El 2019 se constituyó en uno de los años más
relevantes para la movilización social en Latinoamérica. Se extendió
como una llama incontenible, despertando el león dormido de la
inconformidad que por muchos años estuvo reprimida. Fue así como
afloraron diferentes expresiones populares como los indígenas,
dirigentes comunales, agrarios, estudiantes e, incluso, indiferentes,
aquellos que por mucho tiempo se mostraron ajenos a la realidad social.
Un año para recordar y el anticipo de lo que será el 2020 en las calles
de diferentes países.
Un aspecto relativamente novedoso fue la
utilización de las redes sociales que, sin ninguna barrera para tener un
alcance ilimitado, convocó a los manifestantes en todas las naciones. Y
digo que relativamente novedoso, porque su fuerza incontenible se hizo sentir en la primavera árabe.
Quienes
vivimos la época de los ochenta, recordamos lo dispendioso que eran
jornadas enteras pegando carteles, al amparo de la noche, para convocar
marchas, y el riesgo que representaba salir a distribuir hojas volantes.
Aunque
expresarse es un derecho inalienable de los pueblos, aquella fue una
época de semi clandestinidad en la que más de un promotor de las
protestas terminó en una estación de policía. Ahora las cosas son
distintas. Basta una cuenta en WhatsApp, Facebook, Twitter o Instagram,
utilizadas por muchos para subir mensajes triviales, para enviar desde
allí un mensaje que convoca. Gratis, fácil, sencillo pero eficaz.
Ecuador logró reversar cargas impositivas
Los
brotes de inconformidad por las cargas impositivas anunciadas por el
presidente Lenin Moreno, iniciaron en marzo del 2019, pero maduraron en
octubre con protestas que aglutinaron millares de personas en Quito,
Guayaquil y otras ciudades ecuatorianas. Obreros, estudiantes e
indígenas se tomaron las calles y bloquearon carreteras esenciales en la
geografía nacional. Ríos humanos pusieron a temblar al gobierno.
Y
como había que encontrar un “chivo expiatorio”, el presidente culpó a
Rafael Correa y a sus seguidores, desconociendo que la rabia contenida
por la injusticia terminó convirtiéndose en el principal combustible de
las marchas.
Pese a la presión del Fondo Monetario Internacional,
el presidente Moreno debió reversar sus medidas. Dialogó cuando medió la
muerte de una decena de personas y más de 1.500 heridos, entre ellos,
miembros de la fuerza pública. Personalmente creo que no fue una negociación exitosa, pero sirvió de precedente para frenar futuros desmanes en materia fiscal que pretenda liderar el gobierno.
En Chile no cesa el descontento social
Con
el 2019 cerraron dos meses de protestas que amenazan con proseguir en
Chile, porque la convulsión social no cesa pese a la aparente calma de
la que hace gala el presidente, Sebastián Piñera, tras reversar medidas
que alimentaron la inconformidad. Pese a ello, persiste el descontento
social por la desigualdad que plantea el modelo económico del país.
La
nación austral batió el récord con una participación de 1.5 millón de
personas que se concentraron en Santiago, el 25 de octubre. Las
protestas se han ido espaciando, pero persisten y se retomarán en enero,
tal como lo anunciaron los organizadores, que no consideran una
respuesta a sus necesidades el anuncio del presidente Piñera sobre el
aumento salarial en hasta 350 mil pesos chilenos—cerca de 435 dólares--.
Lo consideran un paliativo que no resuelve nada.
Un golpe de estado legitimado por la derecha boliviana
La
derecha boliviana aprovechó cierto grado de inconformidad por la
reelección del presidente Evo Morales, que suele ocurrir en todo proceso
electoral, y construyó un gigante en el imaginario de los
latinoamericanos para orquestar una fuerte presión, de cara a la
renuncia del mandatario. No fue una renuncia voluntaria sino la conclusión de una cadena de hechos que sentaron las bases de un golpe de Estado.
Lo
que siguieron fueron movilizaciones populares que no compartieron la
jugada de los sectores que se hicieron con el poder. Las protestas fueron reprimidas
por la fuerza pública a instancia de la presidenta interina, Jeanine
Añez, quien asumió el 12 de noviembre haciendo acopio de subterfugios
constitucionales.
Pese a la aparente calma, lo más seguro es que
sectores afectos a Evo Morales retomarán las movilizaciones, soporte
para que vía electoral, se retome el poder por parte del Movimiento al
Socialismo. También en Bolivia la protesta social ha sido protagónica.
Un paro que no termina en Colombia
El
Paro Nacional del 21 de noviembre, en Colombia, marcó una de las más
grandes movilizaciones sociales en la historia nacional. Un hito sin
precedentes que estuvo signado por la participación de todos los
sectores. Obreros, estudiantes, campesinos, indígenas, dirigentes
populares y—lo más importante—los indiferentes, se sumaron a la toma de
las calles.
Diciembre con todo su esplendor de trivialidad, no
logró apagar las protestas que se han multiplicado de múltiples formas:
conciertos como el del 8 de diciembre en Bogotá y otras ciudades y el de
Medellín. También la protesta se ha alimentado de plantones,
cacerolazos, jornadas de antorchas y múltiples formas de decir que la
inconformidad sigue latente.
De la mano con esta movilización sin precedentes, aumentó entre noviembre y diciembre, el asesinato de líderes sociales,
así como las amenazas de muerte contra quienes se consideran baluartes
en la organización de las protestas. La cantante folclórica Adriana
Lucía, es una muestra de la intolerancia
de las fuerzas oscuras que siguen haciendo presencia en la geografía
colombiana. Los defensores de derechos humanos no han sido ajenos a este
drama. En los últimos 30 días murieron 23 de ellos, a manos de
sicarios.
Los organizadores de las movilizaciones a nivel nacional
y en los territorios, anuncian que las jornadas proseguirán a mediados
de enero.
Califican de demagógico el Diálogo Nacional emprendido
por el presidente Iván Duque, el cual desconoce sistemáticamente el
petitorio recogido por las diferentes expresiones sociales, que se
consigna en 104 puntos específicos. El gobierno colombiano considera
inviable negociar, prefiere la continuidad del descontento social que se
traduce en protestas callejeras.
Un 2020 de movilizaciones
Si
el presidente ecuatoriano, Lenin Moreno, retoma sus medidas
impositivas; el presidente chileno, Sebastián Piñera no propone
soluciones de fondo; la presidenta interina de Bolivia, Jeanine Añez
pretende hacer de las suyas en las elecciones y el presidente
colombiano, Iván Duque, persiste en su renuencia a escuchar el clamor
popular, lo más seguro es que el 2020 arrancará con movilizaciones que
marquen la historia latinoamericana.
Un hecho para resaltar lo
representa la participación de quienes, por años, se han mantenido al
margen de las protestas. Ahora y de forma progresiva, han ido tomando
conciencia de que la única forma de poner freno a las injusticias, es
saliendo a las calles a decir ¡Basta ya!
Blog del autor www.cronicasparalapaz.wordpress.com
@misnotasdeldia
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