Ilka Oliva Corado
Adital
Los migrantes que infestan son los que notienen una visa respaldada por una jugosa cuenta bancaria. Una
casa en zona exclusiva. Un trabajo o un
negocio rentable. Ni los contactos ni los privilegios. Los migrantes que infestan
cualquier frontera en su tránsito de peregrinos, son esos seres que hacen de
los caminos su destino sin conclusión. Una tumba sin lápida. Son la letra de una canción desgarradora, una
realidad a la que llaman impostora, el dolor que llora en soledad, la amargura
del agravio, son los que no tienen salario, son la precariedad.
Los migrantes son una verdad inquisidora, a los que las leyes sin demora
van a juzgar, ¡fuera infestos, lárguensea otro lugar! Aquí no hay espacio para llorar, ni techo ni
comida, lárguense que aquí no anida la oportunidad. Regresen por ese mar,
súbanse a una patera y sufran
deshidratación, que aquí en esta nación no espacio para africanos, el negro no
es nuestro hermano, es un despojo de
la esclavitud. Piltrafas de los genocidios, con ustedes no
queremos idilios, no son de sangre azul.
Los migrantes que infestan saltan
las murallas, los tratan de canallas, de ladrones de sueños, los muelen a puro
leño y los deportan sin piedad. ¡Vamos,
largo, regresen a su miseria que ésta es nuestra Europa blanca, no la queremos
africanizar!
Nadando ríos, atravesando
desiertos, trepando muros, van los
migrantes hacia el Imperio, no saben que es solo un cuento lo de la
libertad.
Una cárcel los espera, qué más da si ya
están muertos, son los difuntos sin anhelosque no paran de trabajar.
Son los obligados a emigrar. En las ciudades industrializadas día a día
son las redadas, ¡largo, fuera, regresen a su corral! Regresen a la inmundicia, que aquí la codicia es
nuestra y nadie nos la va a quitar.
Quedan los cuerpos en las
veredas, sin documentos, sin nacionalidad. Por cientos flotan en los mares a
punto de reventar. ¿Quién los nombra, quién los identifica? Son los migrantes
sin identidad. Tan lejos, tan lejos del hogar.
El mundo guarda silencio, entre
el bullicio no hay tiempo para la dignidad, no existe la humanidad. Son los
muertos que a nadie importan, son los lomos para explotar, las inocencias para
violar. Son las sonrisas, son las miradas, son los recuerdos, son los afectos
que mueren en el camino. Son los encierros, son las frustraciones, las
plegarias, el cansancio, la explotación. Son los migrantes sin
documentos, los invisibles, los marginados, los infestos de los que pocos
quieren hablar. Son los que mueren en el éxodo. Son la poesía del confín. El
verso herido, el mural descolorido, el asilo, la exclusión. Los apilados, el
desaliento, la dignificación. Son mis hermanos, son tus hermanos, es nuestra la
humillación. ¿Guardar silencio es nuestra postergación?
Ilka Oliva Corado.
@ilkaolivacorado.
Junio 13 de 2015.
Estados Unidos.
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