Ensayos sobre las izquierdas en América Latina y el Caribe
El capitalismo está
obligado a revisar de manera permanente sus dinámicas para mantener su
hegemonía y para ello no tienen prejuicios ni reparos en romper sus
premisas y explorar nuevos caminos. Cada vez que desde el campo popular y
revolucionario se le asesta un golpe a la lógica del capital, éste muta
y explora nuevas formas, rutas y dinámicas.
Marx era consciente de
ello y por ello trabajó la contradicción como un mecanismo dialéctico de
aprendizaje continuo y permanente en la izquierda revolucionaria. Sin
embargo, una visión mecánica respecto a la aproximación y mediación con
la realidad, expresada en una mirada repetitiva de los ciclos históricos
ha anidado en una parte importante de las izquierdas, conspirando en
contra de su capacidad real para convertirse en dinamizadoras de la
transformación en el siglo XXI. Ciertamente las izquierdas vivimos en el
presente, una crisis de interpretación epocal.
La mayoría de
los “clásicos” del marxismo fueron escritos en el contexto de la primera
y segunda revolución industrial. La tercera revolución industrial y su
impacto en el mundo capitalista por lo general ha sido trabajada de
manera fragmentada, parcial y muchas veces inconexa con la dicotomía
capital-trabajo y respecto a la ideología por parte de importantes
sectores de las izquierdas. En muchos casos ello se debe a la
preocupación que genera dejar a un lado interpretaciones y formulaciones
teóricas que fueron efectivas en el pasado, pero que en el presente se
constituyen en narrativas históricas importantes, pero de eficacia
política limitada.
La teoría precedente construida al fragor de
las dos primeras revoluciones industriales, resulta útil y potente solo
si entre líneas somos capaces de develar el método interpretativo que
llevó a su formulación en un momento dado, pero es limitada si queremos
usarla como patrón para una acción en un nuevo tiempo histórico que no acepta calco ni copia.
Esto resulta especialmente dramático, cuando se trata de definir
táctica política en medio de la revolución científica tecnológica que
precede a la puesta en marcha de la cuarta revolución industrial.
Tercera Revolución industrial
La tercera revolución industrial
se inicia en la década de los sesenta y tiene varios ciclos. El primero
de ellos se nos presentó con la llegada de las computadoras que tenían
más tamaño que capacidad de procesamiento, pero que implicaron todo un
mundo de posibilidades para la producción industrial, la educación, el
consumo, la gobernabilidad, la resemantización de la ideología y las
transformaciones de las relaciones sociales.
Luego vendrían los
ciclos de los computadores de escritorio (´70s), las computadoras
portátiles (´80s), internet con la World Wide Web (WWW) en los 90s, las
redes sociales (primera década del siglo XXI) y la realidad virtual
(segunda década del siglo XXI). Todos ellos ciclos de la tercera
revolución industrial.
Paralelamente a ello, el desarrollo de
la informática profunda (macrodatos), la micro robótica, el conocimiento
de la estructura genética humana, conectividad con lógica fractal y la
digitalización de formas de inteligencia no biológica, abrían paso a una
nueva revolución industrial. Esto ocurría en un tiempo histórico tan
breve, que buena parte de las izquierdas apenas estaban comenzando a
problematizar las implicaciones de la tercera revolución industrial en
el devenir de las políticas alternativas, cuando se nos anuncia un nuevo
periodo de vínculo del conocimiento científico y la innovación
tecnológica con el modo de producción capitalista.
La nueva política 2.0
En la reciente campaña electoral brasileña vimos que mientras la izquierda en el poder, se concentraba más en denunciar los fake news
y el uso masivo de las redes sociales por parte de la extrema derecha y
sus equipos, Bolsonaro pasaba personalmente un número importante de
horas usándolas como un mecanismo para que sus mensajes llegaran a
segmentos importantes de la población.
En medio de la campaña
electoral 2018 la extrema derecha brasileña no teorizó sobre el impacto
de la quinta generación de la tercera revolución industrial en la
política, sino que trabajó en las nuevas dinámicas que ello implicaba.
