfermedad(bit.ly/2Dg6gRD , bit.ly/3hTiQWB)− Bolsonaro, juzgando por sus propias declaraciones en las que reivindicaba la dictadura pinochetista (bit.ly/31Tqr1W), mirando las filas del propio equipo (el pinochetista Paulo Guedes) y los planes de su radical ajuste neoliberal (bit.ly/2O3AKs7), se parece, igual de acuerdo con el análisis de Traverso, más a
un nuevo Pinochet(bit.ly/3gz3vJs) que a
un nuevo Hitlery ésta sería su analogía histórica más adecuada, una que reflejaría mejor su lugar y papel en el sistema capitalista mundial (bit.ly/31Y3quQ). No sólo que la proliferación del
neofascismohoy se entiende mejor como un proyecto de defensa del
libre mercadoy el laissez-faire −como es el caso del bolsonarismo o el trumpismo, proyectos procapitalistas tan reaccionarios que hasta hace poco parecía imposible que llegasen al poder por la vía electoral y uno que en Chile subió al poder sólo gracias a las bayonetas−, sino que todo su arsenal retórico del viejo anticomunismo con Bolsonaro asegurando
haber salvado la nación que estuvo al borde del socialismo(bit.ly/3gC3cxz) parece ser recortado y pegado de aquella época junto con todo su balbuceo y pifias (Pinochet aseguraba que “Allende llevó al país al borde del abismo y que ‘nosotros hicimos un gran paso adelante’”, mientras para el almirante Merino los bolivianos y... los brasileños eran unos
auquénidos metamorfoseadosy
seres primitivos).
Muy en este tenor, Ernesto Araujo, canciller de Bolsonaro, reseñando (sic) el libro de S. Zizek sobre la pandemia ( Pandemic!: Covid-19 shakes the world, 2020, p. 140), tildó las medidas de contener el virus, junto con la nueva ola de solidaridad global vaticinada por Zizek como
un complot comunista−
la lucha global contra el Covid-19 quiere instaurar un mundo sin fronteras y sin libertad auspiciado por la Organización Mundial de la Salud− y comparó el distanciamiento social a...
los campos de concentración nazis, subrayando que
ahora serán los comunistas que nos querrán encerrar en ellosy que el lema de este aprisionamiento será igual Arbeit Macht Frei (bit.ly/2Ve8aZb) −Zizek analiza de paso este lema colocado cínicamente en las puertas de varios campos de concentración y/o exterminación− sólo para luego decir que fue
malentendido, pintarse como el más grande amigo de Israel (bit.ly/37XlSEE) y acusar al autor de Pandemic... de… antisemitismo (bit.ly/3du0qs4).
Si al lector ya le dio un vértigo intelectual es pertinente recordar que el propio Bolsonaro, que acaba de contraer este
virus comunista(sic), dijo que
Hitler era de izquierda(bit.ly/2C8pSqb), en sí misma una expresión del negacionismo del Holocausto (sic) y una fake news calculada para alejar las acusaciones de que él mismo fuera
un fascistao que el mencionado lema nazi ( O trabalho libertará) acabó siendo usado por su administración en los anuncios gubernamentales para la campaña de
reabrir la economía(bit.ly/2VTjTwr). Si usted todavía siente fiebre, vértigo, náuseas, todos los síntomas del coronavirus, no es necesario reportarlos a su centro de salud más cercano. Es una reacción natural y pasajera: el neolenguaje hitleriano (¡Klemperer!) reciclado hoy por los nuevos autoritarios, junto con su retórica divisiva y antagonista convertida en su nueva lingua franca (bit.ly/2ByDQSt) –todo de lo que Jair Bolsonaro es un verdadero campeón–, son sólo los viejos delirios verbales de siempre.
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