Ángel Guerra Cabrera
Como era de esperar, el
juzgado de segunda instancia de Porto Alegre ratificó la sentencia por
corrupción del desvergonzado juez de la 13 Corte Federal de Curitiva,
Sergio Moro. No sólo eso, las tres señorías aumentaron la condena pedida
por Moro de nueve años y medio a 12. El sueño del magistrado encargado
de la oscura operación Lava Jato y su objetivo principal en la vida, es condenar sin pruebas a Lula. Sólo
basado en indicios, como no se ha cansado de repetir desde que comenzó esta injusta, grotesca y despreciable farsa judicial.
Moro, un juez mediocre y venal, con todo y sus estudios en Harvard y
en cursos de lavado de dinero del Departamento de Estado, ha subido
mediáticamente como la espuma a partir de que lidera la operación Lava Jato y,
sobre todo, desde que acusó a Lula de corrupción por, supuestamente,
haber aceptado un departamento de lujo frente a la playa en Guarujá,
municipio del estado de San Pablo, a cambio de favores a la constructora
OAS con contratos de la estatal Petrobras.
Sin embargo, a lo largo del juicio no se logró demostrar que el ex
presidente sea el propietario y mucho menos se identificó cuál fue el
acto o la omisión (delito de
corrupción pasiva) que habría dado origen al recibimiento del inmueble. Toda esta mojiganga leguleya tiene como único propósito sacar de la carrera presidencial de 2018 al único político que según todas las encuestas ganaría por muy amplio margen. Por eso, el pueblo ha lanzado la consigna:
elección sin Lula es fraude.
Es demasiado lo que está en juego en las próximas elecciones de
Brasil. Pueden significar la victoria de Lula (o de un eventual
candidato respaldado por él en caso que se le prohíba postularse) y con
ello la derrota de la opción neoliberal, entreguista a Estados Unidos,
la recuperación de la soberanía nacional y la política exterior
independiente y de unión latinoamericana, de las políticas de
redistribución del ingreso, reconstrucción del Estado y mayor extensión y
gratuidad de los servicios sociales a la población. Esto implicaría
además que Brasil dejaría de ser el convidado de piedra en los BRICS en
que lo ha convertido el gobierno golpista de Temer y volver a ser uno de
sus más activos y dinámicos integrantes. En resumen, la eventual
victoria electoral de Lula podría parar y revertir la ofensiva
derechista en nuestra región y, unida a la relección de Maduro en abril
en los comicios presidenciales venezolanos y al eventual triunfo de
López Obrador en las de México en julio, cambiar no sólo la correlación
de fuerzas en América Latina y el Caribe en favor de las fuerzas
populares, sino influir notablemente en el mundo en favor de las luchas
sociales y de las fuerzas políticas que a la vez que Rusia y China
luchan por la paz y la multipolaridad en el mundo.
Ojalá y presenciemos de aquí a fin de año el contragolpe de
izquierda a la escalada golpista mediático-judicial-parlamentaria de la
derecha y el imperialismo, iniciada en Honduras (con participación
militar hasta hoy), continuada en Paraguay y consolidada en el Cono Sur
con el golpe en Brasil y la exigua victoria electoral de Macri,
convertida a estas alturas en una transgresión al mandato que recibió y a
las instituciones democráticas. Este conjunto de acciones de Washington
y la derecha es ya conocido como la fase dos de la Operación Cóndor, que
al igual que su homónima busca liquidar a todo luchador social, todo
revolucionario y gobierno progresista o de izquierda que defienda los
intereses de nuestros pueblos. Ahora con plumas vendidas, jueces y
legisladores corruptos.
Lula ya dijo que continuará su batalla hasta el final y con el
pueblo. Así relata Emir Sader su llegada antier a la multitudinaria
concentración popular en Porto Alegre: Lula vino con mucha confianza y
alegría, llegó y, como siempre, saludó y se tuvo que sacar fotos con
gran cantidad de personas. Flanqueado por los dirigentes de los
principales movimientos sociales de Brasil –CUT, MST, MTST– y de
dirigentes políticos nacionales, Lula afirmó en su discurso que no iba a
hablar de su proceso. Que para ello él tiene abogados competentes que
han logrado que no haya ningún jurista que defienda las posiciones de
los que lo acusan porque no quedó ningún argumento en pie. De hecho, se
ha logrado un consenso general respecto de que no hay pruebas en contra
de Lula. A tal punto que el juez Moro se refugia en sus
conviccionesy en
indicios, a falta de pruebas.
Twitter:@aguerraguerra
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