Las recientes medidas
de Estados Unidos hacia América Latina, evidencian la intención de
potenciar el control imperialista aplicando el premio y el castigo.
Al
iniciar febrero, el secretario de Estado, Rex Tillerson, visitó México,
Argentina, Colombia, Perú y Jamaica, coordinando la agresión en contra
del gobierno de Venezuela. El día 7 de ese mes, el Departamento de
Estado presentó una fuerza de tarea para la guerra cibernética contra
Cuba. Al inicio de marzo, Donald Trump prorrogó la vigencia del decreto
de Barack Obama que constituye la plataforma para aplicar sanciones
contra Venezuela. Todo esto es parte del castigo a la desobediencia.
El
premio a la obediencia se materializó en dádivas (todavía en promesa,
por cierto), y en encargos para garantizar nuevos actos de abyección.
Nikki Haley, embajadora de Estados Unidos ante la Organización de las
Naciones Unidas, visitó a los gobernantes de Guatemala y Honduras,
agradeciéndoles por haber apoyado en la Organización de las Naciones
Unidas la decisión de Estados Unidos de reconocer a Jerusalén como
capital de Israel. En Honduras, destacó además el activismo que, en la
Organización de Estados Americanos, OEA, ha mantenido Juan Orlando
Hernández contra el gobierno de Venezuela.
En lo inmediato, la
visita muestra el apoyo político a dos presidentes desacreditados,
impopulares y vinculados a graves escándalos. El premio fue para Juan
Orlando Hernández y Jimmy Morales con sus respectivas camarillas, no
para las masas guatemaltecas y hondureñas.
Las ridículas fotos de estos dos presidentes junto a Nikki Haley son elocuentes.
Doble rasero
La
fuerza de tarea creada para imprimir efectividad al uso de las redes de
Internet en las campañas contra el gobierno cubano, es presentada como
un equipo que combatirá la brecha digital en Cuba, un país donde, a
pesar de las limitaciones económicas, en el año 2017 fueron instaladas
cientos de salas de conexión.
No ha creado el Departamento de
Estado un organismo similar contra la carestía y la falta de acceso a la
Internet en Guatemala, porque la desigualdad social en la lógica
imperial es vista como normal. El 70 por ciento de los registros en la
red social Facebook en ese país se ubican en la capital y zonas
aledañas, siendo casi inexistente la participación en puntos lejanos.
Otros casos, como el de Honduras (a mediados del año pasado, según el
diario La Prensa, solo el 36 por ciento de la población hondureña tenía
acceso a Internet), están documentados; pero al Departamento de Estado
le interesa hacer eficientes los programas de conspiración que financia,
y ese es el detalle.
El gobierno de Trump maneja al mismo tiempo
el trabajo real y el efecto de imagen, y en cada jornada menciona lo
que le conviene.
Para gratificar a dos abyectos, envía a Haley,
aliada de Marco Rubio, de los Díaz-Balart y de toda la camarilla de
anticomunistas posicionados en Estados Unidos, como portadora de premios
al activismo contra Cuba y contra Venezuela y a la defensa de Israel en
el seno de las Naciones Unidas.
Ella cumple gustosa la misión y
repite las palabras de Trump con el desparpajo con que repitió a
finales del año pasado la proclama de que los fondos de Estados Unidos
favorecerán a quienes apoyen sus proyectos.
La “respuesta regional”
Pocos
días después de la visita de Tillerson, llegó a Colombia Kurt Tidd,
jefe del Comando Sur, y se reunió con el vicepresidente Oscar Naranjo.
La
reunión fue calificada como sospechosa por el presidente Evo Morales,
quien en los últimos días ha denunciado que, en Bolivia, funcionarios de
la embajada de Estados Unidos participan en actividades
antigubernamentales. Indignante resulta, pero no extraño, en el marco de
una arremetida contra los gobiernos progresistas.
En abril
pasado, ante el Comité de Servicios Militares del Senado de Estados
Unidos, Tidd dijo que la crisis en Venezuela podría “obligar a dar una
respuesta regional”, y en su reciente visita a Colombia dijo que
“Colombia y Estados Unidos deben seguir trabajando para vencer amenazas
en seguridad que requiere un trabajo mutuo doblegarlas”.
Juan
Manuel Santos no solo se ha pronunciado contra el gobierno de
Venezuela, también ha ordenado una inusual movilización de tropas en esa
frontera con el aparente propósito de controlar la migración.
Según los analistas del Centro Estratégico Latinoamericano de
Geopolítica (Celag), las recientes colaboraciones militares entre
Estados Unidos y ciertos países latinoamericanos desvelan un objetivo
ulterior: la conformación de una fuerza multilateral para intervenir en
Venezuela “en lo económico y político, también en lo militar”.
En
un estudio que lleva por título ‘Fuerzas Armadas en América Latina:
armas, capacitación y el cerco a Venezuela’, Celag afirma que las bases
militares con las que Estados Unidos cuenta en Colombia, Perú y
Honduras, los ejercicios denominados AmazonLog (realizados en la
Amazonía a finales del año pasado) y los acuerdos con las Fuerzas
Armadas de Argentina suponen una “demostración de fuerza”, igual que la
la operación Nuevos Horizontes, desde enero hasta mediados de año en
Panamá, coincidiendo con el período electoral en Venezuela.
Antes y ahora…
La
semana pasada, el lingüista Noam Chomsky, en una conversación pública
con el expresidente de Ecuador Rafael Correa, consideró que, debido a
los cambios en la situación política, Estados Unidos no invadiría
Venezuela, y afirmó que no contaría siquiera con el apoyo de la OEA, que
sí tuvo en décadas anteriores.
Para estar de acuerdo con el
reputado intelectual, hay que tomar muy literalmente el término
invasión, porque aunque el imperialismo imprime a las acciones
conspirativas formas acordes con la época, no por ello deja de
realizarlas.
Una resolución de la OEA sobre las elecciones en
Venezuela sirvió de marco a un pronunciamiento injerencista de Juan
Manuel Santos. ¿Y qué objetivo tienen, si no el de preparar el terreno
para “respuestas regionales” contra Venezuela y contra Cuba, montajes
como el de los mal llamados ataques sónicos, y libretos mediáticos como
el del acceso a Internet?
Estados Unidos busca el cese, o por lo
menos la significativa disminución en América Latina del intercambio
comercial y los programas de colaboración en áreas diversas con países
como Rusia y China, y necesita para ello reducir los espacios de
autonomía que, en materia de política exterior, han sido conquistados a
partir de la instalación de gobiernos progresistas en la región.
El
poder estadounidense busca revertir también los avances en materia de
integración regional logrados con la influencia de líderes como Fidel
Castro y Hugo Chávez, y apuesta a la instalación de gobiernos serviles a
los cuales apoya aunque violen los derechos humanos y sean hijos del
fraude electoral, como el de Honduras.
Habla de derechos humanos,
pero no menciona a los líderes sociales asesinados en los últimos meses
en Colombia, Guatemala, Honduras, México o Brasil.
Un orden
mundial incapaz de tomar acción contra Estados Unidos ante el anuncio de
Donald Trump en la propia ONU de que podría ordenar la destrucción
total de Corea del Norte (con más de 26 millones de habitantes), no es
garante de la legalidad porque no puede limitar la acción de los
estrategas imperialistas.
Contra la arremetida neocolonialista se
requiere una respuesta regional de los movimientos sociales, de los
pueblos… Permanecen de rodillas los gobernantes serviles y corruptos,
pero con ello se ilegitiman, porque los pueblos están de pie…
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