Aram Aharonian|
Tras el fracaso del ingreso de tropas bajo el pretexto de la “ayuda
humanitaria” (Operación Cúcuta) y el golpe de Estado, los estrategas de
Washington reciclan temas y retoman la matriz migratoria que había
desaparecido de los medios de comunicación desde enero, mientras
insisten en destruir el sistema de asistencia alimentaria.
En las últimas semanas se multiplicaron reuniones y diálogos
internacionales en busca de una solución negociada a la crisis
venezolana, sobre todo desde que la oposición dejó en evidencia su falta
de coherencia, cohesión y respaldo popular y muchos otrora
aliados/cómplices de los planes injerencistas de EEUU tomaron prudente
dis
tancia de los mismos.
Aunque grupos opositores quisieron imponer el imaginario colectivo de
que las conversaciones de Oslo fueron un fracaso, varias hojas de ruta
circulan por las cancillerías, todas ellas basadas en soluciones
negociadas que debieran terminar en elecciones generales. Pero no hay
acuerdo en condiciones ni fechas. Mientras el gobierno exige el cese de
las sanciones, bloqueos y pirateos de fondos para comenzar las
negociaciones, la oposición insiste en que Nicolás Maduro deje la
presidencia.
Un papel de trabajo habla de elecciones generales programadas para
octubre, fecha para la cual debieran ser nombrados nuevos Tribunal
Supremo de Justicia y Consejo Nacional Electoral, comicios en los que no
podrían presentarse Maduro ni el autoproclamado presidente interino
Juan Guaidó.
El problema con el que se en
cuentran
los mediadores es la dificultad de encontrar nuevos candidatos, aunque
dentro del oficialismo va creciendo la figura del joven gobernador del
estado Miranda, Héctor Rodríguez, uno de los negociadores en Oslo.
Difícilmente Maduro quiera dar un paso al costado
Otra vez la migración
“En este reciclaje mediático ACNUR vuelve a su rol de
instrumentalizar la migración venezolana: mienten e inflan cifras para
pedir y recibir más recursos con destino incierto, en medio de una
rebatiña parasitaria, a costa de la dignidad y los Derechos Humanos de
los venezolanos”, señala el canciller venezolano Jorge Arreaza.
Tras las reuniones del Grupo de Contacto
(básicamente
europeo) con distintos actores de la geopolítica mundial y gobiernos
latinoamericanos, el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente,
Diosdado Cabello, se reunió el viernes 7 con el presidente cubano Miguel
Díaz-Canel, Raúl Castro y José Ramón Machado Ventura en La Habana,
donde descartó elecciones presidenciales fuera del cronograma electoral.
Casi simultáneamente, Elliott Abrams publicaba un artículo en el que
se reprograma la línea estadounidense hacia Venezuela, lo que implica,
implícitamente, la admisión de un esquema de negociaciones, lo que cayó
mal en la oposición.
“Los venezolanos deben poder unirse y tomar las decisiones que
enfrenta su país a través de elecciones libres”, dijo Abrams, quien se
abstuvo de mencionar la salida de Nicolás Maduro de la presidencia como
paso previo a cualquier proceso electoral. Para seguir mostrándose como
el más halcón dentro de los halcones, señaló que se continuarán
aplicando presiones, o sea que continuaría el embargo financiero y
petrolero, lo que pudiera ser parte de las negociaciones.
Matar de hambre
Fracasada una invasión y el farsesco golpe, y en la continua pérdida
de aliados-cómplices para derrocar al gobierno constitucional, la
estrategia de agresión a Venezuela, retoma otros carriles, como el de
bombardear el abastecimiento de alimentos y medicinas a la población
(oficialistas y opositores, claro).
«Washington castiga a las empresas que quieren invertir aquí y luego
dice que hay crisis humanitaria», acusó Cabello, en la antesala de la
demostración de una multitudinaria marcha bajo la lluvia en las calles
de Caracas con la consigna: “Trump, con mi Clap no te metas”. 

