Ana María Aragonés
La migración de centroamericanos
que desde el 16 de octubre han estado llegando a México en forma masiva
constituye una condición inusual, en la medida en que hasta ahora lo
hacían en números mucho más reducidos, si bien constante.
Es muy encomiable que El Colegio de la Frontera Norte se haya abocado
a hacer un censo sobre estos migrantes, pues ha sido una de las graves
omisiones de las instituciones mexicanas relacionadas con este fenómeno.
Esto permitirá tomar decisiones adecuadas, dar los apoyos necesarios y
sobre todo poder informar con toda amplitud cuáles son las posibilidades
para alcanzar sus objetivos diversos. Sobre todo en relación con su
deseo de pedir asilo en Estados Unidos, pues se enfrentan a la negativa
rotunda del vecino del norte, incumpliendo compromisos internacionales
y, mucho peor, poniendo en marcha la militarización de la frontera, la
amenaza de su cierre y dispuesto a ataques letales.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha planteado que la
migración es un derecho y tiene que ser resultado de una opción y no de
una necesidad, con lo cual estamos totalmente de acuerdo. Las causas que
llevan a una persona a salir de su país, y en circunstancias tan
vulnerables, si bien complejas, es posible enmarcarlas en condiciones
económicas inaceptables para una vida digna, falta de acceso a la
educación y a la salud, inseguridad rampante, corrupción, falta de
democracia, etcétera.
La explicación que doy de por qué la masividad de esa migración de
personas desesperadas tiene que ver con la historia vivida por esos
países de explotación y subordinación a los poderes de grandes empresas y
la injerencia de potencias como Estados Unidos. Vale la pena recordar
las condiciones en que se estableció la tristemente célebre compañía
United Fruit apropiándose de las tierras, coludidos y apoyando a los
dictadores, con salarios de hambre para los trabajadores y promoviendo
golpes de Estado contra los gobernantes que se atrevían a buscar
reformas agrarias. Por eso surgieron los movimientos insurgentes en la
década de 1960 y la respuesta fueron represiones, campañas de tierra
arrasada, guerra sucia en El Salvador, mientras Honduras fue utilizada
como base de los contras. La justificación para la barbarie en esos momentos era
el comunismo, actualmente la bandera de intervención ha sido el Consenso de Washington, los ajustes estructurales, las cartas de intención del Fondo Monetario Internacional, única forma de recibir apoyos monetarios. Se fue la United Fruit, pero fue sustituida rápidamente por Monsanto, con lo cual las condiciones no sólo se mantienen, sino que ahora, con la instauración del neoliberalismo, la pobreza se ha extendido en forma catastrófica, al tiempo que los ricos se hacen más ricos, campea la inseguridad, la violencia extrema, la criminalización de la protesta social, los escuadrones de la muerte.
La región ha vivido diferentes etapas de integración regional y a
partir del Protocolo de Tegucigalpa, en 1991, se forma el Sistema de
Integración Centroamericana, cuyos principios fueron: paz, libertad,
democracia y desarrollo. Tienen toda una estructura institucional,
parlamento, cortes de justicia, consejos ministeriales y en 2010 se
redefinió la agenda; sin embargo y a pesar de ello, hemos presenciado
una migración masiva nunca vista.
Por eso, la propuesta del gobierno de Andrés Manuel López Obrador es
muy interesante al buscar impulsar el desarrollo y las oportunidades
desde una perspectiva regional integral, cuyo objetivo primordial es
atacar las causas estructurales del fenómeno migratorio y así cambiar la
necesidad por el derecho a no migrar. Esto marca, sin duda, un nuevo
enfoque migratorio, alejado de la criminalización y de la seguridad
nacional. Sin embargo, habría que analizar muy cuidadosamente quiénes
son los verdaderos interlocutores, los sujetos reales y los grupos
sociales a los que hay que dirigirse, pues no sólo serán los receptores
de los programas, sino fundamentalmente los que tienen la posibilidad de
indicar el camino para llevar acciones concretas que permitan
transformar sus condiciones.
Los gobiernos y sus representantes van en línea directa, sin solución
de continuidad, de la historia señalada. Por eso no es extraño que
cuando Donald Trump dijo que ya no enviaría el apoyo monetario a esos
países, la respuesta de los migrantes fue contundente
no hay problema, porque a nosotros no nos llega nada.
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