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El
aplastante dominio del catolicismo, la transformación político-social a
la que apostaba la teología de la liberación, el conflicto entre ambas
tradiciones de la Iglesia Católica, y la persecución y asesinato de
líderes religiosos, son algunas de las cuestiones que constituyen la
base reciente de la relación entre política y religión en Centroamérica.
Esta herencia histórica, sumada al aparente desgaste de los partidos
políticos y el agotamiento social ante las élites gobernantes, parecen
ser el origen de un fenómeno en apariencia novedoso para la región: el
neopentecostalismo. Éste se presenta como una opción política potable,
oficializada en la presencia de candidatos presidenciables o como
diputados(as).
Este artículo sugiere un breve repaso
histórico, conceptual y coyuntural del neopentecostalismo en
Centroamérica, desde la noción de que se trata de un fenómeno que crece y
se fortalece en toda América Latina.
Entre el individualismo y el llamado a la construcción del paraíso en la tierra
La Iglesia Católica, en cuanto a credo
religioso, se constituyó -desde la Colonia hasta nuestros días- como
dominante en la región centroamericana, arremetiendo contra
espiritualidades originarias y acaparando espacios de participación
política. El catolicismo institucional optó por respaldar la gobernanza
por parte de las élites político-económicas y, en algunas ocasiones, fue
cómplice del ejercicio dictatorial del poder en plena guerra insurgente
en Centro y Suramérica.
Ante ello, a finales de los ’60 surge la
Teología de la Liberación como respuesta eclesial a las injusticias
políticas, sociales y económicas que padecía la región. Personas afines a
esta corriente religiosa fueron participantes activas en las luchas por
las reivindicaciones sociales, persiguiendo el objetivo de construir el paraíso en la tierra -en palabras de Roque Dalton-. Este rol preponderante les trajo consecuencias directas de la violencia dictatorial[i] pues, para el tridente anticomunista –Juan Pablo II[ii],
Ronald Reagan y Margaret Tatcher- la Teología de la Liberación era un
enemigo, y su avance significaba abrir espacio a las reivindicaciones y
movimientos comunistas[iii].
Ante esta amenaza, el Informe Rockefeller de
1969 señala la necesidad de contrarrestar la influencia de la Iglesia
Católica en la región con otras iglesias o sectores protestantes,
cuestión que podría leerse como un antecedente fundamental para el
fenómeno del neopentecostalismo que sobrevive en la región (Somiedo,
2014: 9). Aunque francamente debilitada, hoy la Teología de la
Liberación sigue presente, sobre todo en los países de tradición y
arraigo de las comunidades eclesiales de base, como en El Salvador y
Nicaragua.
Por otro lado, el neopentecostalismo se
abrió paso a través de la crisis de la política representativa, la
ausencia de mediación de movimientos sociales y partidos políticos, el
empobrecimiento y la violencia estructural. Actualmente, la población
centroamericana se reconoce cada vez más como evangélica y menos como
católica[iv].
Con la llegada del neopentecostalismo se naturalizó que la demanda por
justicia social pasara por el plano espiritual y no se “concrete” con la
llegada del paraíso a la tierra.
Prosperidad, individualismo y conservadurismo político-económico: el matrimonio perfecto
En la búsqueda por consolidar y mantener vínculos económicos que contribuyan a sostener la concreción material de la ideología de la prosperidad,
el neopentecostalismo se inserta en la disputa electoral con una
estrategia comunicacional que enarbola la defensa de principios morales
-en aparente amenaza por la remontada de la agenda política de las
personas LGTBI y el fortalecimiento del movimiento feminista en América Latina-.
El señalamiento de estos movimientos funciona para evocar “valores”
comunes entre católicos, cristianos, neopentecostales y evangélicos,
logrando establecer un vínculo emocional con las bases más conservadoras
de la sociedad, y desviando el foco de lo poco efectiva que resulta la
agenda político-económica de las iglesias para las mayorías empobrecidas
y la clase media centroamericana.
Por otro lado, la estrategia
neopentecostal implica: 1) la construcción de alianzas con sectores
hegemónicos y neoliberales para “compartir” el poder y; 2) la
consolidación de una agenda conservadora en derechos humanos básicos que
funcione como catalizador político para la imposición de agendas de
corte político neoliberal. Estas estrategias se pueden identificar en
los países que integran la región centroamericana.
En Guatemala, tras intensas jornadas de
movilización en contra de Otto Pérez Molina, fue elegido como presidente
Jimmy Morales, del Partido Frente de Convergencia Nacional. Su campaña
electoral radicó en su fe evangélica y su presunta distancia de la
histórica corrupción presente en los gobiernos guatemaltecos[v].
“En Dios haremos proezas” fue su primera frase ante un medio de
comunicación, ya como presidente electo. La proeza más grande de Jimmy
fue su enfrentamiento contra la Comisión Internacional Contra la
Impunidad (CICIG)[vi].
En varias ocasiones se ha dirigido a la CICIG como un ente de justicia
selectiva, debido a que está realizando investigaciones en su contra.
Entre estos procesos destacan, en el 2017, el intento de declaración de
persona no grata a Iván Velásquez, comisionado de la CICIG,[vii] y, hace unas semanas, la no renovación del mandato del personal de la Comisión.
Esta última acción trae al presente las
memorias de la dictadura guatemalteca. Jimmy, tras rodear con efectivos
militares las instalaciones de la CICIG durante varias horas, hizo
pública la revocación del mandato de la CICIG en el país, en una
conferencia de prensa frente a un importante contingente militar. Para
cerrar su discurso, Morales recordó sus posturas en favor del matrimonio
entre hombre y mujer, y su lucha contra el aborto. De esta manera, el
presidente Morales buscó utilizar los valores cristianos como
catalizador ante una decisión que afectará a la ya muy debilitada
democracia guatemalteca. Vale la pena recordar que un 40% de personas
guatemaltecas se reconoce como evangélica[viii].
El Gobierno de Guatemala ha estado
marcado, también, por la violencia misógina y racista, en una sociedad
desgarrada por la desigualdad y empobrecimiento estructural. El 8 de
marzo del 2017 se presenciaron los feminicidios –a manos del Estado- de
41 niñas del Hogar Seguro Virgen de la Asunción, dejando clara la
crueldad que implica reflexionar respecto a la violencia contra las
mujeres en Guatemala. También el año pasado se intentó concretar el
Pacto de Corruptos, pacto que amalgama la sed de poder y sexismo al
pretender disminuir la pena de 400 distintos delitos, entre los que
resaltan los relacionados a la violencia sexual y sobre el
financiamiento electoral ilícito y anónimo. Todos estos acontecimientos
fueron posibles por el postergamiento de un proyecto político asentado
en la violencia estructural, encabezado ahora por una alianza entre
sectores “radicales religiosos” –según las palabras del medio de
comunicación guatemalteco Nómada, conformados por católicos y
neopentecostales- y una serie de personajes políticos corruptos. El
neopentecostalismo, por tanto, no representa rupturas con tradiciones
políticas hegemónicas del pasado.
Por su parte, ARENA, en El Salvador,
apuesta por el acercamiento a sectores neopentecostales y religiosos
para obtener la presidencia en las elecciones del 2019, en medio del
‘fenómeno Bukele’ y un FMLN debilitado. Carlos Calleja consolidó la
Alianza por un Nuevo País como plataforma electoral, que vincula a ARENA
con partidos que, además de apostar al neoliberalismo, parten de la
democracia cristiana: Partido Concertación Nacional (PCN), Partido
Demócrata Cristiano (PDC) y Democracia Salvadoreña (DS). Posteriormente,
Calleja llevó a cabo reuniones con líderes religiosos y declaró, en
Sonsonate, que su presidencia sacará de la oscuridad a El Salvador;
mientras, Lazo –su compañera de fórmula- insiste con su creencia en el
matrimonio entre hombre y mujer[ix].
El Salvador teje así su discusión electoral, aunque sigue siendo un
país con una importante tradición contestataria desde la religiosidad.
Tal vez esta condición permita mermar el avance neopentecostal; sin
embargo, queda aún abierta la duda respecto a los frutos que pueda
brindar la estrategia de ARENA sobre la alianza con sectores religiosos.
Honduras, donde se dio el primer golpe
de Estado del siglo XXI, trae consigo la memoria de las Doctrinas de
Seguridad Nacional implementadas en América Latina por Estados Unidos,
en complicidad con la Iglesia Católica. Distintos líderes religiosos,
como el Cardenal Oscar Rodríguez y el Pastor Reyes[x] acompañaron y avalaron directamente el golpe de Estado contra Zelaya en 2009.[xi]
Además, constantemente utilizan los espacios de representación que se
les ha otorgado para promover la condena a grupos LGTB y comunidades
indígenas -quienes, a su vez, constituyen las poblaciones más
criminalizadas tras el golpe (Cardoza; 2011)-[xii].
Quizás la prueba más clara de la fuerte
avanzada neopentecostal en Centroamérica corresponde a los últimos
acontecimientos en Costa Rica. El candidato del Partido Restauración
Nacional (PRN), Fabricio Alvarado, obtuvo los mejores resultados durante
la primer ronda electoral gracias a su campaña contra los derechos de
la población LGTBI y de las mujeres. A pesar de que en la segunda ronda
fue altamente superado por el candidato oficialista, Carlos Alvarado[xiii],
Restauración Nacional consolidó su avance. Su representación
legislativa es de 14 diputaciones –constituyendo la segunda fuerza
política representada-.
Estos curules le han permitido presentar
un proyecto de ley que modifique la Constitución Política
costarricense, al declarar la vida inviolable desde la concepción[xiv],
además de imposibilitar la firma de la Norma Técnica para el Aborto
Terapéutico a cambio del apoyo en la reforma fiscal y el anuncio del
rechazo del matrimonio igualitario como reserva para el respaldo de
otras iniciativas legislativas. Poco a poco, la Asamblea Legislativa se
ha ido transformando en un culto que ora durante la conmemoración de
fechas significativas para el Estado costarricense y se llena de
imágenes de fetos “no nacidos”.
Frente al fenómeno restaurador
despiertan dos preocupaciones concretas para Costa Rica. La primera de
ellas corresponde a la alianza estratégica –y casi natural, considerando
la experiencia en otros países- entre Liberación Nacional (PLN) y PRN,
fortaleciendo la agenda político-económica neoliberal; y contribuyendo,
además, en el despertar de un actor debilitado como Liberación
Nacional. La segunda preocupación corresponde al aumento de conatos de
violencia contra las mujeres, población LGTBI y migrante; el odio a la
alteridad y la otredad pareciera ser una condición fundante del fenómeno
restaurador en Centroamérica[xv].
Así, el neopentecostalismo se erige como un actor político que, a
través de su rostro novedoso y su retórica contra derechos humanos
básicos, pretende reavivar posturas político-económicas que han causado
recelo en Centroamérica.
Consideraciones finales
Centroamérica ha constituido
históricamente como una región donde lo espiritual ha sido espacio para
la disputa política y la reflexión sobre otros mundos posibles. El
avance del neopentecostalismo es evidente en algunos países, sobre todo
en Guatemala y Costa Rica, donde se pretende maquillar las dinámicas de
concentración de riqueza, bienes comunes y derechos frente a unas
cuantas reivindicaciones de corte moral y religioso sobre cuerpos
específicos: mujeres y la población LGTBI. ¿Es acaso este un viraje
hacia la profundización del despojo neoliberal acompañado de retórica
arraigada al individualismo y la religiosidad? ¿Estamos frente al
fortalecimiento de la política tradicional, ya profundamente
desvirtuada, a través de la religiosidad?
[i]
El asesinato de Monseñor Romero, de los jesuitas de la Universidad
Centroamericana (UCA) –entre ellas, Martín Baró- en el Salvador y de
Stanley Rother en Guatemala, son algunas de las violencias que sufrieron
quienes reivindicaban la Teología de la Liberación.
[ii]
Quizás uno de los momentos más claros del enfrentamiento de Juan Pablo
II hacia la Teología de la Liberación fue el llamado de atención que
recibió Ernesto Cardenal durante la visita del papa a Managua en 1983.
[iii] http://www.diocese-braga.pt/catequese/sim/biblioteca/publicacoes_online/91/medellin.pdf[iv] http://protestantedigital.com/internacional/30945/Latinoamerica_menos_catolica_y_mas_evangelica
[v] Hasta ese momento Jimmy figuraba como una persona lejana a la política estatal.
[vi] Esta institución fue clave en la destitución de Otto Pérez Molina.
[vii] https://www.prensalibre.com/guatemala/politica/jimmy-morales-declara-non-grato-a-ivan-velasquez
[viii] Latinobarómetro, 2013
[ix] https://www.lapagina.com.sv/nacionales/carmen-aida-lazo-pone-en-duda-informe-de-comision-de-la-verdad-sobre-asesinato-de-monsenor-romero/
[x] https://www.elheraldo.hn/tag/333070-213/pastor-evang%C3%A9lico-evelio-reyes-acusado-de-discriminaci%C3%B3n-sexual
[xi] http://www.pasosdeanimalgrande.com/index.php/de/amenazas-a-la-libertad-de-expresion/item/1119-cardenal-prohibe-a-feligreses-organizarse-en-copinh-y-escuchar-las-radios-indigenas/1119-cardenal-prohibe-a-feligreses-organizarse-en-copinh-y-escuchar-las-radios-indigenas
[xii] Cardoza,
M. (2011). “13 colores de la resistencia hondureña”. Editorial del
Departamento Ecuménico de Investigación. San José, Costa Rica.
[xiii]
Esta victoria electoral puede que se deba al conflicto existente entre
la religión católica y evangélica, pues el periódico La Nación publicó
un artículo amplio sobre Ronny Chaves –líder espiritual de Fabricio
Alvarado-, enfatizando en los ataques a la Virgen de los Ángeles,
patrona católica costarricense. En ese sentido, en Costa Rica la alianza
entre la iglesia católica y evangélica no es funcional como en
Guatemala.
[xiv] https://elperiodicocr.com/ivonne-acuna-busca-reforma-en-la-constitucion-politica-para-que-la-vida-sea-inviolable-desde-la-fecundacion/[xv] https://nomada.gt/cotidianidad/de-3-a-35-de-evangelicos-y-de-intolerancia-a-mas-intolerancia/
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