Los Comité Locales de Abastecimiento y Producción, los “Claps” se
constituyeron en abril de 2016, cuando el gobierno cambió de estrategia
para enfrentar la crisis de abastecimiento y la -ya en ese momento-
descontrolada inflación. En ese momento se decidió que los productos que
se vendían a precios regulados en la red de abastos y supermercados del
Estado se entregaran directamente casa por casa, previo censo de
ocupantes de cada vivienda. Según cifras oficiales, en 2018 “el Clap”
(cajas con alimentos básicos) se distribuyó en seis millones de hogares.
Más allá de la polémica en torno a su efectividad y su permanencia a
mediano y largo plazo, está claro que “los Clap” son una de las
respuestas a la pregunta del millón de estos tiempos en Venezuela: cómo
se sostiene el gobierno de Maduro, a pesar de la crisis económica
prolongada y el asedio interno.
En las últimas semanas voceros de la administración de Donald Trump
aseguraron que impondrán nuevas sanciones para entorpecer el
abastecimiento a los Clap (la mayoría de los productos son comprados por
el Estado a empresas privadas en América Latina, pero también en
Europa).
Asimismo, miles de venezolanos cruzaron este fin de semana a Colombia
para comprar medicinas y alimentos, después de que el gobierno
bolivariano reabrió un cruce fronterizo, cerrado hace cuatro meses tras
el fallido intento de Juan Guaidó, Washington y el Grupo de Lima de
ingresar ayuda humanitaria y soldados al país, mientras las Fuerzas
Armadas destruían un depósito clandestino (143 barriles plástico con
31.460 litros de gasolina) destinado al contrabando de extracción de
combustible venezolano hacia Colombia, en la frontera común del
Catatumbo.
Un estudio de la estadounidense Universidad John Hopkins señala que
como resultado de las sanciones “la economía venezolana se reducirá en
más de un tercio, con condiciones que probablemente empeorarán como
resultado de la hiperinflación y la prolongada agitación política”.
A su regreso a Caracas, Cabello dijo que EEUU «practica un bloqueo
para que no puedan entrar alimentos a Venezuela, sancionan organismos y
empresas que pueden ayudar a ingresar alimentos y medicinas». Mientras,
en un intento por bordear las sanciones, “la moneda rusa (el rublo)
reemplazará al dólar en las transacciones entre los dos países”, dijo el
dirigente oficialista Tareck El Aissami en el Foro Económico de San
Petersburgo.
Oposición y EEUU, sólo fracasos (por ahora)
Pompeo cargó la responsabilidad del fracaso de los planes subversivos
solo en la oposición venezolana, sin admitir sus propios errores. Sus
declaraciones demuestran el fracaso de sus decenas de agencias de
inteligencia (tres en el terreno y el monitoreo del Comando Sur y la IV
Flota).
Es incomprensible que no supieran del personalismo, autoritarismo y
la falta de credibilidad popular con quienes (o para quienes) diseñaron
las estrategias para derrocar desde año 20 años el gobierno
bolivariano. Y menos aún, elegir a un desconocido Juan Guaidó para
comandar la “batalla final”, incapaz de presentar una idea o articular
un discurso más allá del odio. Un “presidente” impuesto desde el
exterior.
En la variopinta oposición venezolana hay grupos
radicales y moderados, con visiones diferenciadas, pero (en general)
dispuestos a seguir el guión de Washington para no abdicar del
financiamiento que reciben para su funcionamiento –unos- y para la
desestabilización, otros. Otro punto resaltante es el de los egos y las
rivalidades entre los múltiples autoproclamados líderes, con
aspiraciones personales y delirios de controlar el poder y los recursos
públicos.
Los think tanks y publicitas de la oposición intentaron, con claro
asesoramiento estadounidense, español y colombiano, imponer el
imaginario colectivo de que era inminente la caída de un presidente
constitucional, al que calificaron de “usurpador” y “narcoterrorista” ,
usando el terrorismo mediático de una cartelizada red de medios y las
falsedades a través de las llamadas redes digitales. Y, sobre todo,
hacer creer que el gobierno era repudiado por el pueblo.