Recuerdo que estando en Sao Paulo a una semana de las elecciones, pude
constatar que eran múltiples las declaraciones reactivas de voceros del
PT en todos los medios contra las perversiones de la política digital,
en contraste con lo que hacía Jair Bolsonaro quien pasaba por lo menos
una hora diaria en YouTube propagando sus mensajes acompañado de
sonrientes jóvenes, además de contar con una estudiada y elaborada
estrategia de intervención en twitter, Facebook, WhatsApp, Instagram,
telegram, entre otras redes sociales.
A mi juicio, esto tiene
mucho que ver con la precaria comprensión en las izquierdas sobre el
impacto de las innovaciones científico tecnológicas que hemos conocido
en el siglo XXI, en la cotidianidad de la acción política contestataria.
En contraposición, está lo ocurrido con la campaña de Andrés
Manuel López Obrador (AMLO), exitosa en el uso del mundo digital y
virtual en la ruta a su triunfo. Este hecho, desde mi punto de vista, es
más atribuible a la estrategia de un selecto grupo de asesores que a
una definición teórico práctica de las izquierdas.
Muchas veces
desde los pensamientos contestatarios se alude a limitaciones
financieras para poder trabajar en este plano. Lo cierto es que no se
trata de un tema de restricciones económicas, sino de la comprensión del
fenómeno. De hecho, en la carrera por la silla presidencial mexicana en
2018, Anaya invirtió el 24% de su presupuesto de campaña en los medios
digitales en contraposición a un 32% de lo usado por Meade y solo un 4%
de AMLO. La diferencia fue que mientras los dos primeros lo vieron como
la extensión de la publicidad en el mundo digital, el tercero entendió
que se trataba de nuevos espacios de diálogo e interacción política con
los ciudadanos.
Sin embargo, si colocamos el debate en términos
de campañas electorales exitosas o fracasadas, estaríamos desestimando
el impacto del nuevo ciclo de la revolución industrial en la
epistemología y accionar de lo político y, en la precaria reflexión de
las izquierdas al respecto.
El problema es más estructural y
tiene que ver con una especie de parálisis cognitiva que genera el
requerimiento de construir nuevos referentes y producciones teóricas
socialistas para actuar en la realidad, con narrativas y construcciones
organizativas de nuevo cuño.
Podemos desestimar los procesos
que construyen la ruta a la cuarta revolución industrial, pero ello solo
puede tener expresiones alternativas y de justicia social si
construimos teoría revolucionaria para actuar en esas realidades.
Cuarta Revolución Industrial
En 2011 en Hanover, Alemania se anuncian los preparativos para el desembarco de una nueva revolución industrial. La cuarta revolución industrial
es el proceso de diseño y puesta en marcha de una reestructuración sin
precedentes del modo de producción capitalista, usando nanotecnología,
conectividad 5G, informática biológica basada en el conocimiento del
genoma humano, capacidad de uso de la Big Data para el análisis masivo
de datos de comportamiento del consumo de millones de usuarios.
Las posibilidades de extraer valor cuali-cuantitativo de la información
contenida en estos macrodatos es inmensa y sin precedentes. Imaginemos
la potencialidad, no solo empresarial sino en los distintos campos de la
lucha social, de desagregar la data contenida en este nuevo desarrollo
de la informática, donde se cruzan movimientos del mercado, con
tendencias de consumo de masas y migraciones de capitales.
Esto
puede ser usado por los gestores del capitalismo del siglo XXI no solo
para hacer predicciones teóricas y de producción de mercancías, sino
también entre otras muchas posibilidades, para la toma de decisiones en
tiempo real sin intervención humana, sobre la producción y para
construir un modo de gobernabilidad virtual. Nos estamos refiriendo al
uso de inteligencia artificial basada en la valoración de los
comportamientos humanos como patrones y singularidades, como continuos y
rupturas. Pero ¿y como pueden usar las izquierdas estas innovaciones
para abrirle paso expedito a nuevas conquistas sociales? Ese es el punto
que me preocupa.
