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Estados Unidos ha
asesinado a una de las principales personalidades de Irán que estaba
visitando oficialmente en misión diplomática un país amigo. El mensaje
del asesinato de Gasem Soleimani es la persistencia de Washington en el
empeño de mantener revuelta la primera región energética del mundo e
impedir cualquier distensión entre Irán y Arabia Saudí.
El
general Gasem Soleimani, uno de los principales hombres de Estado de
Irán, fue asesinado por Estados Unidos el viernes 3 de enero. Su cortejo
fue atacado por drones al salir del aeropuerto de Bagdad en una acción
en la que también murieron otras seis personas, entre ellas uno de los
jefes de la mayor milicia chiíta iraquí, Abu Majdí al-Mujandis. Ya
sabíamos que en este mundo las grandes potencias, y en primer lugar
Estados Unidos, practican la sistemática violación de la legalidad
internacional, pero las características y circunstancias de este
asesinato lo convierten en un extraordinario atropello, particularmente
grave y provocador.
Soleimani había llegado a Bagdad como
invitado del gobierno de Irak en lo que su primer ministro, Adil Abdul
Majdí, describió como una “misión diplomática”. El gobierno de Irak
estaba mediando para rebajar la tensión entre Irán y Arabia Saudí,
asunto oficialmente bendecido por la administración de Estados Unidos.
El general portaba una respuesta de Teherán a mensajes previos de los
saudíes, explicó Abdul Majdí ante el parlamento en Bagdad. “Tenía que
encontrarme con Soleimani la mañana que lo mataron, vino para traerme un
mensaje de Irán de respuesta al mensaje que les enviamos de parte de
los saudís”.
Estados Unidos relacionó a Soleimani con un
“inminente peligro” de acciones iraníes contra ciudadanos americanos,
pero no hay prueba alguna de que estemos ante un nuevo caso de
“asesinato preventivo”. Fuentes del Pentágono han reconocido la ausencia
de informes sobre ataques inminentes. El general iraní llegó a Bagdad
en un vuelo regular provisto de su pasaporte diplomático. No era un
“viaje conspirativo”. Estados Unidos ha asesinado a una de las
principales personalidades de Irán que estaba visitando oficialmente en
misión diplomática un país amigo. Es como si Irán hubiese asesinado al
Secretario de Estado americano y a uno de los principales generales del
Pentágono al salir de un aeropuerto europeo cuando se dirigían a
sostener conversaciones con la canciller Merkel o el Presidente Macron
sobre seguridad europea. Algo inaudito e inimaginable: una pública y
abierta declaración de guerra. Cuando el ministro de exteriores iraní
Javad Zarif ha dicho precisamente eso, Washington le ha denegado el
visado para asistir a la prevista sesión del Consejo de Seguridad de la
ONU donde el ministro iba a denunciar el crimen. La denegación de visado
es otra violación del derecho internacional relativo al estatuto de la
ONU.
Soleimani era un gran estratega que alcanzó tres señaladas
victorias en los últimos diecisiete años: fue uno de los organizadores
de la resistencia armada al ocupante americano en Irak tras la invasión
de 2003, jugó un gran papel en la expulsión del Estado Islámico de Irak y
derrotó luego al conglomerado yihadista en Siria (Estado Islámico, Al
Qaeda, Al Nusra, etc.) financiado y sostenido por la CIA y las
monarquías petroleras del Golfo. Fue Soleimani quien en 2015 convenció a
Vladimir Putin de la conveniencia de ayudar militarmente al gobierno de
Siria, que ha acabado restableciendo su control del país frustrando una
nueva operación de cambio de régimen que se ha saldado con otra enorme
matanza.
El mensaje que contiene este asesinato es el de la
persistencia de Washington en el empeño de mantener revuelta la primera
región energética del mundo, un pilar del dólar, e impedir cualquier
arreglo pacífico entre Irán y Arabia Saudí.
¿Peligro de guerra?
Desde el viernes 3 de enero, todos los comentaristas anunciaban una
respuesta iraní a esta “declaración de guerra” de Trump, o de sus
generales, poco importa. Se olvida que esa guerra es un hecho desde hace
muchos años. Históricamente comenzó con el golpe de estado contra
Mossadeq, el primer ministro iraní que nacionalizó el petróleo, y
prosiguió con la reacción a la Revolución Jomeinista de 1979, que indujo
a Occidente a azuzar la sangrienta guerra entre Irak e Irán de los años
ochenta con centenares de miles de muertos. El propio Trump lo ha
recordado al amenazar con destruir 52 objetivos iraníes si
Teherán se atrevía a responder al asesinato de Soleimani, un objetivo
por cada uno de los rehenes que la revolución iraní tomó en la embajada
de Estados Unidos en Teherán en aquella época. El Imperio no olvida.
