Más que hacer una limpia en el Instituto Nacional de Migración (INM), como anunció el presidente Andrés Manuel López Obrador, es necesario que el actual gobierno desaparezca dicho organismo –debido a su alto nivel de corrupción– y cree otro en su lugar, que sirva verdaderamente como un organismo de cuidado para los trabajadores internacionales que llegan al país en situación de vulnerabilidad, señalaron organizaciones civiles especializadas en el tema.
Gabriela Hernández, directora del albergue de ayuda para migrantes Casa Tochán, recordó que hay múltiples evidencias y testimonios de cómo los propios agentes del INM venden visas humanitarias (muchas veces falsas) y trafican con migrantes, muchos de los cuales son entregados a grupos del crimen organizado.
Si se quiere acabar con la corrupción, tiene que desaparecer el INM y construirse uno nuevo. No tie-ne sentido dejarlo, porque hemos recibido relatos de que a los migrantes los detienen y luego los entregan a grupos delincuenciales, lo que habla del grado extremo de descomposición al que ha llegado dicho organismo, enfatizó la activista.
Además de lo anterior, dijo Hernández, las estaciones migratorias no están siendo utilizadas como sitios en donde los trabajadores indocumentados puedan ser protegidos de eventuales riesgos, sino que es justo ahí donde son blanco constante de abusos, como hacinamiento, condiciones indignas de estadía y falta de información sobre sus derechos.
Marta Sánchez Soler, presidenta del Movimiento Migrante Mesoamericano, coincidió en que el actual nivel de descomposición del INM hace preferible desaparecerlo en vez de tratar de reformarlo.
“Está tan deteriorado y corrompido, que una ‘limpia’ probablemente tome demasiado tiempo y no sea suficiente. El tráfico de personas está totalmente controlado por el INM”, cuyos agentes lucran con el deseo de los migrantes de llegar a Estados Unidos, en complicidad con grupos delincuenciales, indicó.
Para la activista y socióloga, tras la eventual desaparición del INM, deberían crearse dos organismos diferentes, uno encargado de controlar los flujos migratorios que llegan al país y otro de brindarle ayuda a quienes la necesiten, además de anular definitivamente los centros de detención.
Los migrantes no deben ser vistos como una amenaza. Si el gobierno continúa con la estrategia de criminalizarlos para justificar las restricciones contra ellos, se abre una caja de Pandora que luego no se puede cerrar, porque se despierta el odio, el racismo y la xenofobia, y eso continúa aunque cambien las autoridades, alertó.
Fernando Camacho Servín
Periódico La Jornada
Domingo 30 de junio de 2019, p. 12
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