El 2 de septiembre de
1901, en el acto de inauguración de la feria de Minnesota, el entonces
vicepresidente Theodore Roosevelt, dijo: “Aquí mismo permítanme hacer un
enérgico llamado, como yo sé hacerlo, en favor de no decir nada que no
queramos decir, y de actuar sin vacilación en defensa de cualquier cosa
que digamos. Probablemente muchos de ustedes conocen el viejo proverbio:
'Habla con suavidad y camina llevando un gran garrote'.”
Hoy, sin
dejar de fanfarronear, utilizando con inusitada frecuencia la red social
Twitter, o hablando a través de sus asistentes y voceros autorizados,
Donald Trump blande el garrote.
¿Qué, si no un arma para la guerra sucia es la amenaza de imposición de aranceles?
El garrote ha sido utilizado para obligar a México a militarizar sus
fronteras y a convertir sus organismos de seguridad en guardianes de la
frontera yanqui.
Poco hay que decir sobre la prolongada guerra
económica contra Venezuela. “Para usted, presidente Guaidó, un mensaje
muy simple del presidente Trump: Estamos con usted al cien por cien”,
dijo Mike Pence en febrero pasado en un encuentro en el cual también
participó el ultraderechista presidente colombiano Iván Duque.
El mismo significado tiene el levantamiento, dispuesto el mes pasado, de
la suspensión de los Títulos III y IV de la ley Helms-Burton.
Habilitando el título III, estadounidenses y cubanos nacionalizados
podrán demandar ante cortes de Estados Unidos a las compañías que
entiendan beneficiarias de propiedades que fueran suyas o de su familia
antes de la Revolución. El Título IV restringe la entrada a Estados
Unidos de quienes hayan confiscado propiedades de estadounidenses o
comerciado con ellas.
El endurecimiento del bloqueo contra
Cuba, la imposición de sanciones a Venezuela y la retención de millones
de dólares propiedad del Estado venezolano, manifiestan también que el
garrote se utiliza ahora contra el avance político en América Latina.
En abril de 1903, siendo ya presidente, en Chicago, Illinois, Thodore Roosevelt pronunció otro discurso:
“La
Doctrina Monroe no es ley internacional, y aunque creo que un día puede
convertirse en tal, esto no es necesario mientras siga siendo una
característica cardinal de nuestra política exterior y mientras tengamos
la fuerza y la voluntad de hacerla cumplir. Este último punto, mis
conciudadanos, es muy importante y es uno que como pueblo nunca podemos
permitirnos olvidar. Creo en la Doctrina Monroe con todo mi corazón y
alma; estoy convencido que la inmensa mayoría de nuestros compatriotas
también cree en ella; pero preferiría infinitamente que la abandonáramos
a ver que la planteáramos y fanfarroneáramos al respecto, y no
pudiésemos conformar la fuerza de combate eficiente que, en última
instancia, puede hacer que sea respetada por cualquier poderosa potencia
extranjera interesada en violarla”, dijo.
Y como no podía dejar de mencionar el garrote, agregó:
“La
jactancia y las fanfarronadas son tan objetables entre las naciones
como entre los individuos, y los hombres públicos de una gran nación
deben a su sentido de autoestima nacional expresarse cortésmente sobre
las potencias extranjeras, de la misma manera que un hombre valiente y
respetuoso trata con cortesía a todos a su alrededor. Pero aunque
jactarse es malo, e insultar a otro sin motivo es peor, aún peor es
alardear, incluso sin insultar, y cuando se responde no poder hacer
efectiva semejante jactancia. Hay un viejo adagio casero que dice: «Habla suavemente y camina llevando un gran garrote. Llegarás lejos».
Si la nación estadounidense se expresa con suavidad y, al mismo tiempo,
conforma y mantiene en la más elevada preparación una armada
completamente eficiente, la Doctrina Monroe llegará lejos. Pido que
piensen sobre esto”.
Fanfarronería… y junto a ella el garrote
No era Theodore Roosevelt un modelo de cortesía o un político con suave
expresión, pero consideraba conveniente la expresión “suave” para
imponerse sobre las grandes potencias europeas. En 1902, cuando las
potencias europeas (Gran Bretaña, Italia y Alemania) impusieron un
bloqueo naval a Venezuela porque el gobierno encabezado por Cipriano
Castro suspendió el pago de la deuda externa, Estados Unidos fue
“mediador neutral”, y quedó registrado con el nombre de “Protocolo de
Washington” el acuerdo mediante el cual se puso fin a ese bloqueo.
