Sudáfrica no puede impedir al ex presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide que regrese a su país antes de la elección presidencial del domingo, afirmó el martes el gobierno sudafricano. “No nos corresponde a nosotros decir si Jean-Bertrand Aristide debe o no irse de Sudáfrica antes de la elección”, declaró a periodistas el viceministro de Relaciones Exteriores, Marius Fransman. (Fuente: AFP)
Jean Bertrand Aristide
La contumaz injerencia imperial, estraterritorial, carece del menor sentido del límite y no puede esperar sólo obediencia abyecta, sino también, en hora buena, respuestas dignas. Quién ha visto que en las debidas prácticas de las relaciones internacionales un país le diga otro soberano lo que tiene que hacer con un huésped que es ciudadano de un tercero, y este el caso de la pretensión de Estados Unidos. Entonces se busca que le pasen la pelota a su propio campo. “Debe ver eso con el gobierno haitiano. Si se le ha dado un pasaporte a Aristide, no nos corresponde a nosotros decidir cuando tiene que salir de Sudáfrica”, dijo el funcionario sudafricano para situar las cosas en su lugar.
Al que fuera el presidente constitucional de Haití, en 2004, las fuerzas intervencionistas estadounidenses prácticamente lo secuestraron y desembarcaron en la República Centro Africana, para un exilio forzado, hasta que tiempo después fue acogido por Sudáfrica. Ahora el Departamento de Estado hace lo indecible para que no retorne a su país, pese a que el actual mandatario René Preval le ha reconocido ese derecho como el de cualquier otro haitiano y los dos candidatos a las próximas elecciones ejecutivas tampoco han expresado reparos.
Sin embargo, la reacción de Washington ante la llegada del dictador Duvalier quien carga con asesinatos y malversaciones del erario público, fue casi indiferente. Se diría que complaciente.
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