Las fábricas 4.0 emergen como el paradigma de
este modelo capitalista en construcción que para el Sr. Klaus Schwab,
uno de los principales fundadores del Foro de Davos, implicaría que solo
su desembarco dejaría a siete millones de trabajadores y obreros
fabriles en condición de desempleados, en los quince países más
industrializados del planeta. Ello ya de por sí debería estar generando
no solo debates políticos en las izquierdas y la necesaria articulación
de resistencias al respecto, sino también nuevas formulaciones teórico
prácticas para continuar construyendo el socialismo en los nuevos
contextos. Pero esto está ocurriendo de forma marginal en las
izquierdas.
No contamos con datos que nos permitan transpolar
las predicciones que se hacen al respecto, para el mundo del trabajo de
América Latina y el Caribe. Si bien no tenemos elementos para saber qué
pasará con el empleo en nuestramérica, lo que sí es un hecho es qué en
el camino que allana la llegada de la cuarta revolución industrial en la
región, se ha generado una reestructuración del flujo de capitales y en
la mirada empresarial global que está convirtiendo a este territorio,
en el “áfrica del siglo XXI”.
Así como el siglo XX fue testigo
de inversiones capitalistas importantes en ALC para el montaje de
fábricas de ensamblaje de piezas y algunas industrias de procesamientos
de materias primas, mientras África era visto como la meca de las
materias primas baratas y sin muchas trabas legales para su exportación,
en el siglo XXI los papeles pareciera que se están invirtiendo en esa
relación.
El énfasis de la inversión capitalista para América
Latina y el Caribe es ahora en materia de extractivismo y ha sido tan
brutal en estas dos décadas, que su impacto es solo comparable y
contrastable con el debilitamiento de la capacidad industrial instalada
en este territorio. Si en el tiempo se continúa con esta tendencia, no
es atrevido señalar que lo que estaría ocurriendo es que el capital está
valorando a la región como lo hiciera en el siglo precedente con el
continente de Mandela.
Cuarta revolución industrial e izquierdas
La cuarta revolución industrial, implicaría una restructuración del
modo de producción capitalista que colocaría a la clase obrera fabril en
un segundo plano, pulverizando buena parte de la narrativa que hemos
sostenido en los últimos siglos. El impacto de las innovaciones
científico tecnológicas en el modo de producción capitalista, se nos
presenta amenazante, con intenciones de diluir o por lo menos disminuir
el papel del considerado sujeto histórico de las revoluciones.
Este proceso se podrá observar con mayor nitidez precisamente en los
países industrializados. Esto no significa el apocalipsis del
pensamiento socialista, sino que este proceso nos obligará a repensar
las expresiones y manifestaciones de la lucha de clases en el siglo XXI,
tal y como en su momento las abordó Marx, a quien le correspondió
analizar el impacto del desembarco de la primera y segunda revolución
industrial en el capitalismo de ese momento.
Una reflexión
sobre cuarta revolución industrial y socialismo no tendría sentido
incluirla en el marco de un conjunto de ensayos sobre la izquierda en
América Latina y el Caribe en el siglo XXI, a no ser por el precario
estado de los debates que al respecto vienen dando las izquierdas en la
región.
El cambio estructural en curso en nuestras sociedades
capitalistas a finales de la década de los veinte del siglo XXI, demanda
una nueva generación de teoría revolucionaria como en su momento la
formularon Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Plejanov,
James Cannon, Ludovico Silva, Ernest Mandel o Daniel Bensaid, para solo
citar un pequeño puñado de socialistas revolucionarios. Insisto en el
hecho que o bien la generación de rebeldes del presente asume la tarea o
estaremos condenados a la marginalidad que le es propia a los grupos de
propaganda o a la soledad que es inmanente a los arqueólogos de la idea
socialista.
Nota:
[i]
Esta serie de artículos ha sido motivada en gran medida por la lectura
del Documento titulado “Contribuciones del Partido Comunista de
Venezuela al 20 Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros
(EIPCO), en Atenas, presentada por Carolus Wilmmer, Secretario de
Relaciones Internacionales del PCV, el 25 de noviembre de 2018”. A pesar
de provenir de una tradición política distinta, debo reconocer que este
documento, en las coincidencias y las diferencias, posibilita la
apertura de un debate integral sobre las izquierdas en el siglo XXI.
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