La matanza de este viernes en dos mezquitas de Nueva Zelanda se
retransmitió en directo a través de Facebook, un macabro vídeo que
supuestamente grabó uno de los atacantes y que ha permanecido en
internet, cuestionando el papel de las redes sociales en una masacre
hecha a medida para compartirse.
A pesar de que Facebook eliminó inmediatamente la escena, varios
internautas comenzaron a subirla de nuevo tanto a esta plataforma como a
YouTube y Twitter, haciendo imposible seguir el rastro de las imágenes
en su recorrido por la inmensa red de redes.
Así, la muerte violenta de casi 50 personas, además de suponer una
tragedia se volvió “viral”, un contenido macabro de consumo rápido que
ni las empresas más poderosas de la industria tecnológica pudieron
sofocar.
“La policía nos alertó de un vídeo en Facebook poco después de que
comenzara la retransmisión en directo y rápidamente eliminamos tanto el
vídeo como las cuentas del atacante en Facebook e Instagram -la
plataforma de fotografía propiedad de Facebook-“, declaró la portavoz de
la red social en Nueva Zelanda, Mia Garlick.
Desde Facebook aseguraron que también están eliminando cualquier
alabanza o apoyo al crimen “tan pronto como sean conscientes” de que
existe una publicación de ese tipo.
A pesar de los esfuerzos, la velocidad de internet, la
sobredosis de información diaria y los clics fáciles dados por millones
de usuarios llevaron esta tétrica escena un paso más cerca de la
distopía.
Ya no solo se propaga y organiza el odio en los rincones oscuros de
internet, sino que también las masas consumen los actos violentos como
si fueran escenas de películas de acción con la diferencia de que, en
lugar de intérpretes, las víctimas y el sufrimiento son de verdad.
Una simple búsqueda en Google de palabras clave obvias sobre
el trágico evento daba como resultado una lista de enlaces al vídeo o a
fragmentos del mismo.
La plataforma YouTube, propiedad de Google, contenía varias de esas
piezas, subidas en su mayoría por usuarios anónimos, pese a que la
policía de Nueva Zelanda pidió reiteradamente que no se compartieran las
imágenes.
“Por favor, sepan que estamos trabajando y vigilando para eliminar
cualquier metraje violento”, tuiteó YouTube en su perfil oficial.
En Twitter, la red más inmediata, también se publicaron vídeos del
atentado que la compañía borró en cuanto llegaron noticias de su
existencia.
El área de Twitter dedicada a la seguridad solicitó a los usuarios
que informaran de cualquier “contenido que pueda romper sus reglas” para
tomar medidas.
En principio los contenidos explícitos y violentos están
terminantemente prohibidos en estas plataformas, según sus condiciones
de uso, aunque la saturación de información que generan los internautas y
la velocidad con la que, en este caso, se propagó hicieron imposible
que las acciones de estas empresas se adelantaran a la de millones de
personas navegando en masa por la red.
Consciente de ello, Facebook creó en 2017 varias herramientas
para detectar automáticamente estas publicaciones violentas mediante
inteligencia artificial, pero los algoritmos informáticos no fueron ni
lo suficientemente eficaces, ni precisamente rápidos.
Estos mecanismos automáticos tampoco fueron hábiles para detectar el
mensaje en el que el agresor anunció sus violentas intenciones en la
plataforma 8Chan, un foro de origen estadounidense conocido por la
libertad que ofrece para difundir todo tipo de contenidos.
“Bueno, muchachos, es hora de dejar de subir mierdas y llegó el
momento de hacer un esfuerzo por una publicación en la vida real”,
advirtió el mensaje en 8chan, donde al parecer también se compartió el
enlace a la cuenta de Facebook desde donde emitió el atentado.
De esta forma, el ataque se anunció en un chat, se retransmitió en Facebook, se publicó en Twitter y se consumió en YouTube.
Ninguno de los gigantes tecnológicos pudo evitar esta perversa situación.
Pero a todo ello habría que añadir las veces que se pudo difundir el
vídeo por los canales privados de mensajería -de teléfono a teléfono-
cuya ruta es casi imposible de rastrear.
(Información de EFE)
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