Siempre el límite de las mentiras virtuales, es la realidad, y ésta
muestra las “escuálidas” (Chávez dixit) manifestaciones de apoyo a
Guaidó en territorio venezolano, pese a que encuestadoras insisten que
tiene el apoyo del 56% de la población. Esto “lo convierte en el líder
fundamental de la oposición y le da una fuerza intrínseca que le permite
articular a su grupo, incluso sin unidad y sin tener que someter cada
decisión al escrutinio, ni la aprobación de la mayoría”, dice Luis
Vicente León, director de Datanálisis y uno de los guionistas locales de
la oposición.
La acción selectiva de las oficinas del gobierno estadounidense ha
privilegiado unos grupos, grupúsculos, fundaciones, ONGs y partidos
sobre otros, en términos logísticos, financieros y de otorgamiento de
representatividad. Asimismo, ha sido nociva la escogencia de dirigentes
desde el exterior y la elaboración de estrategias que no se corresponden
con la realidad venezolana.
Entre ellas, destaca el politólogo Leopoldo Puchi, la abstención en
los comicios de mayo de 2018, la juramentación y creación de una imagen
de poder dual en enero último y el trabajo de fractura de los militares,
desde Washington, Bogotá y Brasilia. La falla más aguda, dice, ha sido
la de desnaturalizar a la oposición, que al perder su propia identidad
de fuerza nacional autónoma se separa de su razón de ser y de sus
raíces.
Por otra parte, es normal que el sector militar
presente divisiones internas, lo que no significa que los escasos
disidentes estén dispuestos a separarse si no están seguros de conformar
una clara mayoría interna. Terminan actuando en conjunto sobre todo
cuando no hay oferta creíble sobre su participación futura y el
mantenimiento de su poder: prefieren el status quo.
En paralelo a las reuniones cupulares entre actores políticos, emerge
desde la sociedad la necesidad de reencontrarse en espacios plurales
dialogantes, con miras a ejercer el derecho a la reflexión, al debate y a
la expresión formal de desacuerdos; el derecho a la evaluación tanto
crítica como autocrítica y, por supuesto, a la participación activa y
respetuosa en la búsqueda de soluciones, señala la socióloga Maryclén
Stelling.
Deberá ser un espacio que se opone a la exclusión y marginalización
del otro, del diferente, del adversario. Deberá ser un ejercicio de
ciudadanía libre, democrática, responsable y critica; de promoción de
valores tales como tolerancia, solidaridad, cooperación, justicia; de
reconocimiento del otro y de respeto a las diferencias. En democracia y
sin miedo, añade.
Golpe de timón II
Jaua, exministro, afirmó que «los venezolanos han perdido los
derechos de la primera década de la revolución y eso genera angustia,
preocupación y sufrimiento» y enfatizó que se requiere llegar a un
acuerdo para el diálogo y así «evitar el dolor al pueblo».
La pregunta que Chávez dejó sin repuesta en 2012 es cómo se
trasciende a un orden diferente: el tránsito, la construcción del nuevo
modelo económico, político y cultural, que dejó intrínseco su
reconocimiento del rumbo equivocado que se venía transitando, y destacó
dos instancias diferentes: planificación (instancia de programación del
camino a seguir) y acción política, con un programa para avanzar hacia
la utopía posible.
Dijo que la “revolución económica” no puede hacerse sin antes
concretar la “revolución política”, asociada a la idea de “dejar de ser
colonia”. En su mensaje hay temas claves como la crítica de gobierno
(autocrítica), la eficiencia y eficacia del gobierno, la deuda en la
construcción del Estado Comunal y el papel de las Comunas
Socialistas, y el problema cultural existente en el Estado, que
reproduce las dinámicas del Estado colonial, burgués, centralizado,
burocrático.
La política pública se ha implementado sin transformar las relaciones sociales, sin organizar las Comunas Socialistas.
Es sabido que hay un grupo de figuras del funcionariado político de
gobierno que se han mantenido en el alto rango civil y/o militar de
manera recurrente y permanente desde 1999 (coincidentemente se repiten
en los cargos del partido político oficial). Si esta autocrítica fuera
tal, las características de estas figuras y el proyecto en su
integralidad serían sometidas a revisión, señala Ayelén Correa.
*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración.
Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración
Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis
Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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