“Vos tenés la bala… Yo la palabra… La bala muere al detonarse… La palabra vive al replicarse”
Berta Cáceres, hondureña internacionalista y líder indígena asesinada el 2 de marzo de 2016.
El premio nobel de la paz en 2009 el 44 presidente de los Estados
Unidos de América, Barack Obama, decidió junto con su secretaria de
Estado, Hillary Clinton, iniciar el ataque contra Latinoamérica.
El
país escogido fue Honduras, en donde se atesto el primer golpe de Estado
del siglo XXI, resurgiendo así, las bestias militares que se
esparcieran después, por toda Latinoamérica.
La ráfaga de
disparos que hiciera una camioneta blanca y desconocida contra las
personas que protestaban pacíficamente la noche del 28 de junio de 2009,
frente a la casa presidencial, fue solo el primer hecho de guerra del
cual iba a ser testigo como periodista. Iniciaba la dictadura y la
reconfiguración del fascismo en todo el mundo.
El periodista e
historiador Celso Martins, de origen brasileño (1955-2018), describió el
hecho en 2010, como una ofensiva de ataque contra toda Latinoamérica,
puesto que los Estados Unidos había perdido gran parte de su hegemonía
económica y política en la región.
Celso fue un reconocido
periodista en la ciudad de Florianópolis, Brasil y desde que inicio el
golpe de Estado en Honduras, estuvo apoyando con sus publicaciones a
denunciar las violaciones de derechos humanos, asesinatos y demás hechos
que empezaban a enlutar a la población Centroamericana.
Sin
embargo, este luto, que inició con Isis Obed Murillo un joven que fue
asesinado con 17 años, frente al aeropuerto internacional de Toncontin
en la capital de Honduras, también fue el comienzo de un intento de
emancipación insurreccional contra el yugo que somete a la población de
esa nación latinoamericana como una colonia más del poderío hegemónico
de los Estados Unidos.
Era un 5 de julio de 2009 cuando más de
medio millón de personas se hicieron presentes en una multitudinaria
movilización social de todos los sectores sociales de esa nación, sin
embargo, las fuerzas militares al ver tal poderío del pueblo de Honduras
cobardemente decidieron disparar contra civiles desarmados al costado
norte del aeropuerto en mención, en donde resulto asesinado Isis Obed
Murillo.
Había pasado una semana después del 28 de junio de
2009 y la población de Honduras enardecida por el golpe de Estado,
comenzó a salir a las calles a condenar la asonada castrense, que tenía
todo el beneplácito de la empresa privada, la iglesia católica (Opus
Dei) y la evangélica.
El comando sur de los Estados Unidos
mediante el resurgimiento de la doctrina monroe comenzaba su agenda de
experimentación social neocolonialista con Honduras, apoyando gobiernos
hondureños de factos a partir de 2009.
Siguiendo con la agenda
de Washington en 2012 fue el turno de Paraguay en donde se asesto un
golpe parlamentario, también se realizó un golpe de Estado fallido en
Ecuador en donde no pudieron llevar a cabo su cometido y después la ola
de ataque imperialista se fue hacía Brasil en cuyo país se efectuó un
juicio político contra la expresidenta Dilma Rousseff.
A 10
años de la asonada castrense en Honduras, su pueblo a elevado sus
niveles de conciencia social, a tal punto que en los últimos meses se
han desarrollado multitudinarias movilizaciones, las que han sobrepasado
las iniciadas en 2009 y que han exigido la renuncia del actual dictador
Juan Orlando Hernández, quien continua con el legado de facto de sus
predecesores Roberto Micheletti y Porfirio Lobo Sosa, cuyo hijo está
encarcelado en una prisión en la ciudad de Nueva York por ser sospechoso
de tener fuertes vínculos con el narcotráfico.
Al igual que
Juan Orlando Hernández, este mandatario de facto ha sido señalado por el
gobierno de los Estados Unidos como un fuerte sospechoso por supuestos
nexos con el narcotráfico, y hasta el propio hermano de este dictador,
está encarcelado en una prisión de Nueva York por el supuesto delito de
tráfico de drogas.
