Carlos Maldonado
Ya atajaba Bolívar acerca de la presencia injerencista del inminente Imperio en que se convertirían los Estados Unidos. Esto a colación de que muchos creemos en la defensa de los derechos humanos sin cortapisas, pero otros creen que la defensa de los derechos humanos es sinónimo de avalar las tropelías del Imperio sin chistar. y de seguir a pie juntillas la opinión de cualquier funcionario de allá como si fuera la palabra de Dios, aún éstas fueren contradictorias para con ellos.
Y, no hay peor ciego que el que no quiere ver. Demasiados desmanes ha tenido el Imperio para tomarlo en serio cuando se jacta de ser el non plus ultra en la defensa de los derechos humanos. La triste historia de sus correrías en el atropello a estos es múltiple y variada: Abu Graib, Guantánamo, Kandahar, Libia, Siria, solo para nombrar algunos recientes.
Si Venezuela está evaluando seriamente desmarcarse de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos –CIDH- es por el triste papel que tuvieron sus directivos de avalar el golpe de Estado contra su presidente legítimo, Hugo Chávez, en el 2002 en una sonora carta de respaldo dirigida a Pedro Carmona, el usurpador, que dio la vuelta al mundo. Y, otras contrariedades más. Entonces, a diferencia de lo que alguien ha opinado por ahí, yo si creo que Bolívar estaría gustoso de desembarazarse de una institución que en vez de jugar un papel serio y democrático con su mandato se ha arrodillado frente a los designios de Washington.
Carlos Maldonado
A-1 44,178
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