En su discurso de toma
de protesta el presidente, Andrés Manuel López Obrador, dijo: “México no
dejará de pensar en Simón Bolívar y en José Martí, quienes junto con
Benito Juárez siguen guiando con sus ejemplos de patriotismo el camino a
seguir de pueblos y de dirigentes políticos”. Estas palabras
convertidas en el eje de la nueva política exterior, pueden marcar el
rumbo de un reordenamiento de las relaciones con nuestros países
hermanos latinoamericanos, y poner fin al distanciamiento que desde el
gobierno de Vicente Fox se vivió con el rompimiento de relaciones con
Cuba y las constantes declaraciones que desde entonces realizaran los
presidentes mexicanos sobre gobiernos de países como Venezuela y
Bolivia, violando uno de los principios característicos de la política
exterior mexicana, el respeto a la autodeterminación de las naciones,
promulgada por Benito Juárez en uno de sus más celebres discursos el 15
de julio de 1867, al retornar a la ciudad de México después de haber
derrotado al segundo imperio francés y volver a sus funciones de
presidente de la república: “Entre los individuos, como entre las
naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
La nueva etapa que
comienza en la vida política del país, debe pensar a México frente al
imperialismo estadounidense, como un país que ejerce su
autodeterminación como garantía de sí mismo, con un gobierno que se guíe
por el respeto de la soberanía nacional y la de otras naciones, y que
respete el derecho de los mexicanos a vivir dignamente. Nuestro país a
vivido en franca sumisión político-económica desde los años ochenta del
siglo pasado, con la firma de tratados económicos que benefician a los
productores extranjeros y a unos cuantos burgueses mexicanos, además de
la venta desmedida y la explotación irracional de los recursos
naturales; el incremento de las políticas neoliberales que agudizaron el
deterioro del nivel de vida de las clases trabajadoras; la venta de las
principales industrias del país; la apertura total a la inversión
extranjera como supuesto remedio del rezago y una entrega a la política
imperial estadounidense. Ya es tiempo de cambiar el orden de los
factores y ponderar la soberanía nacional y la autodeterminación como
garantes del desarrollo económico y social de México.
La
presencia de varios presidentes de países latinoamericanos, en especial
de Cuba, Venezuela y Bolivia, es señal de la oportunidad que se tiene de
acercarnos al ideal martiano de unidad e integración de nuestras
naciones hermanas, con el ejemplo y las ideas de los próceres
independentistas, frenando el avance del imperialismo y la ultraderecha,
generando acuerdos de trabajo conjunto que propicien el intercambio
cultural, económico y social de nuestras repúblicas, que aún hoy, buscan
edificar su segunda y definitiva independencia, en un orden social más
justo y equitativo entre pueblos y seres humanos. Poner la mirada en la
unidad latinoamericana, es propiciar el rescate y reconocimiento de
nuestras raíces profundas, de la valoración del origen de nuestra
expresión actual, con el reconocimiento y respeto de los derechos de los
pueblos originarios en el concierto universal que hoy presenta el
mundo, integrarnos como latinoamericanos es reconocer nuestra histórica
común y nuestras particularidades, contribuyendo a la consolidación de
nuestra cultura e identidad frente al constante vasallaje occidental.
La raíz del sentimiento nacional en Latinoamérica es el
anticolonialismo y el antiimperialismo, los movimientos de independencia
tuvieron en esos sentimientos su razón, el surgimiento de los países y
su constitución ha hecho frente de manera permanente a la constante
intromisión imperialista y al continuo retardo colonial que en las
estructuras sociales y culturas aún pervive, las fuerzas
ultraconservadoras siempre evocan en contextos de alta politización con
sus acciones y pensamientos neocoloniales (racismo, discriminación,
segregación, sumisión de la mujer, opresión del indígena,
sobre-explotación, entre otros) ese pasado, en el presente
latinoamericano es urgente rescatar esa raíz y sentimiento emancipador.
México tiene que asumir su lugar en esta nueva época latinoamericana,
debe contribuir a la unidad de nuestros pueblos, reformulando todas las
ideas que se generan sobre nuestro presente, es necesario ir superando
aquellos pensamientos que siguen ideando nuestro futuro copiando modelos
europeos o estadounidenses para pretender el desarrollo nacional, hay
que abrir las puertas nacionales a toda Nuestra América, incluir desde
la enseñanza básica hasta la universidad, el estudio de la historia y la
cultura latinoamericana, para que así, puedan comprenderse los procesos
regionales en los que México ha estado inmerso y que por razones de
interés hegemónico imperial se han ocultado, alejándonos de nuestra
verdadera madre que es nuestra historia. Estamos en el tiempo de luchar
por una política nacional verdaderamente antiimperialista y
anticolonial, y por consiguiente, no regida por los mandatos
político-económicos de las potencias del mundo (principalmente Estados
Unidos) que buscan controlar y explotar a los pueblos para expandir sus
riquezas, pero que esta política tampoco busque la imposición en otros
países, que practique el respeto al derecho que tiene cada pueblo de
elegir a su gobierno. México tiene la oportunidad de trabajar a favor
del fortalecimiento de la unidad e integración latinoamericana para el
bienestar de nuestros pueblos.
Cristóbal León Campos. Integrante del Colectivo Disyuntivas
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