Mathieu Tourliere
Dylann Storm Roof, joven homicida (fotoAP)
MÉXICO,
D.F. (apro).- Pasado el horror de la masacre racista de nueve devotos
negros que perpetró el miércoles 17 Dylann Storm Roof en la iglesia
Episcopal Metodista Africana Emanuel, ubicada en la ciudad de
Charleston, en Carolina del Norte, activistas y ciudadanos
estadunidenses criticaron el tratamiento “racista” del caso, tanto por
las autoridades como por medios de comunicación.
En una columna que publicó este viernes el Washington Post, la
académica Anthea Butler, profesora en la Universidad de Pennsylvania,
aseveró que la narrativa mediática racista en Estados Unidos suele
distorsionar la visión tanto del agresor como de las víctimas según su
color de piel.
Según Butler, al ocurrir un crimen los medios suelen retratar a los
sospechosos negros y musulmanes como terroristas o rufianes, con rasgos
de violencia sistémica, y también suelen solicitar comentarios y
respuestas por parte de toda la comunidad que comparte sus rasgos o su
religión.
Es más: “Aun las víctimas negras son denigradas”, aseveró Butler, al
retomar ciertos casos recientes en los que ciudadanos
afroestadunidenses desarmados fueron ejecutados de manera extrajudicial
–se habla también de “uso excesivo de la fuerza”— por policías.
Así, la académica recordó que, según los medios, “Trayvon Martin
vestía una sudadera con capucha. Michael Brown robó cigarros. Eric
Garner vendía cigarros caducados. Cuando una adolescente negra que no
había cometido ningún crimen fue derribada y sometida en el piso por un
oficial de policía durante una reunión con amigos en una alberca en
McKinney, Texas, la conductora de Fox News Megyn Kelly dijo de ella que ‘tampoco (es) una santa’”.
En cambio, a los blancos se les retrata como “lobos solitarios”, y
Butler advirtió que “los primeros reportes de la balacera de la iglesia
de Charleston sigue un padrón similar”.
Observó que la mayoría de los medios estadunidenses no mencionan la
palabra “terrorismo” cuando se refieren a la masacre del pasado
miércoles, ni “presunto terrorista” para describir a Roof.
Al contrario, la académica anticipó que Roof, de 21 años de edad,
“será humanizado y retratado como un enfermo, víctima de malos tratos”,
aseveró, al recordar que un conductor de la cadena MSNBC declaró
por la mañana que aún “no conocemos sus condiciones mentales” lo cual,
según la académica, ilustra “el poder de la blanquitud en Estados
Unidos”.
Y subrayó que el año pasado, cuando un policía abatió a Tamir Rice,
un niños de 12 años, mientras jugaba con una pistola de plástico en
Cleveland, los medios y los reportes policíacos se refirieron al niño
como “el hombre joven”.
En contraste, aseveró que los medios calificaban de “niño normal” o
“típico niño estadunidense” al multihomicida James Holmes, quien
asesinó a decenas de personas en un cine de Aurora, a sus 25 años de
edad.
Doble rasero
La iglesia Episcopal Metodista Africana (AME, por sus siglas en
inglés) Emanuel tiene un carácter simbólico: fue el primer templo
metodista erigido en 1818 en el sur del país –cuna de la esclavitud y
de los supremacistas blancos–, por un grupo de hombres que
posteriormente encabezaron una insurrección de esclavos en Charleston.
En 1822, supremacistas quemaron la iglesia para castigar el intento
de insurrección de Denmark Vesey y los demás esclavos el… 17 de junio
de ese año, misma fecha que eligió Roof para perpetrar su masacre.
Poco después de su detención, el jueves 18, circuló la foto que
utiliza Roof para su perfil de Facebook. En ella sale vestido con un
chaleco en el que había cosido dos banderas: una del antiguo régimen
que implementó el apartheid en Sudáfrica y otra de Rhodesia –ahora Zimbabwe–, un país africano anteriormente gobernado por blancos.
En la iglesia de Charleston, cuando se levantó y empezó a disparar
contra los devotos que asistían a una lectura nocturna de la Biblia,
gritó: “¡Violan a nuestras mujeres! ¡Se están acaparando nuestro país!
¿Quieren una razón para rezar? ¡Les voy a dar una razón para rezar!”.
El asesino dejó con vida a una mujer. Posteriormente dijo a los
inspectores que lo hizo a propósito para que ella pudiera contar lo que
había ocurrido en el templo. También explicó a los agentes que estuvo a
punto a detener sus planes “porque (los devotos) se portaban muy bien
con él” pero que tenía que cumplir con una “misión”: la de provocar una
“guerra entre las razas”.
En el Washington Post, Butler abundó: “Necesitamos ir más
allá (que definir a la masacre como un crimen de odio). Hubo un mensaje
de intimidación detrás de esta matanza, un acto que refleja una
historia de terrorismo contra las instituciones negras involucradas en
la promoción de los derechos cívicos”.
