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domingo, 8 de agosto de 2010

Vietnam: el agente naranja sigue matando

Red Voltaire
8 Agosto 2010
“Una nueva guerra hace olvidar la anterior y oculta sus consecuencias”, señala . En entrevista con la periodista suiza Silvia Cattori, el escritor testifica una tragedia humanitaria que aún no termina: “En Vietnam están naciendo niños afectados por graves minusvalías y a veces con formas inhumanas”
Silvia Cattori / Red Voltaire
Durante la intervención militar en Vietnam –acontecida a mediados de la década de 1960–, Estados Unidos utilizó armas químicas devastadoras contra el comunismo, un régimen que entonces encarnaba la lucha por la independencia nacional del pueblo vietnamita, que se oponía a su dominación.
En su reciente obra Agente naranja. Apocalipsis Vietnam, André Bouny señala que, casi medio siglo después de la guerra, las madres vietnamitas siguen dando a luz bebés monstruosos.
—Aunque la guerra de Vietnam pueda parecer lejana a las generaciones jóvenes, su obra parece temiblemente actual, porque muestra que los efectos del agente naranja siguen desplegando hoy sus espantosas consecuencias sobre millones de personas y, también, porque recientemente se han utilizado armas similares (como el uranio empobrecido) en Serbia, en Afganistán, en Irak, en Gaza, en Líbano, y se siguen utilizando. En la conclusión del libro, usted afirma: “Tomar conciencia de la catástrofe generada por el agente naranja es la primera etapa necesaria para prevenir y evitar otros desastres del mismo tipo (ecológicos, medioambientales y sanitarios), e incluso peores”. En este sentido, ¿ha establecido contactos con grupos o investigadores que investiguen estas nuevas armas? ¿Planean ustedes acciones comunes?
—Para mi generación, Vietnam evoca la guerra; para los más jóvenes, un destino turístico. Una nueva guerra hace olvidar la anterior y oculta en gran parte sus consecuencias, tanto más cuanto que la información se concentra exclusivamente en la última. En el caso de Vietnam, efectivamente están naciendo niños afectados por graves minusvalías y a veces con formas inhumanas, aunque la ciencia no ha demostrado ni comprendido todavía los mecanismos que demostrarían que estos efectos teratógenos se deben a una modificación genética adquirida por las víctimas del agente naranja, como es el caso en la experiencia con [moscas] drosófilas efectuada por dos biólogos estadunidenses. Con todo, las autoridades vietnamitas se plantean si se debe dejar procrear a las víctimas del agente naranja.
“La similitud entre los efectos del agente naranja y los del uranio empobrecido en los recién nacidos es sorprendente y obliga a una comparación. Conocemos por experiencia los riesgos y las secuelas de la radiactividad. Además, la controversia sobre la radiactividad de baja intensidad –por ejemplo, la asociada a las partículas ingeridas o inhaladas disipadas por el efecto piróforo de las ojivas de las armas de uranio empobrecido? recuerda a la que ha conocido el agente naranja ante el lobby de la química; en el caso del uranio empobrecido se trata del nuclear. De la misma manera, los límites de dioxina admitidos en la alimentación en ningún caso pueden dejar de tener efectos. El paralelismo entre ambos venenos existe también en los usos civiles: para el caso de la dioxina, agricultura, gestión de los bosques y eliminación de residuos, entre otros; para la radiactividad, la energía y el uso médico.
“La conciencia de una catástrofe como la del agente naranja sobre el medio ambiente y toda forma de vida que lo habita no se da por hecho en nuestras sociedades de consumo, que dejan creer que existe una solución para todo por medio del progreso y de la transformación de materias en ‘bienes’ de consumo, que contaminan la naturaleza y, por lo tanto, nuestros organismos. Con esto se genera un círculo vicioso sin fin. Dirigir la lucha tanto por la justicia, el reconocimiento y porque las víctimas sean indemnizadas no deja tiempo ni energía para estar en varios frentes, aunque toda víctima tenga derecho a nuestra compasión y, por encima de todo, a nuestra ayuda y solidaridad. Sin embargo, se constata que, a imagen del CIS , hay muchas personalidades que se activan incansablemente a favor de las víctimas del uranio empobrecido. Sí, la conciencia de estas personas ya tiene como acción común la información.”


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