Las distintas formas de
democratización social desde el asambleísmo, el parlamentarismo, la
democracia directa, los consejos, la democracia económica, la democracia
intercultural forman parte flexible de un proceso, dirigido a ampliar
la participación individual y asociada en las decisiones sobre todos los
asuntos de la vida social, desde la vida política, la vida económica,
pero también la vida familiar, el cuerpo, etcétera. En este sentido el
comunismo puede ser entendido como un proceso de desborde radical
democratizador de todos los ámbitos de la vida. Comenzando por la
producción de la riqueza, con la finalidad de garantizar la igualdad
real entre las personas. Así la libertad social es una forma de
construcción de la igualdad. (Álvaro García Linera, Conferencia
Magistral Alternativas al capitalismo, en la Universidad de Pisa, mayo 2019).
Las más importantes revoluciones comunistas exitosas por un tiempo,
la soviética, la china, la vietnamita y la cubana tuvieron que enfrentar
largas transiciones al comunismo que exigían el desarrollo de las
fuerzas productivas atrasadas; enfrentar una hostilidad bélica y
económica excepcional del capitalismo; lo cual significó posponer la
liberación de la sociedad, de la enajenación económica que reduce al ser
humano a una fuerza de trabajo y la naturaleza a un objeto inagotable
de la explotación económica. Esta larga transición necesaria tuvo su
impacto sobre el desarrollo de la libertad social. La URSS tuvo que
enfrentar una larga guerra civil, la construcción a marchas forzadas de
una industria bélica capaz de derrotar a la máquina militar nazi, la
Segunda Guerra Mundial, la reconstrucción y la guerra fría.
China, cuyo desarrollo económico era aún más atrasado y cuya revolución
fue una gesta eminentemente campesina, se vio obligada a derrotar la
intervención japonesa y más tarde, estadunidense en Corea y respondió
con un viraje hacia el
socialismo de mercadode gran éxito económico y de futuro socialista ¿? impredecible. El Vietnam tuvo que enfrentar y derrotar la intervención francesa y la sangrienta guerra estadunidense con sus efectos desastrosos sobre la población y la naturaleza. Cuba sigue estando constreñida por el implacable bloqueo de Estados Unidos. Esto ha prolongado las transiciones al socialismo. El compromiso pragmático a desarrollarse rápidamente derrotó la posibilidad a un desarrollo en el buen sentido. Había que ponerse al día por encima de
hacer las cosas necesarias. No sabemos cómo habría sido el desarrollo de esos países en condiciones más favorables. (Samir Amin, Octubre 1917, El viejo topo, 2017, pp. 33-34.). Mientras el
marxismo occidentaldesarrollaba un pensamiento sofisticado en un mundo sin revoluciones, el
marxismo de las naciones atrasadasprotagonizaba cuatro grandes revoluciones.
Para ponerse al día el socialismo del siglo XXI debe comprender en
toda su profundidad la novedad de los movimientos sociales
contemporáneos y buscar las alianzas con las nuevas corrientes de
pensamiento y de acción antisistémica surgidas a su calor. En primer
lugar están las luchas contra formas de opresión que no tienen relación
directa con las relaciones de producción como son el machismo, el cambio
climático, la polución, el racismo, los derechos de los pueblos
originarios o la manifestación de contradicciones culturales como los
lazos internos de grupos étnicos en las migraciones masivas.
En América Latina la novedad de los movimientos son muy evidentes al
presentar elementos que lo separan del viejo modelo
sindical-partidario-guerrillero y la apertura de nuevas brechas en el
modelo de dominación.
Son las respuestas al terremoto social que provocó la oleada neoliberal de la década de los 80, que trastocó las formas de vida de los sectores populares al disolver y descomponer las formas de producción y reproducción, territoriales y simbólicas, que configuraban su entorno y su vida cotidiana.(Raúl Zibechi, Autonomías y emancipaciones, Bajo Tierra/Sísifo 2008, pp. 23.)
Hoy más que nunca, las periferias de América Latina llevan en su seno
la coexistencia de conjuntos heterogéneos de relaciones de producción, a
la vez precapitalistas, capitalistas y poscapitalistas, como entramado
que otorga riqueza y diversidad al análisis de las clases y grupos
subalternos en los movimientos.
El pensamiento neoliberal reduccionista nunca comprendió esas
modalidades. De ahí su crisis actual, tanto en los círculos dominantes
locales como en los centros de la acumulación ampliada de capital, se
debe, en buena parte, a que no pueden entender el escenario de
acumulación por desposesión que caracteriza a la mayor parte del
continente. De ahí la persistencia de los movimientos progresistas en
América Latina que conforman hoy un frente importante de las luchas
potencialmente antisistémicas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario