Por ahora, la
represión se concentra en los puertos del Caribe porque a través de
ellos la clase dominante establece sus relaciones comerciales con el
mundo.
La primera semana de huelga general indefinida ha sido
un éxito para el sector trabajador mientras que el gobierno liberal de
Carlos Alvarado no cede en sus pretensiones de imponer un paquete fiscal
a los sectores bajos y medios de la sociedad a través de más impuestos.
Esa semana estuvo marcada por las paradojas, hechos focalizados de
represión y prácticas de terrorismo de Estado. Sin embargo, el
movimiento de huelga se mantiene fuerte pese a las continuadas amenazas
del gobierno.
El miércoles 12 de septiembre fue la monumental
manifestación en la capital que pudo llegar a las 500 mil personas
aproximadamente, recordando las marchas contra el TLC con los Estados
Unidos hace más de diez años. Para el viernes, el movimiento se
concentró en Cartago, la capital colonial del país porque a ese lugar
llega la fanfarria de la antorcha de la independencia que viene desde
Guatemala. En el contexto de la huelga, el ministro de educación, Edgar
Mora, hizo el ridículo internacional al apagar la antorcha y subirse en
helicóptero para trasladarla unos 300 kilómetros saltándose su traslado
por el país. Fue su momento de fama.
El presidente Alvarado, para
el viernes 14 de septiembre, decidió hacer su discurso a puerta
cerrada, hecho que ocurría por primera vez en el país, lo cual terminó
demostrando su temor hacia las manifestaciones que por todo el país se
están llevando a cabo. El fin de semana, por otro lado, se llenó de
tensión en los puntos más estratégicos debido a que son los centros de
la refinadora petrolera (RECOPE) y desde donde se distribuye el
combustible para todo el país. Al día de hoy, en la refinería de Moín
(provincia de Limón) en el Caribe (uno de los principales puertos del
país y desde donde se distribuye todo el petróleo importado), hubo actos
de represión con gases lacrimógenos y algunas detenciones.
Por
otro lado, la policía ha dicho que el gobierno no les suple de ciertos
requerimientos mínimos para cumplir su función represora, lo que les
llevaría a irse a huelga a partir de la otra semana, según han informado
(ese movimiento no tiene nada que ver con la huelga, es solo parte del
descontento general con el gobierno). También, entre otros de los
ridículos que ha hecho el presidente Alvarado en este fin de semana, ha
sido el intentar de tildar de sabotaje y terrorismo a los huelguistas
por una fuga en el oleoducto de combustible que comunica la refinería de
Limón en el Caribe con el centro del país. Hoy mismo hasta la misma
policía desmentía esa teoría conspiranoica del gobierno.
Conforme
los días avancen, las tensiones irán en aumento. Por ahora, la
represión se concentra en los puertos del Caribe porque a través de
ellos la clase dominante establece sus relaciones comerciales con el
mundo. Los planteles de la refinadora petrolera poco a poco se irán
convirtiendo también en ejes conflictivos pues de ellos se depende el
abastecimiento del combustible para la flota vehicular. Entre tanto, el
gobierno inició esta semana con amenazas de todo tipo, desde los
casuales despidos (la enorme mayoría de los huelguistas son del sector
público), hasta la represión directa e intentos de criminalización. De
todas maneras, el movimiento es bastante grande y se están buscando
soluciones para llegar a un acuerdo, el cual, para las bases
trabajadoras, deberá pasar irremediablemente por la salida del proyecto
de ley de la Asamblea Legislativa.
Costa Rica es particular en sus formas de hacer política, pero eso puede quedar para otro análisis.
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