Hasta el año 2008 el poder económico de
Honduras fue dominado en su totalidad por unas 8 familias de ascendencia
árabe y judía askenazi, quienes siempre son fieles rastreros a las
políticas exteriores de Washington.
Estas familias controlan la
empresa privada y son los principales impulsadores del modelo
neoliberal que mantiene en la miseria a Honduras, situándola como las
peores economías de Latinoamérica después de Haití.
Sin
embargo, en 2013 y continuando con el régimen de facto, Juan Orlando
Hernández toma la presidencia de la nación centroamericana en unas
elecciones bastante irregulares.
Sin embargo, desde 2010 se
intensifico la lucha entre carteles de la droga en Honduras, a tal punto
que en zonas del caribe hondureño se estableció un irregular
crecimiento de la economía.
Desde entonces ha existido en
Honduras una lucha de clases de parte de la elite económica establecida y
la que recientemente surge y que está ligada directamente con el
narcotráfico y el crimen organizado internacional.
Ambas clases
han acumulado fortunas tal y cual lo establece la economía de
especulación del mercado a través de jugosos favores de los gobiernos,
cuyo discurso es democrático, pero en su accionar la corrupción reluce
como su espejo.
Estas denominadas clases establecidas tienen el
control de los medios de comunicación, cuya realidad que difunden
apuntan a los intereses económicos de esta clase económica,
convirtiéndose en medios de desinformación al servicio de la elite.
De igual forma sucede con la clase económica surgida directamente del
narcotráfico, cuyo poderío ha impuesto su opinión en los medios de
comunicación y en donde sus periodistas han dejado de ser informadores
para involucionar en mercenarios de la información.
En 2015 el
pueblo de Honduras nuevamente se volcó a las calles para denunciar el
robo de más de 290 millones de dólares del Instituto de Seguridad
Social, cuya institución quedo desabastecida de medicamentos y equipo
médico.
La corrupción, la inestabilidad política, el crimen
organizado internacional, narcotráfico, tráfico de influencias,
persecución política, asesinatos de jóvenes, persecución judicial a los
que oponen a la dictadura, asesinato de periodistas, indígenas,
ambientalistas y líderes sociales, son solo parte de algunas variables
sociales que mantienen en una guerra no declarada a Honduras.
Pese a todo este aparato de represión militar, al estilo del sionismo
internacional impulsado desde Washington, los hondureños han creado un
nuevo ambiente insurreccional haciendo uso pleno de su derecho
constitucional de no obedecer a gobiernos usurpadores.
Recientemente se reporta un saldo de 19 muertos y varios heridos, debido
a la acostumbrada represión que realizan los aparatos de seguridad del
Estado contra su propio pueblo.
Jamás se había marcado un
precedente histórico en Honduras en donde su pueblo aún se opone a la
dictadura que lleva 10 años de dominio, y que muchos han sido obligados a
inmigrar en caravanas convertidas en éxodos apocalípticos.
En
relación con este panorama, es una vergüenza el papel que ha fungido la
principal academia de Honduras, la Universidad Nacional Autónoma de
Honduras (UNAH), cuyas autoridades se han dedicado a cazar estudiantes
universitarios, como si se tratase de animales en jauría, siendo
cómplices de esta estructura criminal que gobierna la nación del
libertador Francisco Morazán.
La historia ya está juzgando a
estas autoridades universitarias y su grupúsculo de amigos
intelectuales, cuya perversidad los condena como los sicarios de la
academia.
Honduras convertida en la Palestina de Latinoamérica,
por su heroica resistencia y rebeldía contra la dictadura que vive
desde hace 10 años, es un pueblo fuerte que está escribiendo su historia
en la plena reconfiguración del fascismo mundial.
“Aquí es muy fácil que a uno lo maten. El coste que pagamos es muy
alto. Pero lo más importante es que tenemos una fuerza que viene de
nuestros ancestros, herencia de miles de años, de la que estamos
orgullosos. Ese es nuestro alimento y nuestra convicción a la hora de
luchar” Berta Cáceres.
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