¿Cuándo nos vayamos de aquí, cuándo nos despidamos hoy y mañana
lleguemos allá y más allá, qué vamos a hacer para aunque sea
milimétricamente avanzar en el cumplimiento, en la lucha, en la batalla
para transformar este mundo que hoy tenemos?
Comandante Hugo Chávez
Clausura del XVIII Foro de Sao Paulo, Caracas 2012
América Latina, y por lo tanto las diferentes expresiones de izquierda
que representan a sus clases populares y subalternas, se encuentra ante
un punto de bifurcación que comienza a visibilizarse en el punto de
inflexión que supone la muerte del Comandante Chávez.
Los
últimos años del siglo XX y primeros del XXI se caracterizan por un
recorrido ascendente conformado por explosiones sociales como el
Caracazo o las guerras del Agua y del Gas, además de victorias
electorales como la llegada al poder de Chávez, Evo o Correa, que
lideraban un cambio de época continental al que también se han ido
sumando los Kirchner, Lula, Dilma, Daniel o Sánchez Cerén, gobiernos
que de la mano de los pueblos también obtenían avances políticos como
la derrota del ALCA en 2005 o la creación del ALBA en 2006.
Esa línea ascendente asentada en proyectos nacional-populares y
posneoliberales, llenos de matices y con diferentes niveles de avance y
profundización, se rompe con la muerte hace un año del responsable de
dejar atrás el fin de la historia y demostrar que una alternativa al
neoliberalismo era posible. Con la desaparición física de Chávez,
pareciera que el imperialismo se rearma, y en la guerra de posiciones
que vive América Latina, comienza una estrategia de asedio a los
gobiernos posneoliberales del subcontinente, con una ofensiva de la
Alianza del Pacifico como versión sofisticada del ALCA que se suma al
incremento de bases militares o la injerencia continua del Departamento
de Estado vía USAID, NED o DEA. A todo lo anterior podemos sumar los
casos particulares (que no son sino experimentos de laboratorio antes
de dotarlos de una escala mayor) de terrorismo político, económico y
mediático contra Venezuela, contra una Argentina asediada por los
fondos buitre, o una Bolivia a la que hace un año y poniendo de
rodillas a varios países europeos, le secuestraron el avión del
Presidente Evo en una clara señal de advertencia al resto de países del
ALBA.
Foro de Sao Paulo
Es en este momento
histórico que el Foro de Sao Paulo celebra en La Paz, Bolivia, entre el
25 y 29 de agosto, su XX Encuentro bajo la consigna “Derrotar la
pobreza y la contraofensiva imperialista, conquistar el Vivir Bien, el
Desarrollo y la Integración en Nuestra América”.
Los partidos
políticos de izquierda en el continente también viven una situación muy
diferente a la de cuando fue creado el Foro en 1990 y solo el PC cubano
se encontraba en el poder. Hoy, son mayoría los partidos en tareas de
gobierno en Cuba, Nicaragua, El Salvador, Brasil, Venezuela, Ecuador,
Perú, Chile, Argentina, Uruguay o Bolivia, pero las condiciones de
resistencia primero, y de gobierno después, han cambiado y la coyuntura
es diferente. De hecho la crisis global del capitalismo y la
reconfiguración geopolítica, el tránsito a un mundo pluripolar y
multicéntrico, han hecho que cuando la izquierda partidaria ya tenía
muchas de las respuestas, en forma de proyecto político, cambien las
preguntas. Ya no hay partidos de vanguardia en el continente e incluso
la izquierda nacional-popular ya no tiene como referencia única la
forma-partido, siendo el MAS de Bolivia o Alianza País de Ecuador
ejemplos claros de ello.
Es en esta coyuntura importantísimo
por tanto defender los avances conseguidos por los partidos en el
poder, pero sin atrincherarse, con la obligación historia de seguir
avanzando, profundizando y radicalizando los cambios. Que nadie piense
que moderándose está a salvo de la arremetida imperialista. En ese
sentido se antoja crucial en el corto plazo que el PT de Brasil, MAS de
Bolivia y Frente Amplio de Uruguay ganen las elecciones presidenciales
en sus países, elecciones que tendrán lugar el 5, 12 y 26 de octubre.
Retener los gobiernos que ya tiene la izquierda es fundamental para
poder seguir profundizando en el proceso de integración
latinoamericana; una integración que con base en los principios de
solidaridad entre los pueblos, desarrollo con cooperación y
complementariedad, justicia social, democracia y participación popular;
una integración cruzada por el ALBA, Mercosur, UNASUR y CELAC en cuanto
a mecanismos complementarios de integración política y económica; sin
olvidar la integración energética que tiene en Petrocaribe una
herramienta fundamental.
Pero además de los gobiernos de
cambio, es importante una apuesta por reforzar a la izquierda en países
como México, que vive un proceso de reformas y privatizaciones que está
dejando su petróleo y sus telecomunicaciones en manos de las grandes
transnacionales; un México que debe complementarse con el resto de
procesos centroamericanos, tanto los más avanzados como Nicaragua o El
Salvador, como los procesos donde la izquierda necesita seguir
creciendo y asentarse, casos de Honduras y Costa Rica.
