ALAI
Durante la dictadura en
Uruguay, en el penal de Libertad, estaban recluidos los presos
políticos. Una pareja de compañeros me contó que al salir de ese centro
de tortura, tuvieron que pagar al Estado por su estadía en la prisión.
Esto fue en el marco del plan Cóndor y el secuestro, la desaparición y
la tortura era la modalidad utilizada en ese momento.
Anoche escuché a un locutor de la televisión, que decía con aires de satisfacción que “…el
hacker (sic) Julián Assange, debe pagar por su estadía en la Embajada
Ecuatoriana en Londres… siguiendo el protocolo determinado por la
Cancillería”. Es decir se le da asilo, pero paga por esa estadía.
Julián Assange, bandera de la libertad de expresión, lleva casi 6 años
en un espacio reducido y, desde hace un tiempo, con la información
restringida, con amenaza de muerte si es deportado a los Estados Unidos y
encima tiene que pagar por su estadía. Lo inusual de esta medida,
solamente se entiende en el marco de una presión para que abandone el
asilo o para sancionarlo por lo que consideran un delito. Quienes así lo
determinan hubieran preferido, entonces, no saber de las conspiraciones
en contra de nuestros países y preferirían no enterarse de que somos
blanco permanente de la codicia y la ambición de las transnacionales y
mucho menos cómo combatirlas. El asilo y la libertad de expresión son
elementos fundamentales en el Estado de Derecho. Este caso de asilo es y
será un hecho histórico y su desenlace depende del amor a la Soberanía,
la defensa del Derecho Internacional y de los Derechos Humanos con que
el Gobierno del Ecuador busque la salida de este asilado, al que se le
añade un elemento más para la complejidad de su caso y es que Assange es
ciudadano ecuatoriano de pleno derecho.
El otro suceso muy similar en el desentendimiento del Gobierno sobre los Derechos Humanos es la atención que se le da a la huelga de hambre del ex Vicepresidente Jorge Glas.
Cualquier detenido común tiene la opción de ser escuchado por las
autoridades competentes que lo mantienen en prisión. Mucho más si es un
ex Vicepresidente elegido masivamente por el voto popular (como binomio
del actual Presidente). No pide privilegios, aunque debería tener un
tratamiento diferenciado por la investidura a la que llegó (hasta
Fujimori tuvo una cárcel diferenciada y separada de otros presos), esto
se debe a evidentes razones de seguridad personal y en este caso, de
salud.
La única defensa que le queda a Glas para ser atendido por
la autoridad, es el ayuno o la huelga de hambre en la que lleva 39 días.
Sus ex compañeros, hoy en el gobierno, lo ignoran por decir lo menos o
le tienen un rencor desmedido.
En la Asamblea Nacional la
Presidenta, que fue su funcionaria y protegida, se desentiende de la
existencia de Jorge Glas. La huelga de hambre es un recurso extremo, en
el que pone en riesgo su vida, es una opción legítima por la que
solicita simplemente ser trasladado de penal o de CRS.
Permítanme
este paréntesis dirigido a muchos amigos que dicen que cambié de opinión
y ahora defiendo a Glas. Sigo pensando que imponer a Jorge Glas como
candidato a la Vicepresidencia fue un error, básicamente porque la
derecha ya lo había quemado completamente. Disciplinadamente hicimos la
campaña política en su favor como parte del binomio Moreno-Glas, para
garantizar la continuidad de la Revolución Ciudadana.
Jamás
pensamos que el error que cometimos fuera tan grande como para que en 18
meses se pasara de un Gobierno de y para las ciudadanas y los
ciudadanos, a un gobierno de y para los empresarios y empresarias,
entendidos, no como el conjunto de emprendedores del país, sino como el
sector de clase que se cree propietario del destino de todos y todas,
quienes habitan en el Ecuador.
Nunca pensamos que el error fuera
tan grande como para que se destruyera no solamente la Revolución
Ciudadana, sino la institucionalidad, elemento fundamental para la
existencia y el fortalecimiento de la democracia. Cierro el paréntesis.
No
estamos discutiendo o emitiendo un juicio de valor sobre si su juicio
fue justo o no, o si Jorge Glas desvió recursos del Estado para su
beneficio personal o no. El punto no es ese. El punto es que, en ambos
casos, el de Assange y el de Glas, el Gobierno está actuando de una
manera que trasgrede los Derechos Humanos, con una sutil violencia que
jamás se esperaría de personas que durante 10 años compartieron la idea
de que el capital está (debe estar) subordinado al ser humano.
Hoy
se evidencia que jamás militaron en esa idea, ni en la idea del
multilateralismo o de la soberanía (Frontera Norte y Comando Sur) y
menos aún de la Patria Grande (caso UNASUR) o ni siquiera de lo
fundamental del diálogo (liquidación del espacio para el ELN, o el
abandono de los sectores populares que fue lo peor).
Todo mundo
puede cambiar de opinión, sin embargo lo que debe primar, por lo menos
en estos dos casos, es el derecho a la vida, a la libertad y a la
libertad de opinión e información. Por ello se le pide al Señor
Presidente, al Canciller y a quien funge como Ministro de Justicia, un
esfuerzo de serena rectificación en el caso urgente y grave de Jorge
Glas.
En el caso de Julián Assange facilitarle la vida en la
Embajada porque ni él ni los funcionarios que allí trabajan, son
culpables de la injusticia que cometen Inglaterra, Suecia o la propia
Australia, de no querer garantizar que jamás será extraditado a los
EEUU, donde será juzgado por traición (me pregunto traición a qué, si él
no es ciudadano estadounidense).
Ambos casos son y serán
históricos. Responder con la altura y la dignidad que el prestigio del
pueblo ecuatoriano se merece, es lo menos que se puede pedir a los hoy
gobernantes, en el marco del respeto a la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, en sus artículo 3, 14 y 19, sobre el Derecho a la
Vida, el Derecho al Asilo y el Derecho a la Libertad de Expresión.
Luis Varese
ha sido representante adjunto del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados en Ecuador y funcionario de la ONU por 20
años.
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