No
hay que ser un experto para ver que en los últimos meses, y de manera
cada vez más acelerada, el imperialismo estadounidense y sus aliados de
la OTAN están tratando de crear todas las condiciones para transformar
las relaciones internacionales en un nuevo teatro de confrontaciones
con vistas a mantener el ya cuestionado sistema internacional unipolar
y la hegemonía neoliberal.
Hace
apenas tres años, cuando alboreaba la multipolaridad con los esfuerzos
de creación de UNASUR y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (CELAC), con Rusia tratando de consolidar una región
euroasiática y los BRICS explorando una alternativa a la tiranía
neoliberal, el imperialismo se lanzó a la creación de nuevos focos de
tensión, interviniendo en Libia –que en ese entonces era un país clave
de una necesaria integración africana-, en Siria y en países de África,
y relanzó con fuerza la subversión en varios países latinoamericanos.
En
la segunda parte del 2013, cuando arreciaba la agresión
intervencionista en Siria, el último gran país del Oriente Medio con un
sistema en el que convivían diversos pueblos, culturas y religiones, en
el marco de la reunión del G20 en San Petersburgo y gracias a la carta
del papa Francisco, Rusia introdujo el tema de Siria, amenazada con
bombardeos aéreos por parte de Estados Unidos (EE.UU.) y países de la
Unión Europea (UE) por el supuesto e inventado uso de armas químicas
por parte del gobierno sirio, y forzó una difícil negociación para
frenar la amenaza de bombardeos a cambio de sacar el arsenal químico de
Siria y destruirlo.
La
firme posición rusa en el caso de Siria, que contó con el apoyo de
China y la mayoría de países del mundo, mostró por primera vez que
existían fuerzas capaces en la escena internacional para ponerle límite
o término al sistema unipolar creado por EE.UU. desde el derrumbe de la
Unión Soviética, y comenzar el restablecimiento de un orden multipolar,
algo que para el imperialismo significaría el comienzo del fin de su
proyecto de hegemonía neoliberal total.
No
en vano desde el 2013, y en particular durante la primera parte del
2014 cuando la CELAC se formó, y en perspectiva de la reunión cumbre en
Brasil el BRICS esboza sus intenciones de crear instrumentos
financieros para liberarse del dólar, que directamente o a través de
sus lacayos locales EE.UU. y sus aliados arreciaron sus intentos
subversivos en Venezuela e incrementaron la desestabilización política,
financiera y económica en otros países latinoamericanos.
Es
en esta perspectiva de desestabilización, específicamente del gobierno
de la presidenta Cristina Fernández, que juega un importante papel la
decisión y todo el actuar del juez Thomas Griesa de Nueva York para
favorecer a los “fondos buitre”: esa decisión constituye una nueva arma
del sistema judicial estadounidense para someter a los países deudores,
que son mayoría en el mundo, a una ley estadounidense que siempre es
interpretada de manera a satisfacer al gran capital.
Y
desde enero pasado el imperialismo neoliberal puso en acción las
fuerzas que desde hace años venía financiando, entre ellas los
ultranacionalistas y neonazis, para crear un peligroso foco de tensión
permanente en Ucrania, en la “puerta de entrada” de Rusia.
El
rechazo del presidente constitucional Víctor Yakunovich a una
integración con la UE que significaba la desindustrialización del país,
disparó la operación para derrocarlo y reemplazarlo con uno que
aceptaría, como ha sido el caso y muy rápidamente, el dictado de
Washington, del FMI y de la OTAN, destruyendo a cañonazos y bombardeos
la oposición interna en el Este del país, con el claro intento genocida
de eliminar la población ruso-parlante, como dijo en la televisión un
“periodista” ucraniano (1), y así recuperar esas tierras. No dijo, pero
se puede asumir, que una vez “limpiadas” de “gente inútil” esos
territorios servirían para instalar armamentos ofensivos de la OTAN y
crear una constante amenaza directa a la seguridad de Rusia.
Para
lanzar la reciente cruzada contra Rusia, como dijo el ministro de
Relaciones Exteriores de Moscú, Sergei Lavrov, “si no hubiera sido
Ucrania, les aseguro, cualquier otro aspecto de la política interior o
exterior de Rusia les hubiera servido de razón”. Lavrov lamentó que las
buenas intenciones expresadas por los “socios occidentales en Europa”
no resistan la inercia de la Guerra Fría que busca “llevar a todos los
europeos bajo el techo de la OTAN y hacerlos que se dirijan a Rusia con
un tono severo”. Esta miopía política, agregó, está basada en la
intención de imponer su voluntad a toda costa, de adoptar sanciones
contra quienes disienten y tomar represalias contra quienes están por
“la independencia y no aceptan obedecer el orden mundial unipolar” (2).
Este
orden unipolar permite a EE.UU. y sus aliados la impunidad criminal que
se manifestó por enésima vez en la agresión, con bombardeos y fuerzas
terrestres que mataron a cerca de dos mil personas, en la Franja de
Gaza. Israel actúa impunemente gracias al apoyo político, diplomático y
a las armas y datos de inteligencia estadounidenses, como confirman
los documentos revelados recientemente por el informante Edward Snowden
y publicados por el periodista Gleen Greenwald (3).