Esta
izquierda continental, tanto en el gobierno como en la oposición, tiene
en la Alianza del Pacifico un instrumento que busca erosionar la
integración continental, desplegándose dentro del mismo marco que los
tratados de libre comercio
En esta línea de confrontar el
rearme y despliegue imperialista, la Agenda de la Patria Grande que
debe construir el Foro de Sao Paulo en su XX edición pasa por dos
desafíos inmediatos. Siguiendo la estela dejada por II Cumbre de la
CELAC en La Habana que declara América Latina como zona de paz, se debe
reforzar el apoyo al proceso de paz en Colombia, una paz que solo puede
venir acompañada de justicia social y la participación política de la
insurgencia. Al mismo tiempo, es vital la defensa irrestricta de
Venezuela, la revolución bolivariana, chavista y su Presidente obrero
Nicolás Maduro; una Venezuela que hace de dique de contención ante la
agresión imperialista al continente permitiendo la estabilidad política
y económica de otros procesos; una Venezuela donde se están probando
mecanismos de una Guerra de IV Generación que amenaza al continente y
al mundo.
Además de la agenda inmediata, en el largo plazo la
izquierda continental debe ir más allá de la defensa de la soberanía
sobre los recursos naturales, la recuperación del Estado y la
redistribución de la riqueza, bases de una agenda posneoliberal. El
proyecto político colectivo merece un debate honesto sobre el modelo de
desarrollo de nuestros procesos, debate crucial a la hora de conjugar
el derecho al desarrollo de nuestros pueblos con los derechos de la
Madre Tierra, al mismo tiempo que se encara el desafío de la creación
de una nueva Arquitectura Financiera Internacional.
El desafío de la participación popular y la unidad
Pero si hay un desafío crucial que enfrenta la izquierda continental,
ese es el de la adaptación a la nueva época que vive América Latina,
con sus avances y retrocesos, transformaciones y contradicciones.
Por un lado la izquierda debe abrirse a la participación popular, a las
nuevas formas de lucha y resistencia que también construyen proyecto
político. La forma-partido debe ser complementada por la
forma-movimiento y la incorporación de nuevos actores que conforman el
nuevo sujeto revolucionario, los pueblos indígenas, las mujeres, los
jóvenes, campesinos, trabajadores… ¡basta ya de reuniones de la vieja
izquierda llenas de hombres blancos mayores de 50 años! El sujeto,
mirándonos en el espejo de Bolivia, debe conjugar clase e identidad, y
eso nos va a fortalecer como proyecto político.
Por otro
lado, debemos dejar atrás dogmatismos para, sin hacer demasiadas
concesiones al proyecto original, buscar la unidad de las fuerzas de
izquierda en cada país y en el continente. Esa unidad debe pasar por
una articulación de partidos políticos, movimientos sociales,
sindicatos e intelectuales comprometidos, y en ese sentido es
importante la convocatoria por parte de Nicolás Maduro a un encuentro
de fuerzas de izquierda en diciembre en Caracas, retomando la idea de
Chávez de una V Internacional.
Y si hablamos de unidad, es
vital la defensa de nuestros procesos y lo que Marta Harnecker,
reciente ganadora del Premio Libertador al Pensamiento Crítico que
entrega la Red En Defensa de la Humanidad, llama “Pedagogía de los
límites de nuestros procesos” que no solo tienen que hacer los
gobiernos de cambio, sino las fuerzas políticas, sociales, sindicales y
los intelectuales comprometidos que apoyan estos procesos. Es necesario
explicar al pueblo y las fuerzas sociales que apoyan a los gobiernos de
cambio porque no se avanza con toda la rapidez e intensidad que
desearíamos, donde están los limites, las tensiones, las
contradicciones, etc.; y sobre todo, que más importante que el ritmo,
es la dirección del proceso revolucionario que debe ir acompañado de
esa unidad de las fuerzas de izquierda.
Recordemos las palabras del propio Chávez en la clausura del XVII Foro de Sao Paulo en Caracas en 2012: “Nosotros
hemos asumido y cada día lo vamos a sumir más en serio el reto enorme,
gigantesco de construir un modelo, diría István Mészáros,
alternativamente radical al salvaje modelo del capitalismo y eso se
llama el socialismo y contribuir por supuesto con la batalla que es
internacional y que no puede ser en un solo país, es imposible que un
solo país avance en un proceso de cambio como este, de ahí nuestra
articulación con los gobiernos revolucionarios, de ahí el ALBA, de ahí
la UNASUR respetando los ritmos de cada quién, las particularidades,
los enfoques, la visión de cada líder, de cada lideresa, de cada
partido en el gobierno, de cada coalición de partido en el gobierno de
tal o cual país, pero avanzar en conjunto es vital, no podemos para
nada aislarnos de este mundo que además hoy más que nunca antes jamás
hay condiciones para la ofensiva internacional socialista, la ofensiva
de los pueblos de este continente y del mundo.”
Atilio
Boron citaba en su balance del Foro de Caracas a Walter Benjamín: “La
revolución no es un tren fuera de control sino la aplicación de los
frenos de emergencia”. Y ese tren fuera de control es el capitalismo al
que hay que ponerle unos frenos en forma de proyecto político
alternativo al que no hay que titubear en llamarle socialismo.
En definitiva, y para enfrentar la guerra de posiciones en la que
estamos inmersos y la defensa de nuestros procesos, necesitamos unidad,
unidad y más unidad, como bien nos enseñó el Comandante Chávez;
enseñanza que debemos complementar con el legado de Bolívar, San
Martin, Artigas, Morazán, Mariátegui, Martí, Zapata, Sandino, el Che y
Fidel, para profundizar la construcción de un proyecto político
continental que haga frente al imperialismo, colonialismo y capitalismo
bajo un horizonte llamado socialismo.
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