UE-Mercosur
La firma del tratado
de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea sumó un nuevo
revés ante la posición de Francia de continuar protegiendo al sector
ganadero de ese país, pese al desmedido afán de los gobiernos de
Argentina y Brasil, encabezados por Mauricio Macri y el golpista Michel
Temer.
La decisión de ambos gobiernos de bajar banderas, que
despertara a fin de año temor y desconfianza entre los empresarios,
trabajadores e industriales conosureños, no fue suficiente para
traspasar los obstáculos que impone un importante lobby empresario
europeo y los líderes de la Comisión Europea, un organismo supranacional
que tomó carácter propio.
Macri fue a buscar en Francia un gesto
que no consiguió. El presidente de Francia, Emmanuel Macron se
manifestó públicamente en favor de continuar protegiendo al sector
ganadero de su país. El próximo martes hay una nueva reunión por el
acuerdo en Bruselas.
En Europa los industriales a favor del
acuerdo, discuten contra el lobby agrícola que frena el acercamiento.
Macri fue a buscar a Francia un gesto que no consiguió. El próximo
martes hay una nueva reunión por el acuerdo en Bruselas.
Los
gobiernos conosureños, en especial Argentina y Brasil, desde fines del
año pasado tratan de anunciar con bombos y platillos el acuerdo que ya
lleva dos décadas negociándose. Pero Macron le dio un nuevo parate al
anuncio. Macri intentó superar con él las diferencias en relación a dos
temas comerciales emblemáticos (carne y biocombustibles) ante el
ostracismo europeo de ofrecer una mayor apertura para las exportaciones
mercosureñas.
De la filtración de 19 textos de las negociaciones
confidenciales de la UE y los gobiernos del Mercosur (de las que dio
cuenta el economista Jorge Marchini), dos asumen temas que no habían
sido puestos en el conocimiento público: los capítulos de los
entendimientos alcanzados -o en debate pendiente- que se han venido
elaborando en forma secreta, incluyendo los relacionados con servicios ,
inversión y comercio electrónico que pueden restringir y/o distorsionar
en una medida inédita la capacidad de regulación económica y financiera
de los países mercosureños.
Entre las filtraciones puestas al
descubierto llama en particular el capítulo relacionado con la solución
de diferencias, ya que pone en evidencia cómo podrían ser forzados los
países del Mercosur a ceder soberanía jurídica y aceptar exigencias aún
mayores que las definidas por Europa en otros TLCS con países
periféricos.
La UE podría demandar a los gobiernos del Mercosur
en un tribunal internacional por no cumplir con el TLC y si el país
mercosureño perdiera, la UE podría elevar los aranceles de importación
para los productos del Mercosur hasta que estos cambiaran normas,
políticas y acciones de forma de cumplir con los fallos.
Las
filtraciones demuestran que no solo la UE ha profundizado sus demandas
exigiendo una mayor liberalización para la participación de las empresas
europeas en las compras públicas de los países del Mercosur, inhibiendo
una herramienta tradicional elemental para la promoción de nuevas
industrias y servicios de economías con menor grado de desarrollo
Asimismo,
sumó la exigencia de mayor flexibilización y menor control en las
normas de origen, lo cual permitiría dar mayor penetración , por
ejemplo, a las muy conocidas marcas europeas de prendas de vestir y
diseño, para poder generar la mayor parte del valor de su producción en
países con bajos costos para ser presentados , etiquetados y contar las
ventajas de liberalización “europea” para su penetración en los mercados
sureños.
Impuso, además, sus demandas de una mucho mayor
protección de la propiedad intelectual para extender y profundizar
privilegios monopólicos, lo que llevaría a un aumento sustancial de
precios de medicamentos, restringiendo el desarrollo de la industria
farmacéutica local de genéricos y limitando aún más el acceso a la salud
a ellos.
Un análisis del diario argentino Página12 señala que
los sectores manufactureros argentinos que mayor impacto podrían recibir
son el automotor, maquinaria y bienes de capital y el químico, aunque
las cámaras representativas de casi todos los industriales han
manifestado públicamente sus reparos con el acuerdo. En Brasil también
se esperan consecuencias industriales negativas. Su manufactura tiene
más potencial exportador aunque también se perjudicaría si Argentina, su
principal cliente en el capítulo industrial, accede a los productos
europeos sin aranceles.
Uruguay y Paraguay tienen un sector
industrial mínimo, con lo cual el impacto negativo es casi nulo. De
hecho, Uruguay llegó a plantear la firma un acuerdo de libre comercio
con China. Europa podría perder mercado en manos sudamericanas en
determinados sectores agrícolas, como en carnes, etanol, vinos, lácteos y
cereales.
Más allá de la mayor productividad del Mercosur en
algunos de estos sectores y de la posibilidad de la baja de aranceles en
Europa, hay relativo consenso alrededor de la idea de que los subsidios
europeos no van a mermar y por lo tanto el acceso a ese mercado,
incluso con la firma del acuerdo, no se allanará. Esa cerrazón europea
la vivieron en carne propia Australia y Nueva Zelanda, que también
trataron de negociar un relajamiento de las normas proteccionistas pero
no lo lograron a causa del fuerte lobby agrícola, señala Página 12.
El analista Eduardo Febbro indica –desde París- que el mundo sin
fronteras ni regulaciones pegajosas que constituye la tabla de la ley de
los liberales del mundo tiene muros muy sólidos. Mauricio Macri no los
pudo atravesar, pese a haber hecho los deberes que Occidente exige de
todo candidato que quiera atraer a los nuevos colonialistas, es decir,
los inversores.
El acuerdo comercial chocó con las “líneas rojas”
que planteó el presidente francés. Incondicional de un mundo circulante y
enemigo de cualquier aislamiento, Macron no despejó las trabas que
desde hace décadas bloquean la firma del pacto entre los dos bloques.
Las expectativas de arrancar un gesto de Macron para liberar el acuerdo
eran más que escasas luego de que, la víspera, durante un encuentro con
agricultores franceses en el centro de Francia, Macron les dijera que le
presentaría a Mauricio Macri “líneas rojas que Francia no desea
sobrepasar”. Y así fue.
Si bien España y Alemania han variado su
postura, Francia lidera el grupo de tres países más hostiles a los
avances con el Mercosur: los otros son Polonia e Irlanda. Hay varios
puntos en discordia, empezando por el etanol. La UE impone un límite de
600 mil toneladas de etanol. La oferta es inaceptable para el bloque
sudamericano. Las patentes y el sector bovino son otras de las líneas
rojas. El Mercosur reclama mucho más espacios para la exportación. La
oferta del sur es demasiado frondosa según los europeos. Estos temas ya
impidieron que el pacto se firmara en 2017 en la Argentina durante la
conferencia de la Organización Mundial de Comercio.
Esta semana
se iniciará otro ciclo de negociaciones en Bruselas. Sin embargo, la
decepción parisina fue considerable. Las posiciones son, por ahora,
inconciliables: Francia pide demasiado para respetar sus líneas rojas y
les deja a los miembros del Mercosur, en particular a la Argentina y
Brasil, la responsabilidad de ceder. París miró ya con muy malos ojos
las concesiones que hizo la Comisión Europea en lo que atañe al etanol y
la carne a cambio de una mayor apertura para su sector automotriz.
Rodolfo
Koé Gutiérrez, periodista económico argentino, analista asociado al
Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, ww.estrategia.la)
No hay comentarios:
Publicar un comentario