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domingo, 16 de septiembre de 2018

Primer año del partido FARC


Amauri Chamorro*

El 2 de septiembre en Bogotá, Colombia, el FARC (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común) clausuró su congreso nacional en conmemoración al primer año de su existencia como partido y no más como una guerrilla. Pese a las nuevas formas de lucha, los temas como la reforma agraria y la justicia social siguen vigentes hasta la etapa de posconflicto en que se encuentran. Los primeros y casi únicos, indicadores positivos de la paz se reflejan en la disminución de los números de violencia. De 15 mil asesinatos en 2012, pasaron a 12 mil en 2016. A pesar de ser una reducción significativa , analizada en un contexto más amplio, es absolutamente insuficiente.
Según la ONU, 55 por ciento de los 8 mil guerrilleros que participaron de la dejación de armas han desertado de las zonas de desmovilización por la falta de cumplimiento del ex presidente Juan Manuel Santos.
El Acuerdo de Paz va mucho más allá de la entrega armas por parte de la guerrilla. Hay una cruda realidad que persiste en la violencia política, que el Estado y la sociedad no han decido enfrentar. Un ejemplo es que en ese mismo día histórico de clausura del congreso del FARC, se contabilizaba un triste récord de 31 líderes sociales de izquierda asesinados en el país, correspondiente a las tres semanas de Iván Duque en la presidencia. Si con Santos el camino de la paz era un desastre, con Duque la tendencia es que empeoré.
El hecho de que el Estado colombiano no haya cumplido con ninguno de los puntos del acuerdo , lleva a creer que existe una maniobra política para forzar que se inicie una masiva vuelta de los ex combatientes a las montañas. Eso sería una excusa para las fuerzas conservadoras de Colombia, que actualmente viven el fortalecimiento en las urnas de una nueva izquierda pacífica y democrática en el país. Los votos de 8 millones de ciudadanos por Gustavo Petro para la presidencia y los casi 12 millones de la Consulta Anticorrupción prendieron las alarmas uribistas para frenar a la izquierda a como dé lugar.
En abril, cuando detuvieron al diputado del FARC Jesús Santrich, las encuestas presidenciales colocaban a Gustavo Petro como líder en la corrida presidencial. Iván Duque, en ese entonces, figuraba en tercer lugar quedando fuera de la segunda vuelta. La amenaza de detención del diputado del mismo partido, Iván Márquez, se da durante la Consulta Anticorrupción realizada en agosto del 2018. Es evidente que los dueños de Colombia continuarán violando todas las leyes. Si dos de los más altos miembros del partido, parlamentarios, negociadores y signatarios del Acuerdo de Paz no han tenido sus derechos respetados, ¿que dirá un combatiente raso de alguna vereda del casco rural? Se mantiene el terror en el país y la agenda de la izquierda detenida por el secular genocidio de sus militantes.
En el congreso del FARC se notaba el resultado de los atropellos legales, incumplimientos y los asesinatos a sus líderes sociales. Es notable el esfuerzo de la militancia de no romper las filas de la paz y darle la espalda al acuerdo. Las condiciones del teatro de operaciones políticas es algo muy distante al militar. La vulneración en que se encuentran los ex combatientes y miembros del partido es grave ¿Cómo darle sentido a la paz cuando tu ex enemigo te está matando?
Nadie quiere ser soldado, si es que se puede disputar en las tarimas. Al mismo tiempo que intentan sobrevivir al genocidio deben desarrollarse como un partido, aprender de los errores, de la disputa comunicacional, aprender a ganar elecciones y pagar su deuda histórica con el país dentro del marco del Acuerdo de Paz. En menos de un año tuvieron que dejar las armas, disputar una presidencia, dialogar con la sociedad civil conservadora y dar entrevistas. No han podido madurar como gremio político. La velocidad de los hechos, las redes sociales y las fake news son peligrosas y golpean el estado de ánimo de sus cuadros muy preparados intelectualmente.
El desafió político de la izquierda, y principalmente del partido FARC, es colosal. En Colombia, las élites económicas han utilizado la violencia, sistemáticamente, para liquidar a sus oponentes políticos de origen popular. Así las condiciones, intentar vencer en las urnas será más fácil para la izquierda colombiana, que llegar viva a la victoria.
*Comunicologo

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