La ley estadounidense debe prevalecer.
Estados
Unidos, cuya existencia jamás fue amenazada por guerra alguna fuera de
la guerra de Secesión, no posee más que una definición ideológica de
sus enemigos: aquellos que no aman el modo de vida estadounidense, se
encuentren donde sea, afirmaba en 2005 el historiador Eric Hobsbawm
durante una conferencia en la Universidad de Harvard dedicada a
destacar las diferencias entre la hegemonía estadounidense y la otrora
hegemonía británica.
Este
historiador argumentó que Gran Bretaña, como su hegemonía no dependía
de la potencia imperial sino de su comercio, se adaptó más fácilmente a
las derrotas políticas, como ya lo había hecho cuando tuvo su mayor
derrota política, con la pérdida de las colonias en América. Y luego
recordó que durante la Guerra Fría el crecimiento de las empresas
estadounidenses en el mundo fue hecho bajo el padrinazgo del proyecto
político de EE.UU., con el cual se identificarían muchos de los grandes
patrones así como la mayoría de los estadounidenses. A cambio, dada su
hegemonía mundial, la convicción de Washington de que la ley estadounidense debe prevalecer en las relaciones de los estadounidenses con el mundo adquirió una fuerza política considerable.
Y Hobsbawm concluyó la conferencia con una pregunta cuya respuesta es ahora evidente: ¿Retendrá
EE.UU. esta lección o cederá a la tentación de mantener una posición
que se erosiona apoyándose en la fuerza político-militar, engendrando
así no el orden mundial sino el desorden, no la paz mundial sino la
guerra, no el avance de la civilización sino la barbarie? (4).
Ahora el paseo por la realidad y el despertar de la “inteligencia social”.
Por
su naturaleza, que implica “desencajar” la economía capitalista de la
sociedad y poner el Estado al servicio exclusivo de los grandes
intereses económicos, financieros y comerciales, el imperialismo
neoliberal no tiene otra alternativa que destruir toda forma de
democracia y de soberanía popular y nacional. Su única opción es el
totalitarismo. El intelectual húngaro Karl Polanyi, historiador de la
economía, consideraba la idea de los “mercados autoregulados” a nivel
mundial –el neoliberalismo- como una peligrosa utopía, y ya en 1945
advertía que EE.UU. tenía el basamento histórico e ideológico para
intentar llevarla a cabo (5).
La
utópica misión del neoliberalismo es instaurar un régimen universal
basado en las leyes estadounidenses, como nos recuerda Hobsbawm, y para
ello debe lograr que los Estados soberanos cedan su soberanía, acepten
aplicar la ley estadounidense (¿No es lo que Griesa exige?) y derriben
las barreras nacionales, para así convertirse en Estados garantes de un
sistema al servicio exclusivo de los intereses económicos
representados en los oligopolios financieros, industriales,
comerciales, mineros, agroindustriales, entre otros más cuyas casas
matrices están en EE.UU., la UE, Japón, Canadá y otros países de la
órbita imperial.
Tal
sistema no admite alternativas socioeconómicas, sean nacionales o
regionales y estén o no basadas en el capitalismo, que impliquen la
intervención activa de los Estados, grados de planificación
socioeconómica y que los pueblos a través de los organismos políticos y
sociales, actuando en democracia, tomen decisiones soberanas para
defender legítimos intereses populares y nacionales.
Precisamente
porque no puede tolerar competición alguna proveniente de otras
alternativas socioeconómicas, ya que no tiene absolutamente nada de
positivo que ofrecer a los pueblos, es que el neoliberalismo pudo
desplegarse en toda su dimensión a partir del derrumbe de la Unión
Soviética, cuando también se desplomó el orden mundial multilateral, y
fue aplicado con particular saña en Rusia y demás ex países
socialistas.
Una
de las razones por las cuales el imperialismo neoliberal se lanzó en lo
que parece una desbocada carrera para imponer su dictado a nivel
mundial, es que en dos regiones muy importantes, América latina y
Eurasia, se han lanzado movimientos de integración económica,
comercial, financiera y hasta monetaria. Y que estas iniciativas –que
incluyen el BRICS en tanto que mecanismo de comunicación entre varias
regiones-, han recibido nuevos impulsos políticos y están dando pasos
hacia la creación de mecanismos para funcionar sin una subordinación al
sistema neoliberal. Para el proyecto imperial estadounidense, que busca
someter a todos los pueblos, estas iniciativas regionales deben ser
destruidas.
El
ministro de la Corte Suprema argentina Raúl Zaffaroni, al responder a
la pregunta de Página/12 sobre qué reflexión le merece, como jurista y
no como ministro de la Corte, la situación que plantean los llamados
“fondos buitre”, dijo que “veo esto con un poco de miedo. Para decir la
verdad, con mucho miedo. Como diría Galeano, todo parece patas arriba.
