El hoy imperio de
Washington poco se diferencia del otrora de Roma. Paga a los traidores
de los pueblos y a sus “palanganeros”, como el hasta hace pocas horas
presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, pero al final los desprecia y
los deja abandonados a su suerte.
Kuczynski, conocido por PPK,
no es el primer mandatario de este hemisferio, ni será el último, que
tras arrodillarse ante Estados Unidos para servir a sus intereses
hegemónicos termina humillado, y lo más probable que en la cárcel, al
igual que otros tantos.
Acusado de corrupción e incapacidad
para gobernar, PPK se vio obligado a dimitir este miércoles ante una
prolongada crisis política sin precedentes en su país, y como era de
esperar la administración de turno de la Casa Blanca “se ha lavado las
manos como Poncio Pilatos”.
El presidente norteamericano,
Donald Trump, y su descalabrado equipo de colaboradores en Washington,
ha preferido no enterarse y hacer silencio ante la gravedad de lo que
está ocurriendo en Lima, a solo pocos días de que esa ciudad capital
andina sea la sede de una nueva Cumbre de las Américas, marcada para
abril venidero.
En ese VIII cónclave de Jefes de Estado de las
Américas se tratarán, entre otros temas, la gobernabilidad y la
corrupción en esta parte del mundo, lo que evidentemente se torna
paradójico en medio del oscuro panorama actual peruano.
PPK
renunció por estar implicado en hechos de corruptela y hasta compra de
votos de congresistas en el Parlamento de esa nación sudamericana, lo
que ha dejado un vacío de poder, y de facto ingobernabilidad.
En medio de esos truenos y relámpagos, analistas políticos en
Latinoamérica y el Caribe se preguntan si Perú está en condiciones de
celebrar la Cumbre de las Américas, y cuestionan al mismo tiempo la
existencia de seguridad para los dignatarios y delegaciones de los 35
países de la región que se darán cita allí.
Es un hecho real
que la referida reunión corre peligro de frustrarse, pero no ahora por
los últimos acontecimientos, sino desde el mismo momento en que
Kuczynski, incitado por Washington y el secretario general de la
Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, decidió rechazar
la participación de Venezuela.
La exclusión de Venezuela
generó fuertes críticas en la Patria Grande contra PPK, quien al parecer
aspiraba a continuar siendo el “palanganero preferido” del imperio del
Norte, junto a otros que, por cierto, deben recordar ese refrán popular
que reza: “cuando las barbas de tu vecino veas arder, pon las tuyas a
remojar”.
Por lo pronto, la Cumbre no se ha suspendido, pero el
show contra la Revolución Bolivariana que pretendían escenificar el
trío Trump-Almagro-Kuczynski, ya se quedó sin el protagonista anfitrión.
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