Detalle significativo: en su respuesta Trump mencionó la posibilidad de
destruir entre esos objetivos algunos “importantes para la cultura
iraní”, es decir, algo expresamente prohibido por las convenciones
internacionales de 1954 y 1977 y que colocaría a Washington a la par con
los talibán que destruyeron los Buda de Bamyan y con el Estado Islámico
destruyendo museos en Irak o las ruinas de Palmira en Siria.
La
retirada unilateral de Estados Unidos, en mayo de 2018, del acuerdo
nuclear alcanzado con Irán, así como las sanciones que sufre ese país,
los asesinatos de científicos iraníes y los atentados, sanciones y el
bloqueo financiero y petrolero que asfixia la economía iraní, forman
parte de esa guerra. Desde hace 19 meses, la exportación petrolera iraní
que en 2017 era de 2,5 millones de barriles diarios ha caído a unos
cuantos centenares de miles como consecuencia de las sanciones de Trump.
Todo eso son motivos sobrados de guerra a los que Irán ha respondido en
la medida de sus reducidas posibilidades. El asesinato del General
Soleimani representa una nueva fase de esa vieja guerra.
Millones de iraníes han salido a la calle pidiendo venganza por el
asesinato del General. Una movilización popular sin precedentes desde el
funeral del Imán Jomeini de 1989. La prometida respuesta no era fácil
para Teherán. Por un lado es enorme la desproporción de fuerzas en
presencia. El Pentágono ha destacado bombarderos estratégicos
B-52, de largo alcance y capacidad nuclear, en la base de Diego García
desde donde se puede atacar Irán pero fuera del alcance de los misiles
iraníes. Por otro, hay que satisfacer de forma convincente la
indignación popular. Sea cual sea el desenlace, de momento la solución
ha sido comedida. Teherán tiene armas de precisión e información
detallada sobre cómo y donde hacer daño a las fuerzas americanas en la
región, pero el ataque con misiles de la noche del martes se ha dirigido
contra bases militares en Irak alejadas de Bagdad y de una forma
aparentemente pensada para evitar muertes americanas. La prensa iraní
habla de 80 víctimas, lo que podría ser farol.
Y mientras tanto en Europa…
El domingo 5 de enero, 48 horas después del asesinato en Bagdad, los
mandatarios de las tres principales potencias europeas, Angela Merkel,
Emmanuel Macron y Boris Johson, divulgaron su declaración conjunta. En
ella el asesinato de Soleimani ni siquiera es mencionado. “Hemos
denunciado los recientes ataques a las tropas de la coalición en Irak y
estamos profundamente preocupados por el negativo papel jugado por Irán
en la región, especialmente a través de los guardias de la revolución y
de la unidad al-Quds bajo mando del General Soleimani”, señala la
declaración. “Llamamos especialmente a Irán a abstenerse de mas
violencia”, continua. En otras declaraciones personales Johnson le dijo a
Trump que Soleimani “representaba una amenaza a todos nuestros
intereses” y que “no lamentamos su muerte”. Macron expresó su
preocupación por el papel desestabilizador de las fuerzas dirigidas por
el general asesinado y el ministro alemán de exteriores Heiko Maas
declaró que el General “había dejado un rastro de devastación y sangre
por Oriente Medio” y que “la Unión Europea tenía buenas razones para
tenerle en su lista de terroristas”. Esta declaración hizo que Teherán
convocara al embajador alemán y le censurara por su apoyo al “ataque
terrorista de Estados Unidos”. Por su parte, la presidenta de la
Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha responsabilizado en solitario
a Irán de la escalada de tensiones en Oriente Medio y ha justificado el
asesinato como una reacción a las provocaciones sufridas por los
americanos en Irak. Una vez más la “política exterior europea” queda
retratada.
Es en Alemania, en la base de Ramstein, donde se
encuentra el punto de mando y control de los ataques con drones de las
fuerzas de Estados Unidos. Un anónimo ciudadano alemán ha presentado una
denuncia en la localidad de Zweibrücken para que se elucide si el
asesinato se pilotó desde Ramstein. Siendo tal acción una violación del
derecho internacional y del derecho alemán, ha formulado una denuncia
“contra todos los sospechosos de tal crimen en Alemania y Estados
Unidos”. Quienes a estas alturas aún crean en el “estado de derecho”
europeo a efectos internacionales, pueden agarrarse a ese simbólico
gesto sin el menor futuro.
(Publicado en Ctxt)
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