Si trajésemos a alguien que hubiese dormido unas décadas, no podría
entender nada. Tengo miedo por el mundo, esa es la verdad. El poder
político, el de los Estados, está sobrepasado por el poder económico de
oligarquías, de pequeños grupos de personas que manipulan a su gusto
los medios de comunicación y el poder económico (…) Lo digo más
claramente: siempre ha habido y es inevitable que haya vínculos y
acuerdos entre los poderes político y económico, pero ahora el primero
tiende a desaparecer o a ser manejado completamente por el segundo
transnacionalizado”.
Más
adelante, y al ser preguntado por qué nos encontramos hoy en tal
situación, el ministro Zaffaroni responde que “esa es la segunda parte
de la cuestión y respecto a la cual tenemos que pensar en el futuro.
Nuestros propios gobiernos cedieron la soberanía nacional, sujetándonos
a un tribunal provincial extranjero (en el caso del juez de Nueva
York, Thomas Griesa) y a una Corte Suprema que declara no interesarle
nada, en favor de unos especuladores con capacidad de pagar abogados y
hacer lobbies (…) Creo que lo primero que debemos hacer con miras al
futuro es reformar la ley y declarar imprescriptible la administración
fraudulenta en prejuicio de los intereses nacionales en toda
negociación internacional que comprometa sustancialmente la economía
nacional. Sé que me colgarán cualquier cartel para descalificar esta
opinión, pero el mundo penal internacional viene pensando estas cosas
desde hace algún tiempo” (6).
El
mismo 3 de agosto en Página/12, y quizás como prueba de que se está
formando esa “inteligencia social” de que hablaba Karl Marx, el
filósofo José Pablo Feinmann comienza su artículo enfatizando que “el
capitalismo de las últimas décadas se ha manejado en el modo del
vértigo”, descripción con la cual muchos analistas y periodistas
estamos de acuerdo, y luego agrega que “el Imperio es el Imperio y no
habla dialectos, no respeta la autonomía de los ‘polos’, arrasa con las
identidades nacionales, los Estados nacionales () el orgullo europeo y
las vidas iraquíes o las vidas de quienes se le opongan. No hay
política multipolar, El capitalismo es un sistema totalizador. Lo fue
desde 1492, cuando nace, y lo es hoy, más que nunca, por medio de la
gran revolución de este tiempo, que no es la del proletariado marxista,
sino, otra vez, la del burgués conquistador: la comunicacional” (7).
Todo
lo anterior me parece señalar que el combate contra el imperialismo
neoliberal es la tarea principal, y es una tarea urgente porque en su
intento totalizador ha llegado a una fase demencial y mortal para
nuestras sociedades y el planeta. Y justo cuando terminaba este
artículo leí el esclarecedor análisis del filósofo Fernando Buen Abad
Domínguez, “Multipolaridad” si pero anticapitalista”, del cual
reproduzco una pequeña parte: “Pero el peligro de la confusión
(hasta no tener claro de qué “multipolaridad” hablamos o habla cada
cual) no anula la necesidad de quebrar el dominio del imperio yanqui.
Tampoco implica cancelar -o satanizar- cualquier iniciativa, así sea
parcial, que permita dar pasos adelante hacia la soberanía concreta
mandatada por los pueblos. Sólo hay que asegurarnos de que tales pasos
se dirijan hacia donde los pueblos mandan y no aparezcan los piratas
reformistas que siempre tuercen caminos y veredas hacia sus reinos
burocráticos plagados con gerentes serviles al capitalismo. La gracia
radica en no caer en las trampas semánticas de las burguesías. La
gracia está en no ilusionarse con falacias ni hacerse esclavo de ellas.
Ese error nos ha costado mucho.”(8)
- Alberto Rabilotta es Periodista argentino-canadiense.
Notas:
1.- "It’s perfectly simple. You need to kill 1.5 million people in Donbass". URL https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=S9SOVarOFJk
3.- Cash, Weapons and Surveillance: the U.S. is a Key Party to Every Israeli Attack, by Glenn Greenwald URL https://firstlook.org/theintercept/2014/08/04/cash-weapons-surveillance/
4.- Eric J. Hobsbawm, citas de las páginas 72 y 78 (capítulo tercero) de libro “L’Empire, la démocratie, le terrorisme”. André Versaille Editeur/Monde Diplomatique, 2009.
5.-
Karl Polanyi, Capitalisme Universel ou Planification Régionale?, página
486 del libro Essais de Karl Polanyi, Éditions du Seuil, 2008.
6.-“Esto es un escándalo jurídico”, entrevista al ministro de la Corte Raúl Zaffaroni, Página/12 del 3 de agosto de 2014. URL http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-252153-2014-08-03.html
7.- José Pablo Feinmann, “La Sociedad de los Lobos”, http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-252149-2014-08-03.html
8.- Fernando Buen Abad Domínguez, Rebelión, 5 de agosto 2014, URL http://www.rebelion.org/noticia.php?id=188114
http://alainet.org/active/75953
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