Robert Fisk
¿Es esta una guerra por
accidente o por designio? Todos hemos dicho que en Medio Oriente es
posible empezar una guerra por accidente, pero a nadie se le ocurrió que
Trump se iría a la yugular de este modo. Matar al general Qasem
Soleimani es una espada en el corazón de Irán, sin duda. ¿Y por cuenta
de quién?
Trump alardea de su relación con el rey saudiárabe, quien ha hablado de
cortar la cabeza a la serpiente iraníy cuyas instalaciones petroleras fueron atacadas con misiles disparados por drones el año pasado, acto del que Estados Unidos acusa a Irán. ¿O será de Israel? ¿O es sólo una decisión más tomada por el orate presidente estadunidense, con resultados incalculables?
Sólo imaginemos lo que ocurriría si un general estadounidense de
primer orden –o dos, puesto que Abu Mahdi al-Muhandis era una figura
prominente en Irak– fuera volado en pedazos durante una gira por Medio
Oriente. Habría bombardeos aéreos, ataques a los centros nucleares
iraníes, amenazas de Washington de cerrar todo el tráfico entre Irán y
el mundo exterior. La muerte de un estadunidense en Bagdad, el viernes
pasado, y los disturbios frente a la embajada de Washington en Bagdad no
justifican ataques estadunidenses en esta escala.
Qasem Soleimani era uno de los hombres más poderosos de Irán, aunque
la Guardia Revolucionaria Al Qods, de la que era dirigente, no es el
ejército de élite del que a Irán le gusta alardear. Soleimani, según sus
colegas en el mando, solía afrontar riesgos en los distintos frentes de
Siria y sus hombres lo admiraban por su valor bajo fuego, así que por
lo regular esperaba morir. Pero el aeropuerto internacional de Bagdad
era el último lugar en el que uno esperaría ver que un dron
estadunidense le diera muerte junto con Al Muhandis.
Los estadunideses se han acostumbrado desde hace mucho a montar
ataques a bases de la milicia pro iraní en Irak y Siria. En meses
recientes, estos ataques se han vuelto normales, regulares, igual que
las frecuentes incursiones israelíes en Siria y Líbano. Pero también fue
una operación militar estadunidense la que mató a Abu Bakr al-Baghdadi
en Siria, un musulmán sunita que era enemigo de Teherán y a quien los
iraníes habrían estado felices de eliminar.
Los estadunidenses han recurrido a esta suerte de asesinatos –o
muertes de blancos determinados, como los llaman los israelíes– para borrar del mapa a sus enemigos cuando lo desean. Osama Bin Laden fue el primero, Baghdadi el segundo y Soleimani el tercero. Tales asesinatos son cometidos con regularidad por Israel en Gaza, donde con frecuencia ejecutan a líderes de Hamas.
Sin embargo, es fácil dar a esos hombres la importancia que ellos
creen tener. Por ejemplo, con frecuencia Estados Unidos exagera con
mucho las fuerzas iraníes en Siria. Las afirmaciones sobre la presencia
de 10 mil guardias revolucionarios Quds en Siria fueron
descabelladamente imprecisas. Dos mil sería una cifra más exacta en
cualquier momento. Cierto, hay hombres de inteligencia iraníes
esparcidos por todo Medio Oriente, pero lo mismo pasa con los agentes
estadunidenses.
Uno de los agentes de inteligencia de mayor rango de Teherán era
Ghadanfar Rokon Abadi, quien era el hombre de Irán en Beirut y más tarde
embajador allí. Probablemente sabía más que nadie acerca de Hezbolá y
de Siria, y regresó a Teherán en 2014, no mucho después de que islamitas
sunitas, según se dijo con apoyo saudita, lanzaron un ataque suicida
contra su embajada, en el que perecieron 23 empleados, guardias de
Hezbolá y civiles. Rokon Abadi se salvó; su principal guardaespaldas
murió. Pero en 2016 hizo la peregrinación Haj a La Meca, donde 2 mil 300
personas –entre ellas 464 iraníes– murieron aplastadas en hechos de
pánico y disturbios de los que Irán acusó a la monarquía saudita. Rokon
Abadi fue una de las víctimas. Pasaron meses para que sus restos
volvieran a Irán.
Pero en Medio Oriente los agentes de inteligencia siempre están en
peligro. Un grupo satélite de Hezbolá llamado Yihad Islámica mató al
jefe de la CIA en Beirut, William Buckley, y su presunto asesino –o el
hombre que dio la orden–, Imad Moougnieh, fue muerto por un coche bomba
en Damasco en 2008. En 1983 un atacante suicida voló su camión frente a
la embajada estadunidense en Beirut, hecho en el que murieron 32
personas, y la mayoría de los agentes de la CIA que tenían una reunión
allí fueron eliminados.
Ah, sí, hay algo más. ¿Acaso no viene una elección en Estados Unidos
este año? ¿Y acaso Trump no la quiere ganar? Soleimani como blanco de un
ataque en Bagdad funcionará muy bien con los republicanos. Irán siempre
ha respondido a los insultos y ataques esperando y demorando sus
represalias. ¿Recuerdan los dos buques cisternas llamados Adrian Darya y Stena Impero? Pero ahora el asunto se vuelve personal.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
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