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miércoles, 28 de marzo de 2018

Martin Vizcarra en el gobierno

Perú


El fin de semana pasado y luego de la crisis política generada por la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski, asumió la jefatura del Estado el Primer Vicepresidente de la República, Martín Vizcarra Ortiz, un ingeniero provinciano con relativa experiencia política, que asomó como una suerte de “esperanza de paz” para muchos peruanos.
El nuevo inquilino de Palacio de Gobierno registra antecedentes diversos. Hombre modesto y sencillo, tuvo buen desempeño en la gestión pública cuando fue Presidente del Gobierno Regional de Moquegua. En ese lapso, y poco antes, jugó un papel encomiable en la defensa de los intereses de la región en lo que fuera el llamado “Moqueguazo”, una vigorosa y unitaria jornada de lucha, en la que todo el pueblo de esa zona del país se alzó contra la Souther Cooper Corporation en defensa de sus recursos naturales y su bio diversidad.
Cualquier persona en Moquegua sabe que “los Vizcarra”, son apristas. El padre del nuevo Presidente, en efecto, fue un antiguo dirigente del Partido de Haya de la Torre y hasta llegó a ser ungido como Constituyente en el 78. Perteneció a “la vieja guardia provinciana” que anidara sentimiento de adhesión hacia el llamado “Partido del Pueblo”, convertido hoy en una Mafia purulenta en proceso de descomposición. El hombre, conservó, sin embargo, un perfil de modestia y sencillez que dejó huella.
Martin Vizcarra siguió esa ruta en sus años mozos. Algunos lo sitúan incluso en el ARE –la organización estudiantil aprista de la época- cuando estudiara en la UNI. Ya profesional, postuló en su región promovido por el APRA y perdió su primera experiencia electoral. La derrota lo indujo a formar un Movimiento Regional con el que tuvo más suerte. A partir de allí, se consagró como un “Independiente” en la política nacional y ascendió en sus posibilidades de acción hasta que el 2016 fue tentado para integrar la fórmula presidencial de PPK, que se alzó con la victoria en los disputados comicios de ese año. La renuncia de Kuczynski lo catapultó como Presidente de la República.
En los últimos días, le han llovido –como aguacero serrano- consejos, sugerencias y admonisiones. Desde todos los ángulos, unos y otros le han dicho lo que debe -y lo que no debe- hacer. Para estos efectos, la clase dominante tiene una experiencia de siglos. Lo primero que hace para preservar sus intereses, es rodear al Mandatario cubriéndolo de elogios. Descubre, así, sus rasgos de personalidad, y los exalta. De ese modo pone, como se dice, una Pica en Flandes, y avanza en sus propósitos. Luego mueve sus resortes desde la “Prensa Grande” y alienta los afanes de los politiqueros de turno a los que va alineando en su provecho.
Diseña por supuesto el “clima” que debe imperar. Recomienda “calma”, “prudencia” y “moderación”. Busca poner “paños fríos”, y atenuar los enfrentamientos sociales. Eludir “el radicalismo”, es decir, tomar distancia de los trabajadores y de sus luchas. En el fondo, aconseja dar la espalda a la expectativa de los pueblos, subrayando que “el extremismo” no conduce a nada.
Como lo que debe hacer Vizcarra pronto, es constituir su Consejo de Ministros, promueve luego a sus figuras favoritas. Como no se atreve a proponerlas de manera directa, las “sugiere” arguyendo que “son cartas que se barajan”. Así, “suelta” sus primeros nombres: Jorge del Castillo, Antero Flores Araoz, Elmer Cuba, Puede ocurrir que realmente, no las “baraje” nadie, pero ellos “las sueltan” y así las ponen en boca de muchos. Después, hablarán de muchos más. De ese modo, no sólo llenaran la alforja de “propuestos”, sino que también aspiran a influir en MVO en provecho de sus “recomendados” A esa práctica se suma el accionar de los que “quieren ser”, aquellos que se “promueven” por iniciativa propia y hasta “ofrecen sus servicios” indicando qué es lo que debe hacer el mandatario para “tener éxito”. A veces, les liga.
Pero además, y por si más adelante les fuera necesario, desde ahora comienzan a denigrar la figura del recién ascendido. Usan, para ese efecto, las redes sociales. Así, aparecieron ya en el facebook “declaraciones” que nunca hizo Vizcarra, contra Venezuela y en particular contra Nicolás Maduro. Ponen no lo que dijo, sino lo que ellos quisieran que hubiese dicho. Y como tienen la posibilidad de hacerlo, lo repiten hasta el cansancio con la idea que -al ser repetida por enésima vez- la expresión se convertirá en realidad.
El movimiento popular peruano vive un acelerado proceso de maduración política. La gente sabe ya, que no puede hacerse ilusiones con el cambio operado. Sabe además, que las cosas no dependen de una persona. Los peruanos conocen -o intuyen- la naturaleza de las contradicciones sociales, y son conscientes que los problemas que agobian a la ciudadanía, reclaman mucho más que un “nuevo Presidente”.
Saben, adicionalmente, que mientras éste Congresoo este en funciones, el escenario seguirá siendo perverso. Está vivita, y coleando, la Mafia Apro-Fujimorista que tiene en sus manos los resortes de buena parte del Poder. La CONFIEP -La entidad empresarial más importante, que dirige Roque Benavides- también está en acción. Ni una, ni otra, están dispuestas a dar un paso atrás. El problema, entonces, no consiste en “confiar”, o “no confiar”, en Martín Vizcarra, sino en mirar la realidad tal cual es: Un hombre, por sí solo, no garantiza nada. Un pueblo en lucha, unido y organizado –como en Moquegua a comienzos de siglo- será capaz de arrancar victorias.
La Izquierda Política entonces, tiene en sus manos hoy una oportunidad de oro. Podrá cumplir con ella a condición que sea en efecto, Izquierda, y Política. Es decir, que enarbole legítimas bandera, y que opere como corriente política de las grandes mayorías nacionales, sin dejarse arrastrar por el electorerismo barato, que a veces la seduce.
Si actúa como corresponde, podrá poner los cimientos de una administración que bien podría estar liderada por un hombre como Vizcarra, es decir, un gobierno eficiente y honrado, un paso indispensable en el Perú de nuestro tiempo. Y la antesala, sin duda, de cambios mayores en los que el pueblo sea realmente el protagonista de la historia.
Gustavo Espinoza M. Colectivo de dirección de Nuestra Bandera

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