“Las deudas se pagan. Las estafas, no” Claudio Lozano, economista y político argentino.
“O comemos o pagamos la deuda” Guillermo Pacagnini, sindicalista argentino.
La
deuda externa de los países periféricos es sencillamente impagable. Lo
saben las organizaciones financieras internacionales y lo sabemos todos.
Se trata, como también sabemos todos, de un instrumento de dominación a
través del cual esos organismos internacionales imponen sus decisiones
que, invariablemente, agudizan las penurias de los pueblos.
Argentina
está endeudada prácticamente desde su independencia y a partir de 1976,
cuando el golpe cívico-militar, todos los gobiernos la aumentaron.
En
realidad la deuda se pagó ya muchas veces y sin embargo continúa
agrandándose y ahora, el país ni siquiera tiene recursos para solventar
los intereses. Argentina tiene que pagar más de 40 mil millones de
dólares anuales en ese concepto y si las cosas le marchan muy bien
alcanzará un superávit entre 11 y 13 mil millones de la misma moneda.
Las
exigencias del Fondo Monetario Internacional para Argentina son
similares a las que imponen en todos los países del mundo que solicitan
préstamos: rebaja de salarios, despidos, privatización de empresas
estatales, reformas laborales y jubilatorias, etc.
Además se
trata de una deuda ilegítima, ilegal, odiosa e insostenible como han
demostrado insistentemente, varios economistas a lo largo de los últimos
años. El mismo FMI violó sus estatutos al prestar dinero al país en una
situación de fuga de capitales.
En otras palabras, la deuda es
una estafa al pueblo. El macrismo no destinó ni un dólar de todo el
dinero que pidió al FMI a solucionar los innumerables problemas de las
clases populares. Contrajo deuda para pagar deudas anteriores y también
sirvió para la fuga de capitales (el 70% de lo recibido se fugó).
Con
Macri Argentina aumentó la pobreza hasta límites inconcebibles. Casi el
40% de la población está en esa situación y el 15% directamente en la
indigencia. Más de la mitad de los niños sufren hambre y desnutrición y
hubo que declarar al país en emergencia alimentaria. La desocupación
subió hasta superar el 10%, el peso sufrió una devaluación brutal y
llegó a 60 pesos por dólar lo que repercutió en los precios al
consumidor e hizo inaccesible para la mayoría los alimentos esenciales.
Sería
interminable repasar la lista de calamidades a causa de las medidas
neoliberales aplicadas por el gobierno de Macri que no son otra cosa que
el fiel cumplimiento de las exigencias del FMI.
Para resumir digamos que el pueblo sufre las consecuencias de esta deuda fraudulenta y los beneficios van a otros bolsillos.
La esperanza que no se pierde
Ante
semejante panorama la decisión de Cristina Fernández de volver a
presentarse para las elecciones del 27 de octubre, renovó la ilusión de
la mayoría que no encuentra otra salida mejor para aliviar su
sufrimiento. La expresidenta eligió a Alberto Fernández para encabezar
la lista y ella se ubicó de candidata a vicepresidenta. Un gesto
dirigido a tranquilizar a los inversores , al mercado, acreedores varios
y especialmente al FMI. El candidato a presidente dejó una frase
reveladora en ese sentido: “Hay que honrar la deuda”, dijo.
¿Hay que honrar la deuda?
Ambos
Fernández se empeñan en declarar que pagarán las deudas rigurosamente.
No dicen cómo. Solo anticipan que renegociarán con el FMI. Tampoco dicen
bajo qué condiciones. En todo caso de ninguna manera sería una
solución, sino un aplazamiento del dolor. Una pausa para tomar aire y
seguir soportando penurias.
Esta deuda tramposa e impagable ¿no
merece siquiera una auditoría? Una deuda llena de irregularidades donde,
por ejemplo, el acuerdo con el FMI no pasó por el parlamento y que el
gobierno no estaba facultado legalmente para hacerlo ¿no sería
conveniente separar la deuda legal y legítima (si la hubiera) de la
fraudulenta? ¿No sería conveniente poner término a la tremenda
injusticia que significa hacer pagar la deuda a quienes precisamente son
perjudicados por la deuda?.
¿Cómo es posible que se diga que hay
que honrar tanta injusticia y tanto daño a los sectores populares a los
que se supone quieren representar? ¿Cómo se puede honrar lo ilegal e
ilegítimo?
Frases para la desesperanza
Alberto Fernández declaró en Entre Ríos a favor del agronegocio transgénico, causa de graves enfermedades para la población.
Cristina
Fernández, en Misiones, apoyó con entusiasmo al extractivismo y dijo
que “Vaca Muerta es una oportunidad fantástica para agregar valor a toda
la cadena de valor y desarrollo” Y para que no haya dudas de sus
intenciones agregó: “Quieren hacer creer acá dentro del país o afuera
que estamos en contra de las multinacionales. Fui yo la que hice el
contrato entre YPF y Chevrón”
Alberto Fernández anticipó que “ya
estamos trabajando para que las inversiones de producción de litio
cuenten con un marco legal que brinde seguridad jurídica”
Además
el candidato a presidente pidió a los trabajadores que reclaman justicia
en las calles de todo el país, que abandonen esa lucha, que ya vendrán
tiempos mejores.
No viene mal recordar que Alberto Fernández
llegó al Parlamento, hace unos años, porque integraba una lista
electoral que encabezaba nada menos que Domingo Cavallo, uno de los
peores recuerdos de todos los argentinos. Aunque hay que admitir que
algunas personas suelen cambiar.
Por su parte Cristina Fernández
hace alarde de ser más capitalista que Macri ¿es posible que crea que se
pueden encontrar soluciones para los oprimidos dentro del capitalismo
dependiente?
Y en un asunto tan importante como la legalización
del aborto, CF opinó que había que unir los pañuelos celestes (los que
se niegan a legalizarlo) con los pañuelos verdes (que solicitan un
aborto legal, gratuito y seguro). O sea revueltos pero juntos. Una
ambigüedad que minimiza la lucha feminista de años.
Hacerle el juego a la derecha
No
se puede hacer otra cosa. Esto es lo que hay. Las cosas son así. Es
Cristina o es Macri. Es lo menos malo. No le hagamos el juego a la
derecha. Son justificaciones a las que se aferra la gente en estado de
desesperación. Y es absolutamente comprensible.
Pero ¿no es mejor
saber de qué se trata? ¿No es aconsejable entender cuáles serán los
límites que habrá que enfrentar para poder empujar con mayor criterio
hacia una sociedad justa y auténticamente democrática?.
No se
trata de estar en contra de Alberto y Cristina Fernández por cuestiones
ideológicas. Ni de un cuestionamiento de ultra izquierda, como se suele
acusar a estos planteamientos. Sino de conocer mejor a los candidatos
para que la esperanza no sea vana. Y de paso, es bueno también saber que
hay otras opciones de izquierda que le darían al Congreso un carácter
más abierto. Se trata de que la triste historia de las decepciones no se
vuelva a repetir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario