Silvia Swinden
Las
raíces de la OTAN se remontan al nefasto día en que USA lanzó sus
bombas A en Hiroshima y Nagasaki. Con el fin de neutralizar opiniones
de gente como Eisenhower, que sabía que los japoneses estaban buscando
maneras de rendirse y no había necesidad de arrojarlas, los
estadounidenses se adelantaron de todos modos[1], porque necesitaban probar las bombas y, algo más importante, enviar un mensaje a la Unión Soviética: he aquí nuestra superioridad militar.
Aunque fueran aliados durante la guerra ya se perfilaban las
diferencias ideológicas creadas por la Revolución Comunista. O sea, las
bombas no fueron el fin de la Segunda Guerra Mundial sino el principio
de la Guerra Fría. (En una entrevista de Newsweek, Dwight
Eisenhower volvió a recordar la reunión con Henry Stimson: "...los
japoneses estaban listos para rendirse y no era necesario golpearlos con
esa cosa horrible." - Ike on Ike, 11/11/63).
Retrospectivamente,
para acallar las críticas tanto de la población en general como de
miembros de las Fuerzas Armadas estadounidenses que manejaban
información fidedigna de que el ataque había sido innecesario, y con la
evidente intención de atacar civiles, ya que no habían objetivos
militares, se inventa este número: “al terminar la guerra un millón de
vidas estadounidenses fueron salvadas por los bombardeos”, confirmando
la parafraseada cita de Mark Twain “los políticos usan estadísticas como
un borracho usa una poste de luz, para apoyo más que para iluminación”.
Nace la OTAN
En
1947, varios países europeos firman tratados de defensa mutua en caso
de una agresión por parte de Alemania o Rusia. Después de la
incorporación de EEUU en 1949, nace como Organización del Tratado del
Atlántico del Norte e incorpora progresivamente a otros países de
Occidente norte. No se activa realmente como bloque militar hasta la
guerra de Corea, que hizo que se creara una nueva estructura bélica bajo
la dirección del ejército de EEUU.
Con la Guerra Fría ya
declarada, se crea el Pacto de Varsovia, en 1955, como respuesta al
progresivo armamentismo, tanto convencional como nuclear, por parte de
la OTAN, lo cual desemboca en la carrera armamentista. El comercio de
armas se vuelve uno de los negocios más productivos y destructivos del
mundo (con el compromiso de invertir 2% del PBI de cada país de la OTAN
en armamentos, EEUU se asegura su mercado para su producción de armas,
su complejo militar-industrial). Significa también la amenaza
permanente de la total destrucción nuclear mundial, la demanda de
“alineación” de los países satélites y la progresiva deshumanización del
“enemigo” manipulada por los medios al servicio del sistema, al
sobredimensionar de forma Orwelliana la amenaza externa para mantener el
poder interno sobre la población.
Francia, bajo De
Gaulle, desconfía de EEUU y decide crear su fuerza de disuasión nuclear
independiente (¿alegorizada en Asterix como la poción mágica que permite
la rebelión de los galos frente el Imperio?).
Ante la
imposibilidad de contemplar una guerra directa entre la OTAN y el Pacto
de Varsovia, debido a la clara opción MAD (Destrucción Mutua Asegurada,
por sus siglas en inglés), los bloques militares buscan asegurar su
hegemonía a través de guerras proxy (o indirectas) y golpes
militares en América del Sur, África y el Sudeste Asiático, buscando
establecer gobiernos títeres para el control de los abundantes recursos
naturales necesarios para mantener el armamentismo desbocado.
Los
experimentos en el desarrollo de armas nucleares producen un peligroso
incremento de radioactividad atmosférica que lleva a la prohibición del
testeo a cielo abierto.
Aumento de la radioactividad ambiental en Nueva Zelandia (200) y Austria (170) comparada con el nivel natural (200) |
Después
de la caída del Muro de Berlín, en 1989, considerado como el triunfo
del capitalismo sobre el comunismo, en parte debido a la capacidad de la
OTAN de aumentar el gasto militar más que los países del Pacto (la
estrategia de Reagan), ésta comienza una ofensiva para integrar antiguos
países del Pacto, renegando de la promesa hecha a Gorbachev durante las
negociaciones para permitir la reunificación de Alemania. (El
Secretario de Estado James Baker prometió que "no se extenderá la actual
jurisdicción militar de la OTAN ni una pulgada hacia el este").
Polonia, Hungría, la República Checa, Bulgaria, Estonia, Letonia,
Lituania, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia, Albania, Croacia y Montenegro
son ahora miembros de la OTAN, con arreglos potenciales de “hosting” de
misiles nucleares (como ya lo hacen Bélgica, Alemania, Italia, Holanda y
Turquía), cerca de la frontera con Rusia, la cual ha respondido
moviendo misiles más cerca de su frontera.
En realidad la
OTAN intentó encontrar otro enemigo al caer la Unión Soviética creando
una suerte de crisis de identidad y propósito, y Al Qaida estaba a mano,
armada hasta los dientes por EEUU en apoyo a la guerra de los Muyahidin
(¡incluso en una película de Bond son los chicos buenos!) contra Rusia
en Afganistán. Aparentemente Al Qaida se traduce como “la base de
datos” o sea la lista de los operativos apoyados por la CIA. Cuando los
rusos se fueron, las fuerzas locales se volvieron contra EEUU y la OTAN
encontró su nueva justificación. Pero los yihadistas resultaron un
enemigo demasiado escurridizo y no apropiado para la lucha de grandes
misiles y armas nucleares. La OTAN necesitaba reiniciar la Guerra Fría.
Así
intervino en el conflicto de Yugoslavia, y arrastró a sus miembros a
las guerras en Afganistán e Irak. Sus acciones en Libia han dejado como
secuela un estado fallido (en realidad conveniente para la explotación
de su petróleo por parte de EEUU) y como consecuencia de estas
intervenciones han surgido movimientos yihadistas como el Estado
Islámico de Iraq y el Levante -ISIL-. Debido a varias rebeliones de
países ya no interesados en participar en otra guerra, los EEUU
intervienen en Siria de modo solapado a través de proxies
(“moderados anti-Assad”) como Al Nusra, afiliados a Al Qaida, y apoyando
a Arabia Saudita en su campaña para lograr hegemonía en la región. Con
el mismo fin, invoca todo tipo de excusas para lograr un cambio de
régimen en Irán –país con una larga historia de intervenciones por parte
de países de Occidente en busca de su petróleo– y su inconveniente
situación estratégica que le permite el control del Estrecho de Ormuz,
por donde salen la mayoría de los barcos petroleros de Medio Oriente.
Pero
la OTAN continúa centrada en promover un conflicto con Rusia ya que es
la principal justificación para continuar la carrera armamentista de la
cual depende en gran medida la economía estadounidense. Así, Donald
Trump ha comenzado a poner presión sobre los estados miembros para
aumentar la contribución a la OTAN del 2 al 4% de su PBI[2].
La alarma mundial provocada por la llegada al puesto más decisivo para
una posible guerra nuclear de un individuo tan impredecible e inestable
como Trump no puede ser ignorada.
Se calcula que el gasto
militar combinado de todos los países miembros de la OTAN supera el
76 % del gasto militar mundial, calculado en 2016 en 1,686 billones de
dólares según SPIRI, el Stockholm Peace Research Institute, y continúa
en aumento.
La OTAN cuenta con 29 miembros y 21 países que
colaboran con el organismo dentro del programa surrealísticamente
denominado “Asociación para la Paz”. Otros países aparecen como
“socios” en diferentes programas. La inclusión de Colombia como socio, y
posible futuro miembro, recientemente ha despertado la alarma de los
países suramericanos ya que llevaría a un conflicto con el Tratado de
Tlatelolco que excluye específicamente las armas nucleares en el
territorio de América Latina y el Caribe.