“Es una manifestación del odio racial y de la supremacía blanca que
sigue permeando nuestra sociedad”, sostuvo, al recordar que en 1963
integrantes del Ku Klux Klan detonaron dinamita en una iglesia de
Birmingham, asesinando a cuatro adolescentes afrodescendientes. “Y
ahora que las autoridades encontraron al sospechoso, deberíamos
llamarle por lo que es: un terrorista”, concluyó.
Pero no todos los medios no concordaron con esta conclusión. De hecho, el mismo Washington Post publicó
un artículo del analista político Philip Bump, titulado “Por qué no
deberíamos llamar a Dylann Roof terrorista”, ya que, insiste su autor,
“el problema no es que seamos demasiado lentos en calificar a Roof como
terrorista, sino que en general estamos demasiado rápidos en llamar a
cualquier persona un terrorista”.
Así, jueves 18 y viernes 19 los periódicos y editorialistas
expusieron argumentos para determinar si la masacre fue “terrorismo” o
“crimen de odio”. Hasta la noche del viernes 19 ninguna autoridad o voz
oficial había pronunciado la palabra “terrorismo”.
Este mismo día el Departamento de Estado dio a conocer su informe
sobre el terrorismo en el mundo en 2014, en el que, entre muchos,
calificó a los actos anarquistas en distintos países del mundo, como la
destrucción de cajeros automáticos, como terroristas.
Juicio de las redes
En las redes sociales, y en particular en Twitter, los temas de
discusión #CharlestonShooting (Balacera de Charleston) o
#Blacklivesmatter (Las vidas de negros importan) fueron aprovechados
por activistas y ciudadanos antirracistas para condenar la masacre y
subrayar el racismo latente en Estados Unidos.
“Este terrorista asesinó a más personas que los atentados de
Boston”, aseveró un usuario de Twitter, mientras que otra rogó: “No le
llamen enfermo mental o estaremos en lo mismo en 25 años”.
“Cualquier candidato presidencial que no condene la balacera de
Charleston como acto de terrorismo racista, utilizando ESAS palabras
exactas, no conviene para el cargo”, estimó otro usuario.
También circularon fotomontajes que ilustran el contraste entre la
detención de Roof –escoltado por dos policías y vestido con un chaleco
antibalas– y los violentos arrestos de ciudadanos negros por delitos
menores.
Al lado de la foto de Roof, esposado pero libre de caminar, se
publicaron imágenes de una adolescente negra de 15 años detenida de
manera muy violenta por un policía, o la de un hombre tirado en el
suelo y sometido por cuatro policías –uno de los cuales lo estrangula–,
con el comentario “adivina quién de estos hombres fue detenido por
vender cigarros y quién por asesinar a nueve personas”.
Un usuario publicó:
“Asesino musulmán = toda una religión culpableAsesino negro = toda una raza culpableAsesino blanco = lobo aislado con problemas mentales”.
Y otro, con un tono irónico, añadió:
“Asesino blanco: ‘Soy racista. Esto fue motivado por racismo’Medio de comunicación: “¡Oye hermano!!! No conocemos todos los hechos aún. Danos tiempo.”
En otro artículo, el Washington Post resaltó que el mito
según el cual la generación de los “milenaristas” –los nacidos después
de 1980– blancos y no latinos sería más tolerante que sus padres es
totalmente falso, ya que esta generación, por el contrario, “ignora
cómo la lógica fría del racismo, la supremacía blanca y la antinegritud
han funcionado durante generaciones y continúan funcionando”.
De acuerdo con el periódico en línea Mother Jones, durante
las pasadas dos décadas al menos 16 iglesias ocupadas por comunidades
negras fueron atacadas. El portal subrayó que “las iglesias han sido
desde hace mucho tiempo centros de organización y de defensa en la
comunidad negra”.
Algunos de los medios también señalaron que el jueves 18, mientras
las banderas de Estados Unidos y de Carolina del Sur se encontraban a
media asta, en el Parlamento de Columbia, la capital de la entidad
federativa, una tercera bandera seguía flotando en la cima de su
postre: la de los Confederados, símbolo de la época en la que los
negros vivían como esclavos de los ricos terratenientes de los estados
del sur.
El gobernador Nikki Haley aseveró que la ley le impide mover el
lábaro, ya que esta facultad es reservada a los legisladores, lo cual
quedó confirmado el mismo día por la Suprema Corte de Justicia.
El viernes 19 por la tarde, Roof fue inculpado de nueve delitos, y
el gobernador Haley aseveró que “queremos de manera absoluta que tenga
la condena a muerte”.
El gobernador republicano de Texas, Rick Perry, declaró horas
después que la masacre había consistido en “un accidente”, que quizá
tendría más que ver con las drogas que con las armas.
De acuerdo con los reportes periodísticos, durante la audiencia
varios familiares de las víctimas de Roof –quienes tenían entre 26 y 87
años– oraron para que Dios perdonara al asesino.
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