Silvio González / Prensa Latina
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Organizaciones ambientalistas como Earthworks y Oxfam desarrollan una campaña mundial destinada a corregir el impacto social y ambiental provocado por transnacionales que extraen oro sin adecuados controles.
La campaña se denomina No al oro sucio y convoca a las personas a negarse a comprar joyas y objetos de ese mineral porque ha sido extraído de manera perjudicial para las comunidades humanas.
El oro al ser extraído crea inmensos cráteres a cielo abierto, incluso algunos de ellos pueden verse desde el espacio exterior como si fueran cicatrices de la insaciable ambición del ser humano.
Cuando se comienzan a explotar estas minas los ecosistemas locales son seriamente dañados y se afecta el imprescindible balance entre las plantas, los animales, el suelo, el agua, y el aire respirable.
Los consumidores más honestos están interesados en que se utilicen las alternativas más limpias para que sus joyas de oro no violen ningún derecho de las comunidades o de los mineros.
70 de las más importantes empresas productoras y comercializadoras se han sumado a este movimiento que tiene especial fuerza en Estados Unidos y han aceptado las reglas acordadas para evitar tragedias o abusos.
Cómo comenzó todo
Los primeros en utilizar prendas de oro fueron las tribus ubicadas en el sur de Iraq en el año 3000 antes de Cristo, aunque otros descubrimientos recientes apuntan a que los primeros joyeros artesanos aparecieron en las costas del Mar Negro, en el territorio que hoy ocupa Bulgaria.
Hermosas joyas de oro aparecieron también en las tumbas egipcias en las cuales se utilizaron diversas técnicas para su elaboración siendo las más preciadas las aparecidas en la tumba del faraón Tutankamon cuando murió en el año 1352 antes de Nuestra Era (ane).
Una tribu en la isla de Creta produjo la primera cadena con eslabones mientras los etruscos en Italia desarrollaron el oro granulado y prendas cubiertas de oro pulverizado en minúsculas partículas durante el siglo VII ane. Todo indica que los primitivos que utilizaron el oro no sólo lo hicieron como adorno, sino porque engrandecía los sentimientos emocionales y pensaban que mejoraba el ánimo y la salud.
Las mujeres consideraban que utilizar estas prendas era parte integral de su bella apariencia y lo convirtieron en artículo imprescindible y nada casual. También estaban aquellos que utilizaban las alhajas de oro por motivos tradicionales, religiosos o por regalos o herencias familiares.
Hoy el metal áureo tiene también un alto valor financiero y tal vez por eso las mujeres prefieren regalos de oro y no de otros materiales.
La proporción del oro contenida en la aleación que conforma una prenda se mide en quilates, término que viene de una semilla usada ancestralmente para equilibrar las balanzas en los bazares.
El oro de 24 quilates es considerado el más puro y es de color amarillo, en tanto el de 18 quilates tiene solamente 75 por ciento de pureza y adquiere otra tonalidad.
Cuando el oro se combina con otros minerales es posible obtener otras tonalidades. Generalmente las aleaciones son con plata, cobre y zinc y de ellas se pueden obtener oro blanco y rojo.
Dos tercios de la producción de oro se obtiene mediante la minería, el resto se adquiere reciclando viejas piezas, lingotes, monedas y residuos industriales en ocasiones llamado "oro chatarra" que constituye como el 20 por ciento de la producción mundial total.
El resto que es el 13 por ciento se obtiene de pepitas de oro sacadas de los ríos y que están en poder de los bancos.
No es posible identificar el origen del oro que contiene cada prenda, ni reconocer si la misma tiene oro reciclado o puro. Pero se conoce que el 80 por ciento del oro extraído anualmente de las minas está dedicado a la fabricación de lujosas prendas.
Lo que cuesta un anillo de oro
Para lograr extraer el oro necesario para elaborar un anillo se requieren dos libras de cianuro, y recordemos que una cucharadita de ese compuesto químico resulta mortal para cualquier ser humano.
Y para procesar industrialmente el oro son necesarios como mínimo mil 200 galones de agua, lo cual es la cuota que consumen 100 personas diariamente según el sitio web Portside.
Como residuo de ese procesamiento se obtiene una pasta de metales pesados como el mercurio y el plomo, así como otros diversos componentes del cianuro y el arsénico.
Entonces cada anillo de oro dejará al menos 20 toneladas de desechos en su mayoría tóxicos.
El costo humano también resulta elevado por la poca protección brindada por las empresas a los trabajadores y especialmente cuando se utiliza mano de obra infantil para las más pesadas y riesgosas faenas en las minas.
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