Por otra parte
es importante recordar que las potencias nucleares son también los
principales países exportadores de armas y miembros permanentes del
Consejo de Seguridad de la ONU, cuya única seguridad es la de mantener
suficientes conflictos bélicos para sus negocios de armas.
El brazo armado del capitalismo
“ICAN
(la Campaña Internacional para la Abolición de Armas Nucleares, por sus
siglas en inglés) ha identificado cientos de bancos, fondos de
pensiones, compañías de seguros y gestores de activos en todo el mundo
con inversiones sustanciales en productores de armas nucleares. El
informe Don't Bank on the Bomb, actualizado anualmente por PAX,
proporciona detalles de las transacciones financieras con empresas que
están muy involucradas en la fabricación, mantenimiento y modernización
de las fuerzas nucleares estadounidenses, británicas, francesas e
indias.”[3].
Hay
un claro conflicto de intereses entre inversores en bancos y hedge
funds (como por ejemplo el marido de la Primera Ministra del Reino Unido
- RU), políticos con acciones en el complejo militar industrial y su
participación en la toma de decisiones sobre guerras e invasiones, así
como también en la venta de armas a países con un claro historial de
violaciones de derechos humanos y el bien documentado uso de esas armas
en la represión de sus propias poblaciones.
Además,
documentos recientemente desclasificados en el RU confirman que la
guerra se ve como un ejercicio de marketing similar al tele-shopping que
promueve la venta de armas, ya que permite “una amplia gama de
demostraciones con munición real y pruebas reales”[4]
Se
da prioridad a las armas nucleares en los presupuestos, por ejemplo en
el RU el gobierno continúa su inversión en la actualización del sistema
de misiles y submarinos Tridente, con un coste estimado más allá de los
£150bn, al mismo tiempo que impone recortes draconianos y austeridad,
destruyendo el sistema de salud, la educación, el acceso a la vivienda y
el bienestar social. Analistas, tanto civiles como militares, ya han
denunciado que Tridente no tiene ninguna justificación en el programa de
defensa, es inapropiado para las amenazas reales del mundo de hoy, como
el ciber-terrorismo, la posibilidad de “bombas sucias” (radioactivas) y
los conflictos convencionales. Pero es evidente que las causas mayores
para tales gastos, así como dos mega portaaviones nuevos, por los que
se pagaron unos £6.2bn por cada uno, no tienen nada que ver con la
defensa y mucho con la economía y la política, siendo las grandes firmas
productoras de armas importantes donantes del partido Conservador.
El
uso de armas nucleares es impensable por sus efectos humanitarios y sin
embargo ya aparecen en el campo de batalla de forma solapada, como
uranio empobrecido, y se perfilan los pequeños “nukes” con los que EEUU
amenaza a Irán.
Se estima que el 10% del presupuesto de
armas puede acabar con el hambre en el mundo, y también es importante
recuperar a los científicos dedicados al desarrollo de armas, nucleares o
de otro tipo (la verdadera “fuga de cerebros”), para satisfacer las
necesidades reales de la humanidad.
Silvia Swinden
es periodista, Editora de Pressenza Londres, autora del libro “From
Monkey Sapiens to Homo Intentional, the Phenomenology of the Nonviolent
Revolution”, participa en Mundo sin Guerras y sin Violencia.
[1]
La condición de los japoneses era que se preserve la figura del
Emperador; EEUU, en cambio, exigía “rendición incondicional o nada”, lo
que se convirtió el pretexto para el bombardeo; sin embargo,
posteriormente, aceptó la condición japonesa.
Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento: Paz y NoViolencia: Rebeldía a un sistema violento 17/09/2018 |
https://www.alainet.org/es/articulo/195531
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