Alejandro Nadal
El 31 de enero de este año
varios países de la Unión Europea dieron a conocer la construcción de un
sistema de pagos diseñado para dar la vuelta a las sanciones
financieras impuestas por Estados Unidos en contra de Irán. Esas
sanciones mantienen un efectivo bloqueo económico sobre el régimen en
Teherán desde que Washington abandonó unilateralmente el Plan de Acción
Integral Conjunto (PAIC) en mayo de 2018. Los países europeos
signatarios del acuerdo nuclear (Francia, Inglaterra y Alemania) fueron
tomados por sorpresa, pero pronto se dieron cuenta que para rescatar ese
tratado era necesario establecer un sistema de pagos que permitiera dar
oxígeno a la economía iraní.
Los tres países se unieron para evitar la completa destrucción del
PAIC y crearon el Instrumento para Apoyar los Intercambios Comerciales
(Instex por sus siglas en inglés). El Banco Central Europeo (BCE)
también está creando nuevos canales para estas transacciones. Por su
parte, para facilitar los pagos transfronterizos con esos nuevos
instrumentos, el Banco Central de Irán creó un Instituto Especial de
Comercio y Finanzas. El director general de Instex, Per Fischer, en
visita a Teherán ha dejado claro su intención: mantener abiertos los
canales de pagos relacionados con el comercio entre Irán y Europa.
Los últimos resultados no son del todo alentadores, pues la red de
relaciones financieras que está bajo el control de entidades
estadunidenses es demasiado amplia y densa. La mayor parte de las
transacciones financieras en el mundo pasan por la red Swift, el
acrónimo de la Sociedad de Transacciones Financieras Interbancarias
Mundiales. La red Swift no es una cámara de compensación de pagos y
tampoco facilita la transferencia de fondos. Simplemente se trata de una
red para transmitir mensajes sobre transacciones financieras
denominadas en dólares estadunidenses. Las transmisiones son altamente
confiables y, por supuesto, el sistema permite detectar cualquier
transacción en la que intervengan personas o entidades sancionadas por
las autoridades estadunidenses. No por nada al sistema Swift se le ha
llegado a llamar el brazo militar del Departamento del Tesoro.
Lo anterior se debe a la peculiar posición que tiene el dólar en el
sistema monetario internacional desde la terminación de la Segunda
Guerra Mundial. En la actualidad, esa divisa se mantiene como la más
importante moneda de reserva en el mundo y como principal medio de pago
en las transacciones del comercio global. Sin embargo, el paisaje
financiero mundial se ha ido transformando lentamente en los años
recientes.
Los datos del Fondo Monetario Internacional muestran que para el
segundo trimestre de este año las reservas mundiales en divisas se
incrementaron 1.1 por ciento para alcanzar la cifra de 11.7 billones
(castellanos) de dólares equivalentes. Las reservas denominadas en
dólares estadunidenses sólo se incrementaron en 0.7 por ciento para
situarse en 6.7 billones. Es decir, a pesar de que la divisa
estadunidense sigue siendo el más importante instrumento de reserva, su
peso relativo disminuyó.
La tendencia a la baja ha sido persistente desde hace más de dos
décadas, pero se ha ido acelerando gradualmente en los seis años
anteriores. En 2014 las reservas en dólares estadunidenses eran 66 por
ciento de todas las reservas. Pero hoy, en 2019 (segundo trimestre) ese
monto es de 61.5 por ciento. Los episodios en los que las reservas en
dólares aumentaron su peso relativo, como en 2014 y 2016, han sido
anulados mientras parece consolidarse la tendencia a la baja.
Las pequeñas variaciones cotidianas no parecen gran cosa. Al igual
que un glaciar que se desliza lentamente por su cauce, el movimiento es
casi imperceptible día a día. Pero al final de unos años la perspectiva
sí permite descubrir cambios importantes en el paisaje.
De mantenerse la tendencia de los años recientes, en una década
podríamos estar frente a un espectáculo novedoso. El dólar podría dejar
de ser la moneda preferida por los bancos centrales para mantener sus
reservas. Eso no quiere decir que el sistema Swift dejaría de existir,
pero facilitaría el que funcionaran otros sistemas capaces de asegurar
el flujo estable de transferencias financieras en todo tipo de divisas.
En ese escenario, la capacidad imperial de imponer sanciones financieras
a países como Irán o Venezuela se vería constreñida.
Por el momento, los dos principales contendientes para disputarle el
cetro hegemónico al dólar, el euro y el yuan, enfrentan sus propios
problemas. El primero todavía tiene que solucionar los problemas que le
traerá el Brexit, además de las dificultades con Italia y
Grecia. El segundo todavía no cumple con el requisito de convertibilidad
ilimitada, lo que le resta credibilidad. Quizás la ironía es que
personajes como Trump y sus consejeros (si es que todavía le quedan
algunos) podrían estar acelerando los cambios que finalmente erosionarán
más rápidamente la hegemonía monetaria del dólar.
Twitter: @anadaloficial
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