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sábado, 16 de marzo de 2019

La derecha destruye nuestros países


¿Qué es lo que puede proponer la derecha latinoamericana a nuestros países? ¿Por qué se ha empeñado y sigue empeñándose tanto en retomar o mantener el control de los gobiernos? ¿Qué es lo que puede presentar en las elecciones de octubre de este año en Argentina, Uruguay y Bolivia?
Tomando a Argentina y a Brasil como referencias, la derecha solo tiene como programa y como objetivo, la destrucción de los países, de su patrimonio nacional, de los derechos de los trabajadores, de las políticas sociales, de las políticas de soberanía externa. Solo busca bajar el perfil político de nuestros países, para que la política externa norteamericana vuelva a predominar, de forma soberana, en el continente.
Tomemos la situación de esos países hace 5 o 10 años y comparemos con lo que viven ahora, para evaluar qué tipo de alternativa tiene la derecha para esos países y, en consecuencia, para los demás países del continente que pretende gobernar. Los Kirchner sacaron a Argentina de la peor crisis de su historia, haciendo con que la economía volviera a crecer, que la exclusión social disminuyera de forma significativa, que los argentinos se volvieran a enorgullecer de su país y a creer en un futuro mejor para Argentina.
Lula ha presidido el período más virtuoso de la historia de Brasil, país que ha pasado de ser el más desigual del continente más desigual, a referencia mundial en el combate contra el hambre y la exclusión social. Hizo que la economía brasileña superara la recesión heredada de Cardoso y creciera con políticas de distribución de la renta. Nunca la imagen de Brasil en el mundo había sido tan positiva.
En pocos años, desde el comienzo del gobierno de Macri y del gobierno de Temer, Argentina y Brasil han cambiado radicalmente, en todo, y siempre para peor. Las economías de los dos países atraviesan recesiones similares a las que habían padecido como consecuencia de las políticas neoliberales de los años 1990 y cae en picado el Producto Interior Bruto de los dos países. La estructura productiva de las dos economías se deshace, frente al avance impetuoso del capital financiero. Las dos economías están siendo dirigidas directamente por representantes de los bancos privados, que desmantelan el Estado y la estructura industrial que los dos países habían construido en las últimas décadas.
Nunca los trabajadores ni la población en general habían estado tan desprotegidos en sus derechos. Son docenas de millones de desempleados estructurales, ya sin esperanza de recuperar sus puestos de trabajo. Son sindicatos debilitados en su capacidad de negociación y de defensa de los derechos históricos de los trabajadores. La gran mayoría de los trabajadores ya no tienen ni empleo formal ni contrato de trabajo. Trabajan a destajo, según las necesidades avasalladoras del gran capital. Las pequeñas y medianas empresas languidecen o sencillamente desaparecen, dejando lugar a economías totalmente controladas por el gran capital monopolista, sobre todo del capital financiero privado, cuyo poder es hegemónico.
La desesperanza y el desaliento sobre el destino de los países y la vida de la gente vuelven a imponerse. La imagen internacional y el liderazgo de los presidentes de esos países dieron paso a la vergüenza que proyecta la imagen de los actuales, tanto dentro como fuera de sus países. El fracaso de los gobiernos sucede al éxito de los gobiernos que los han antecedido.
¿Es para eso que tanto la derecha argentina como la brasileña han echado mano de todos los recursos, tanto legales como ilegales, a su alcance para derribar gobiernos populares y democráticos y regresar al gobierno? ¿Para destruir el patrimonio público, para quitar derechos a los trabajadores, para terminar con las políticas de inclusión social?
Uruguayos, argentinos y bolivianos tienen frente a sus ojos lo que gobiernos de izquierda han hecho en los países de la región, pueden compararlo con lo que hacen los gobiernos de derecha en países como Argentina y Brasil. ¿Qué futuro quieren para sus países? 

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