“Hoy sabemos que el regreso a las primaveras idas es irrealizable; que el hábito de explicarse las cosas acalambradas de contradicciones es la fuente de toda lucidez; y que el oficio de conspiradores para cambiar el mundo es la única manera de no envejecer”, dijo Mario Payeras. Conspiradores para el cambio, sería aquí lo imprescindible, lo que no deberíamos dejar pasar. Estas tres palabras nos mueven a la acción desde la certeza de que algo anda mal. Si en un país la miseria es una inquilina indeseable pero inamovible;
Carolina Escobar Sarti
Claro que no estamos solos entre tanta sombra y la conspiración para el cambio pasa por considerar que esa miseria solo pervive porque ha anclado en una cultura de muerte de larga tradición; que ese genocida solo pudo haber salido libre en un país que no es país sino tierra de compadres y matones; que ese presidente solo se declaró culpable porque sabe que aquí la política ya no es una vocación sino un ejercicio descarado de oferta y demanda; que esa fiscal fue retirada del cargo porque hay suficientes personas y sectores con demasiado poder, que no quieren sentir el frío del banquillo de los acusados en sus posaderas; que la presencia del narcotráfico y de la corrupción generalizada, habla de miopía política, de abandono social, de ausencia del Estado y de complicidades internas y externas para colarse en todos los estamentos de la sociedad guatemalteca.
Conspirar para el cambio pasa por exigir una Ley Electoral y de Partidos Políticos que nos permita seguir la ruta del dinero que entra a los partidos políticos, y contarle las costillas a los políticos que ya no llegan a sus cargos a trabajar sino a desbancar a Guatemala y a devolver favores de campaña. Conspirar para el cambio pasa por renovar la Constitución y su inservible Corte, teniendo como horizonte el estado de Derecho que nunca hemos sido y situando en su centro la “justa justicia” para todas y todos por igual.
Conspirar para el cambio pasa por fortalecer el Estado para que existan las contenciones y regulaciones suficientes para que los que abusan de él, se sepan de manos atadas frente a normas de común acuerdo que se apliquen sin violencia, pero con firmeza. Conspirar para el cambio pasa por despertar a esta sociedad que vive entre el letargo de la economía de sobrevivencia, el enajenamiento del Facebook, el abandono, la violencia y el bombardeo publicitario. Conspirar para el cambio pasa porque la cooperación internacional también aprenda a leernos mejor y a traducirnos mejor, que nos escuchemos mutuamente con mayor atención, para que no terminen dividiéndonos más “los pistos” que llegan al país. Conspirar para el cambio pasa por tener una idea clara del país que queremos ser.
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