La Jornada
Sólo falta que la ley electoral argentina, habilite en las PASO (elecciones
primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias), a los partidos que competirán en los comicios presidenciales del 27 de octubre venidero.
Las PASO son
primariasporque en lugar de definirse cargos, determinan las candidaturas oficiales;
abiertasporque todos los ciudadanos participan en la selección de candidatos (estén o no afiliados en algún partido político);
simultáneasporque los precandidatos dirimen su postulación en la misma fecha y en el mismo acto eleccionario, y
obligatoriaspara los ciudadanos de entre 18 y 70 años (siendo voluntario para los jóvenes desde los 16 a los 18 años).
La ley prevé que para ganar la presidencia, el partido o coalición de
partidos favorecida en las urnas, necesita 45 por ciento de los votos
emitidos. O bien, 40 por ciento con 10 puntos de diferencia sobre el
favorecido en segundo lugar. De lo contrario, habrá una
segunda vuelta(balotaje), previsto para el 24 de noviembre.
En todo caso, la moneda está en el aire y los argentinos se disponen,
una vez más, a elegir entre peronismo y antiperonismo. El peronista
Alberto Fernández (Partido Justicialista) irá acompañado en el Frente de
Todos por la senadora Cristina Fernández de Kirchner (dos veces
presidenta), y Mauricio Macri (antiperonista), buscará la relección en
el binomio Junto Somos el Cambio, junto con el peronista (renegado)
Miguel Ángel Pichetto.
Otros binomios, menores, participarán en los comicios: Consenso
Federal 2030 (peronismo antikirchnerista), integrado por Roberto
Lavagna, ex ministro de Economía, y Juan Manual Urtubey, gobernador de
Salta; el trosquista Frente de Izquierda y Trabajadores-Unidad (Nicolás
del Caño y Romina del Plá); el ultraliberal Frente Despertar; el neonazi
Frente Patriota; el trosquista Nuevo Movimiento al Socialismo, y dos
más, derechistas: Nos y Partido Autonomista Nacional.
A la fecha, los sondeos de opinión y la mayor parte de las encuestas
creíbles, aseguran que el binomio Fernández-Fernández (digamos,
Cristina) se impondrá en primera vuelta. Sin embargo, de no ser así, el balotaje galvanizará a todas las fuerzas políticas, sociales y culturales que en Argentina militan en el partido del odio. Por esto, y luego de las inesperadas victorias de Macri, Trump y Bolsonaro en 2015, 2016 y 2018, otras voces sugieren ser más cautelosas.
En suma, los argentinos empiezan a resentir las consecuencias del perverso sistema mediático, judicial y financiero que
democráticamentehizo de sus vidas un calambur. Un calambur en el que Enrique Cimiento (enriquecimiento) y sus cómplices, convirtieron la política en loquera, para dejar de ser
lo-que-era.
Sólo así es posible entender que Macri eligiera al peronista Pichetto
en la fórmula presidencial, o que el director de la edición de Le Monde Diplomatique en español, José Natanson, haya convocado al taller de análisis político
Cómo pensar la realidad y no morir en el intento(sic).
Por ende, la opción electoral verdadera será entre Cristina y su
tocaya Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI). Quien
a contramano de la supuesta
apoliticidadde un organismo técnico
alejado de la política, participa activamente en la campaña, criticando a la principal figura de la oposición a Macri.
Y es que la Cristina con hache recibe órdenes de Trump y del
secretario de Estado, Mike Pompeo. Tal es la pelea (geopolítica) de
fondo, luego de que el presidente que aseguraba contar con
el mejor equipo económico en 50 años, logró en tan sólo tres años y medio destruir el Estado nacional, contraer una deuda impagable y descomunal, y hacer que los argentinos sintieran que conservar el trabajo es milagro, y comer un privilegio en el país de los alimentos.
El presidente provisional del Senado, Federico Pinedo (bisnieto de
oligarcas, políticos y terratenientes), declaró en días pasados:
Por suerte es imposible que Alberto (Fernández) y Cristina lleguen a ganar en primera vuelta. Pero si llegara a pasar eso, me tiro de la silla o del balcón.
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