Hoy, la lucha contra el avance político en América Latina es
coordinada, presidida y mayoritariamente financiada por Estados Unidos, y
los pronunciamientos, las giras diplomáticas de funcionarios civiles y
militares y el uso de las redes sociales, son recursos de importancia en
la aplicación de la política del gran garrote.
En el caso de
México, la gestión para posponer sin fecha la aplicación de aranceles,
conllevó la militarización de la frontera sur y la conversión del país
en muro de contención de la migración masiva hacia Estados Unidos.
Queda de manifiesto que la buena relación con Estados Unidos implica el
abandono de aspectos importantes del compromiso con las mayorías. El
presidente Andrés Manuel López Obrador no lo reconoce, pero queda claro
que así es.
En los casos de Cuba Venezuela, la guerra económica es parte esencial en la apuesta al sometimiento.
Para arrodillar a los serviles
En el caso de Guatemala, el gobierno presidido por Jimmy Morales ha
permitido la instalación de tropas yanquis en su frontera con México con
el pretexto de contener los flujos migratorios. Nada distinto podría
esperarse de un mandatario que ha sido servil y que, además, ejerce en
forma ilegítima.
En el caso de Honduras, el gobierno de Juan
Orlando Hernández, marcado por la ilegalidad y más aún por la
ilegitimidad, ha hecho las concesiones necesarias para permanecer en la
gracia del poder estadounidense después de las amenazas yanquis debido a
las caravanas de migrantes.
La amenaza es suspender la ayuda económica.
El garrote sirve para hacer que reafirmen el compromiso los siempre serviles.
En el caso de República Dominicana, se puso de manifiesto recientemente
el servilismo cuando se dio a conocer una carta enviada por el senador
Robert (Bob) Menéndez pidiendo al secretario de Estado Mike Pompeo que
accione para impedir la repostulación del presidente Danilo Medina.
La oposición electoral mostró el servilismo como sello de clase, pues
aplaudió la acción del anticomunista senador Menéndez y dijo que no era
intromisión en asuntos internos.
No hay que ser gobiernista
para calificar a Menéndez (anticubano y además procesado por escándalos
sexuales y corrupción) de intruso, pues él llama a dirigir el garrote
hacia donde considera conveniente ahora.
El actual gobierno es
servil. Danilo Medina se ha sumado al coro de los yanquis en relación
con Venezuela y ha llegado a permitir el uso del territorio dominicano
para preparar acciones contra Venezuela.
Menéndez y los suyos le hacen saber que debe subir de nivel el sometimiento.
La oposición electoral, dirigida por neoliberales confesos, también
considera que el territorio dominicano es parte del patio trasero de
Estados Unidos.
Se pone de manifiesto que la lucha por la
democratización del país es contra los representantes y sustentadores
del sistema político vigente, no del lado de ellos, porque no están
dispuestos a defender la soberanía del país y los intereses de las
mayorías.
El garrote se sigue utilizando para perpetuar el
dominio imperialista sobre República Dominicana, y es penoso que incluso
algunos analistas autodefinidos como progresistas no lo adviertan… Es
ceguera condicionada por sucios intereses.
En los inicios del
siglo pasado, la aspiración de Roosevelt era ver convertida en ley la
Doctrina Monroe. Hoy, Trump pretende someter al mundo con el uso del
garrote.
La Unión Europea se ha pronunciado contra el
endurecimiento del bloqueo a Cuba, porque amenaza intereses de empresas y
Estados europeos que negocian con ese país.
Un orden
internacional caduco y esencialmente injusto ha sido incapaz de impedir
la acción imperialista y de sancionar la incautación de recursos que
pertenecen al Estado y al pueblo. Es lo que se ha hecho y se sigue
haciendo contra Venezuela. Es también injusta, anacrónica y criminal la
prolongada agresión a Cuba, que hoy se reacomoda e intensifica.
¿Con qué derecho se atenta contra el avance político? Es preciso decir
basta… Y convertir en pieza de museo el garrote que el imperialismo
levanta contra nuestros pueblos.
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