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domingo, 30 de septiembre de 2018

En Bolivia no hay líder que pueda remplazar a Evo

Bolivia dejó de ser un protectorado estadunidense con Evo Morales

Su liderazgo ha sido capaz de poner fin a un Estado colonial


▲ Juan Ramón Quintana durante la entrevista con La Jornada.

Juan Ramón Quintana conoce al monstruo por dentro. Egresó del Colegio Militar del ejército boliviano con el grado de subteniente y se retiró de esa institución como Mayor, porque no estaba de acuerdo con la corrupción. En 1988 asistió a la Escuela de las Américas, en Estados Unidos. No duda en definir a la Bolivia de antes de Evo Morales como un territorio tutelado absolutamente por Washington.

Juan Ramón es, también, sociólogo y durante 11 años estuvo al frente del Ministerio de la Presidencia con Evo Morales. Esa institución es el instrumento ejecutivo más importante del mandatario. Articula un gabinete de 20 ministros y la relación con los movimientos sociales. Es, también, una fuerza de contención contra la oposición. Actualmente es Embajador del Estado Plurinacional de Bolivia en Cuba.

Cuando fue ministro, Quintana era visto por algunos como una especie de medio de contención de un equipo de futbol, que permitía pasar o al balón o al jugador de la escuadra rival, pero no a los dos al mismo tiempo. Otros, en cambio, lo describían como el mariscal de campo de un conjunto de futbol americano.

A su paso por la Ciudad de México, Juan Ramón Quintana conversó con La Jornada sobre las relaciones de su país con nuestro vecino del norte, la repostulación de Evo Morales para un nuevo periodo presidencial y el impacto en Bolivia del reflujo del ciclo progresista en América Latina. Presentamos aquí, partes de la entrevista.

* * *

–Evo Morales ha sido Presidente durante 12 años, ¿por qué volverse a repostular? ¿No hay dirigentes de recambio?

–Hay varias razones para la repostulación del presidente. La más importante es la necesidad de dotar al Estado Plurinacional de proyección estratégica para los próximos años. No hay ningún líder que sea capaz de articular, de unir al pueblo boliviano como lo hace Evo Morales. Su liderazgo ha sido capaz de poner fin a un Estado colonial, a un Estado republicano excluyente, a un Estado paria tutelado desde el extranjero.

“Es necesario no sólo darle estabilidad y seguir impulsando el crecimiento de Bolivia, sino convertir al país en un actor estratégico geopolítico fundamental de la región. Durante mucho tiempo nos acostumbraron a vivir como súbditos, marginados, invisibles, ninguneados por unos y por otros. Hoy en día, este nuevo Estado está empezando a proyectarse internacionalmente, a adquirir un peso geopolítico gravitante en la región. Nunca, el Estado boliviano había sido tan importante para la región.

Pero, además de eso, nunca habíamos logrado los bolivianos construir una identidad, un orgullo nacional. Nunca habíamos logrado mirarnos en el espejo tal como somos. Nunca nos habíamos acercado tanto al ser nacional. Lo que había ocurrido durante mucho tiempo era un vaciamiento de nuestra identidad, una fractura de nuestra identidad, una suerte de despojo del ser nacional. Evo ha transformado todo eso.

–Sin embargo, algunas encuestas muestran una caída en su nivel de aprobación. ¿Por qué si las cosas marchan bien se ha desgastado la figura de Evo Morales?

–Hay varias razones. La más política es el costo de gobernar 12 años en una sociedad acostumbrada a la inestabilidad. Antes de Evo teníamos cinco presidente en menos de cinco años. Hay, entre comillas, una cultura democrática para la alternancia, que esconde una doble moral. Es una costumbre política de circulación de élites. Y, entonces, hoy día le piden a Evo Morales que respete la democracia, entendida como alternancia.

Tiene que ver también con el costo de gobernar durante 12 años. Hay un desgaste natural del gobierno. También tiene que ver con un éxito relativo de la estrategia política de la derecha.

