Arrasa con todo a su paso
Recrimina a los republicanos no incluir recursos para el muro en su proyecto de presupuesto
▲ Protesta ayer en el Senado estadunidense de opositores a Brett
Kanavaugh, el juez nominado por el presidente Donald Trump para ocupar
una vacante en la Suprema Corte.
Nueva York. Después de advertir a los ciudadanos de las Carolinas que este huracán es
muy mojado desde el punto de vista del agua, rechazar un informe de expertos que calculan que hubo casi 3 mil muertos por el huracán María en Puerto Rico; después de aconsejar a los españoles construir un muro a lo largo del desierto de Sahara; tras arremeter una vez más contra su procurador general, jefes de inteligencia y el fiscal especial que encabeza la investigación sobre la posible colaboración de la campaña electoral del presidente con los rusos, el mandatario estadunidense atacó este jueves a legisladores republicanos por omitir fondos para su muro en la frontera con México, y con ello el huracán Trump sigue golpeando casi todo a su paso sin tregua para evaluar qué tan graves son los daños hasta la fecha.
El nuevo libro de Bob Woodward, Fear, sigue sacudiendo a
Washington, no necesariamente porque revele algo desconocido, sino
porque intenta resumir lo que se ha vivido durante esta presidencia,
sobre todo el temor dentro de la misma Casa Blanca, donde asesores y
secretarios del gabinete reconocen que tienen a
un idiotao un “fucking imbécil” o un
mentirosoo un
ignorantecomo jefe.
El temor alrededor de su presidencia no tiene nada que ver con su hábil uso de la intimidación, y sí, todo que ver con las consecuencias peligrosas de su comportamiento errático. Al centro de Trump está la necesidad de verse fuerte, lo cual, claro, hace que se vea débil, indica George Packer al comentar el libro en The New Yorker.
Todos los días en la Casa Blanca tienen la sensación de desintegración de los días finales, pero el siguiente día es lo mismo, y el cuento nunca termina.
Vale recordar que Woodward, junto con su colega Carl Bernstein, fueron los reporteros del Washington Post que detonaron el escándalo político conocido como Watergate,
que culminó con el fin de la presidencia de Richard Nixon. El fantasma
de ese escándalo sigue asustando a Trump y a sus aliados desde que
asumió la presidencia.
Este jueves, la versión impresa del New York Times incluye una sección especial de 11 planas llamada El complot para subvertir una elección,
un intento de resumir todo lo que se sabe hasta la fecha en torno de la
investigación sobre la supuesta intervención rusa en las elecciones
estadunidenses y la posible colusión y obstrucción de justicia por el
círculo de Trump. En ella se hacen algunas comparaciones con Watergate.
Trump, como Nixon, padece de una creciente paranoia que exhibe casi
todos los días al denunciar a los más altos funcionarios de su propio
gobierno, casi siempre acusando que son parte de alguna conspiración en
su contra. En una entrevista esta semana, afirmó que uno de sus más
grandes logros como presidente será revelar lo que llama un
cáncerde la
corrupciónentre las personas que están investigando su presidencia, y como reportó La Jornada, llegó a decir:
no tengo procurador general, en referencia a Jeff Sessions, quien fue el primer senador en apoyar su campaña, y a quien Trump no perdona por no escudarlo contra la pesquisa federal.
Continuó su ataque contra el fiscal especial Robert Mueller, quien encabeza lo que llamó una
investigación fraudulenta, así como a altos funcionarios de la comunidad de inteligencia y de la FBI, y hasta contra cualquier legislador que se atreva a cuestionarlo.
Los ataques contra su propio gobierno y colegas de su partido ya no
son novedosos y este jueves provocó preocupación entre legisladores
republicanos al denunciar, en un tuit, que el proyecto de ley del
presupuesto elaborado por el liderazgo republicano es
ridículopor no incluir fondos para su muro fronterizo. El liderazgo de su partido desea evitar un cierre del gobierno –lo cual sucede si no se aprueba la medida sobre gasto federal– antes de las elecciones intermedias de noviembre.
Mientras tanto, ante tal vez el peor desastre natural en la historia
moderna de los estados de Carolina del Norte y Carolina del Sur,
provocado por el huracán Florence, algunos reporteros locales
quedaron asombrados por lo que sus colegas a escala nacional han tenido
que atestiguar a diario en Washington. Uno reportó que la vista de Trump
a Carolina del Norte fue
surrealista, ya que no permitó que ningún funcionario local le informara sobre lo que estaba sucediendo, sino que sólo aceptó las gracias, elogió a encargados de rescate por sus
talentos, afirmó que él había impulsado la economía más dinámica jamás implementada (o sea, no venía al caso) y concluyó preguntando cómo estaba la situación en el Lago Norman, donde tiene uno de sus campos de golf.
Poco antes de viajar a las Carolinas, Trump difundió un videomensaje por Twitter, en el cual declaró que ese huracán es
uno de los más mojados que jamás hayamos visto desde el punto de vista del agua, algo que provocó grandes burlas.
Esto en medio de un estado donde han muerto por lo menos 41 personas,
unas 10 mil siguen en albergues, miles de casas han sido dañadas, unas
120 mil familias no tienen electricidad y hay un desastre ecológico con
el desbordamiento de desechos tóxicos de la industria agropecuaria por
las inundaciones históricas.
Y es justo el primer aniversario de la devastación de Puerto Rico por el huracán María,
donde la cifra original de muertes fue de 64, pero los cálculos más
recientes de expertos académicos de la Universidad George Washington
indican que 2 mil 975 personas perecieron por causas directas e
indirectas de la tormenta entre septiembre de 2017 y febrero, pero Trump
rehusó aceptar la nueva cifra y acusó que fue fabricada por demócratas
para
hacer que me vea mal. Insiste en que la
fantásticarespuesta de su gobierno fue
una de las mejores tareas jamás vistas. Mientras tanto, más de 200 mil puertorriqueños se mudaron a Estados Unidos después de la tormenta, decenas de miles de hogares siguen dañados o destruidos y la infraestructura está más deteriorada que nunca en una isla en bancarrota fiscal, donde la mayor parte de los fondos federales prometidos aún no se entregan.
Los daños del huracán Trump son tema incesante entre las
cúpulas y sus observadores en este país, los medios de información están
empapados por esta tormenta hasta el punto en que opaca lo que
realmente está sucediendo, mientras todos están enfocados en un
mandatario que está a veces abiertamente desvinculado de la realidad, y
todos los saben.
Foto Ap, David Brooks, Corresponsal
Periódico La Jornada
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