Perú
El fin de semana pasado
y luego de la crisis política generada por la renuncia de Pedro Pablo
Kuczynski, asumió la jefatura del Estado el Primer Vicepresidente de la
República, Martín Vizcarra Ortiz, un ingeniero provinciano con
relativa experiencia política, que asomó como una suerte de “esperanza
de paz” para muchos peruanos.
El nuevo inquilino de Palacio de
Gobierno registra antecedentes diversos. Hombre modesto y sencillo, tuvo
buen desempeño en la gestión pública cuando fue Presidente del Gobierno
Regional de Moquegua. En ese lapso, y poco antes, jugó un papel
encomiable en la defensa de los intereses de la región en lo que fuera
el llamado “Moqueguazo”, una vigorosa y unitaria jornada de
lucha, en la que todo el pueblo de esa zona del país se alzó contra la
Souther Cooper Corporation en defensa de sus recursos naturales y su bio
diversidad.
Cualquier persona en Moquegua sabe que “los Vizcarra”,
son apristas. El padre del nuevo Presidente, en efecto, fue un antiguo
dirigente del Partido de Haya de la Torre y hasta llegó a ser ungido
como Constituyente en el 78. Perteneció a “la vieja guardia provinciana” que
anidara sentimiento de adhesión hacia el llamado “Partido del Pueblo”,
convertido hoy en una Mafia purulenta en proceso de descomposición. El
hombre, conservó, sin embargo, un perfil de modestia y sencillez que
dejó huella.
Martin Vizcarra siguió esa ruta en sus años mozos.
Algunos lo sitúan incluso en el ARE –la organización estudiantil
aprista de la época- cuando estudiara en la UNI. Ya profesional, postuló
en su región promovido por el APRA y perdió su primera experiencia
electoral. La derrota lo indujo a formar un Movimiento Regional con el
que tuvo más suerte. A partir de allí, se consagró como un “Independiente”
en la política nacional y ascendió en sus posibilidades de acción hasta
que el 2016 fue tentado para integrar la fórmula presidencial de PPK,
que se alzó con la victoria en los disputados comicios de ese año. La
renuncia de Kuczynski lo catapultó como Presidente de la República.
En los últimos días, le han llovido –como aguacero serrano- consejos,
sugerencias y admonisiones. Desde todos los ángulos, unos y otros le han
dicho lo que debe -y lo que no debe- hacer. Para estos efectos, la
clase dominante tiene una experiencia de siglos. Lo primero que hace
para preservar sus intereses, es rodear al Mandatario cubriéndolo de
elogios. Descubre, así, sus rasgos de personalidad, y los exalta. De ese
modo pone, como se dice, una Pica en Flandes, y avanza en sus
propósitos. Luego mueve sus resortes desde la “Prensa Grande” y alienta los afanes de los politiqueros de turno a los que va alineando en su provecho.
Diseña por supuesto el “clima” que debe imperar. Recomienda “calma”,
“prudencia” y “moderación”. Busca poner “paños fríos”, y atenuar los
enfrentamientos sociales. Eludir “el radicalismo”, es decir, tomar
distancia de los trabajadores y de sus luchas. En el fondo, aconseja dar
la espalda a la expectativa de los pueblos, subrayando que “el
extremismo” no conduce a nada.
Como lo que debe hacer Vizcarra
pronto, es constituir su Consejo de Ministros, promueve luego a sus
figuras favoritas. Como no se atreve a proponerlas de manera directa,
las “sugiere” arguyendo que “son cartas que se barajan”. Así, “suelta”
sus primeros nombres: Jorge del Castillo, Antero Flores Araoz, Elmer
Cuba, Puede ocurrir que realmente, no las “baraje” nadie, pero ellos
“las sueltan” y así las ponen en boca de muchos. Después, hablarán de
muchos más. De ese modo, no sólo llenaran la alforja de “propuestos”,
sino que también aspiran a influir en MVO en provecho de sus
“recomendados” A esa práctica se suma el accionar de los que “quieren
ser”, aquellos que se “promueven” por iniciativa propia y hasta “ofrecen
sus servicios” indicando qué es lo que debe hacer el mandatario para
“tener éxito”. A veces, les liga.
Pero además, y por si más
adelante les fuera necesario, desde ahora comienzan a denigrar la figura
del recién ascendido. Usan, para ese efecto, las redes sociales. Así,
aparecieron ya en el facebook “declaraciones” que nunca hizo Vizcarra,
contra Venezuela y en particular contra Nicolás Maduro. Ponen no lo que
dijo, sino lo que ellos quisieran que hubiese dicho. Y como tienen la
posibilidad de hacerlo, lo repiten hasta el cansancio con la idea que
-al ser repetida por enésima vez- la expresión se convertirá en
realidad.
El movimiento popular peruano vive un acelerado
proceso de maduración política. La gente sabe ya, que no puede hacerse
ilusiones con el cambio operado. Sabe además, que las cosas no dependen
de una persona. Los peruanos conocen -o intuyen- la naturaleza de las
contradicciones sociales, y son conscientes que los problemas que
agobian a la ciudadanía, reclaman mucho más que un “nuevo Presidente”.
Saben, adicionalmente, que mientras éste Congresoo este en funciones,
el escenario seguirá siendo perverso. Está vivita, y coleando, la Mafia
Apro-Fujimorista que tiene en sus manos los resortes de buena parte del
Poder. La CONFIEP -La entidad empresarial más importante, que dirige
Roque Benavides- también está en acción. Ni una, ni otra, están
dispuestas a dar un paso atrás. El problema, entonces, no consiste en
“confiar”, o “no confiar”, en Martín Vizcarra, sino en mirar la realidad
tal cual es: Un hombre, por sí solo, no garantiza nada. Un pueblo en
lucha, unido y organizado –como en Moquegua a comienzos de siglo- será
capaz de arrancar victorias.
La Izquierda Política entonces, tiene en sus manos hoy una oportunidad de oro. Podrá cumplir con ella a condición que sea en efecto, Izquierda, y Política.
Es decir, que enarbole legítimas bandera, y que opere como corriente
política de las grandes mayorías nacionales, sin dejarse arrastrar por
el electorerismo barato, que a veces la seduce.
Si actúa como
corresponde, podrá poner los cimientos de una administración que bien
podría estar liderada por un hombre como Vizcarra, es decir, un gobierno eficiente y honrado,
un paso indispensable en el Perú de nuestro tiempo. Y la antesala, sin
duda, de cambios mayores en los que el pueblo sea realmente el
protagonista de la historia.
Gustavo Espinoza M. Colectivo de dirección de Nuestra Bandera.
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