–¿El reflujo del ciclo progresista en América Latina afecta al proceso boliviano?

–En el escenario regional las cosas andan de mal en peor, a partir del debilitamiento de los proyectos de integración regional. Estos procesos eran una plataforma que contenía los proyectos progresistas. Es el caso de Unasur. O de la debilidad de la Celac, o de los golpes que todos los días sufre el ALBA.

“Enfrentamos un contexto de desmovilización, de debilitamientos. Los nuevos espacios en la región están siendo ocupados por fuerzas políticas que cada día se sacan más la máscara democrática, y asumen un rostro mas fascista.

“En el caso de Bolivia esta tendencia es mucho mas feroz, mucho más furibunda. Encarna una dosis muy fuerte de racismo, de odio, de rencor. Y eso tiene que ver con los saltos gigantescos que ha hecho el Estado Plurinacional.

“Estamos viviendo una estrategia furiosa, gobernada, tutelada y operada desde Washington, por conducto de testaferros políticos en Bolivia, que son tanto los viejos partidos políticos, como una emergente plataforma política ciudadana, que quiere aparecer como políticamente neutral, pero está financiada por Estados Unidos.

Esta derecha ha lanzado una guerra contra la reputación del presidente y del propio modelo. Mediante el uso de las redes sociales, de los medios de comunicación conservadores y de seudointelectuales ha instalado una matriz de opinión haciendo creer que el gobierno de Evo es tan corrupto como los gobiernos neoliberales y, por tanto, lo que se necesita es un cambio.

–Señala la injerencia estadunidense en este proceso. Ustedes expulsaron al embajador de Estados Unidos, a la DEA, a USAID ¿cómo interviene ahora?

–Cuando nosotros llegamos al gobierno, se hablaba de un Estado democrático y en realidad lo que teníamos era fantasmal. De democracia había el discurso. No era lo que debería de ser, porque Bolivia era un país ocupado, intervenido, sin margen de soberanía nacional. Nada de los recursos naturales le pertenecían al Estado. Ni el gas, ni la electricidad, ni la telefonía, ni el agua. Le pertenecían a empresas trasnacionales.

“Ese vaciamiento de los recursos naturales fue instrumentado por el modelo neoliberal y por el proyecto estadunidense de convertir a Bolivia en un mercado. Teníamos que dirimir entre ser Estado o dejar de serlo; entre ser una colonia en un país intervenido o convertirnos en un Estado Plurinacional.

“El presidente Evo y las organizaciones sociales asumieron la decisión de ser, de pertenecernos a nosotros y dejar el tutelaje estadunidenes. Obviamente, lo más simbólico fue la expulsión del embajador de ese país, para decir: a partir de hoy nos gobernamos nosotros a nosotros. No nos tienen que imponer nadie desde afuera.

Sacamos a USAID porque se convirtió en un aparato de desestabilización que financiaba a la derecha, a los seudointelectuales, a los analistas, a los medios de comunicación, a la iglesia, a las fundaciones. Es la gran fuente de financiamiento para soportar la hegemonía estadunidense. Expulsamos a la DEA porque era un simulacro de la lucha contra el narcotráfico y, en realidad, era parte del problema. Sacamos a la CIA, que teníamos gobernando desde el Palacio. No había otra, porque de otra manera nuestro gobierno se vería convertido en una variable neoliberal tutelada desde Washington. Los expulsamos pero siguen interviniendo.

–¿Va a ganar Evo Morales las próximas elecciones?

–Tengo la seguridad de que sí, a pesar del ataque brutal que se vive en Bolivia mediante las redes sociales de la derecha, a pesar del ataque que viene desde afuera. El pueblo boliviano es un pueblo inteligente, pero vamos a ganar con dificultad. No creo que sean esas victorias abrumadoras de 2006, 2010 o 2014, pero se va a imponer la inteligencia del pueblo.

Foto Carlos Ramos Mamahua

Luis Hernández Navarro
Periódico La Jornada
Domingo 30 de septiembre de 2018, p. 26

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