El Salmón
El otrora comandante de las FARC, Iván Márquez puso fin a su silencio con una carta abierta, también firmada por El Paisa,
a la Comisión de Paz del Senado. En la carta Márquez devela, sin
decirlo, una de las razones por su desaparición y la incertidumbre
respecto a su paradero. La carta es diciente en muchos aspectos, quizás
de una forma no pretendida por Márquez. La primera preocupación que
aparece en la carta es la inseguridad jurídica de los farianos y cita el caso de Santrich como ejemplo claro.
“Sin duda, la INSEGURIDAD JURÍDICA tocó techo con la detención de Jesús
Santrich con fines de extradición mediante montaje judicial urdido por
el Fiscal General, el embajador de los EE.UU. y la DEA. Esta decisión
delirante concebida para sabotear la paz terminó ahuyentando la poca
confianza que quedaba en los excombatientes… Estamos frente a un
descarado abuso en el ejercicio del poder, mezclado con una rendición
inaceptable de nuestra soberanía jurídica a una potencia extranjera.” [1]
Tiene razón en cuánto al montaje burdo contra Santrich. Es un montaje y
la Fiscalía tuvo que reconocer hace poco que no tiene la más mínima
prueba en su contra. Según el Fiscal General todas las “pruebas” las
tiene la Fiscalía de los EE.UU.
“Le he reiterado a la
JEP que en el expediente no tiene pruebas de audios y videos (...) Es
que el Gran Jurado de la Corte de Nueva York tuvo acceso a audios y videos que determinan los hechos que han dado lugar a la acción de la Corte de Nueva York en este caso” [2]
Pero no se hizo para sabotear la paz como afirma Márquez,
sino para recordarle al nuevo partido de la FARC que el Estado exige un
sometimiento total. Cuando detuvieron a Santrich el máximo jefe de la
FARC, Rodrigo Londoño, alias Timochenko afirmó en una carta a los militantes de la FARC que:
“ En el momento en que firmamos el acuerdo aceptamos la constitución y
las leyes y es nuestro deber actuar ajustados a ellas. Quien no lo haga
debe atenerse a las consecuencias y ahí difícilmente puede pedírsele
solidaridad al partido ”, [3]
Previo a la carta se reunió con Santos y afirmó en su cuenta de twitter
que pidió el debido proceso para Santrich, es decir el debido proceso
dentro de un marco legal diseñado por sus enemigos, un marco legal que
el Acuerdo de La Habana no cambia, no obstante el sistema transitorio de
la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Es obvio por la carta que
Timochenko cree firmemente en la justicia colombiana y de paso la de
cualquier estado capitalista (postura rara para un supuesto marxista).
Timochenko cree tanto en el sistema judicial y el derecho burgués que
cuando anunciaron que habían abierto un proceso contra Uribe, fue
enfático en exigir el debido proceso y la presunción de inocencia. Uribe
recibió un apoyo vocal más enérgico que Santrich. Joaquín Gómez y
Bertulfo Álvarez, dos excomandantes refirieron a eso en otra carta:
“3. Cómo es posible que se cometan incoherencias, partiendo por
supuesto de nuestra óptica de revolucionarios, tales como la de Timo, al
afirmar en un Foro en Manizales, que él pedía que al “honorable”
senador Uribe se le respetara el debido proceso, y “el principio de
inocencia”, mientras que en el caso Santrich, lo que dijo fue palabras
más, palabras menos, que Santrich debería demostrar su inocencia, o sea,
que se partía del hecho de que era culpable. Una posición absolutamente
adversa a Santrich, comparada con la actitud defensiva asumida con
relación al caso del “honorable senador” y psicópata Álvaro Uribe, padre
genuino del paramilitarismo en Colombia.” [4]
Márquez tiene algo de razón cuando habla de funcionarios de los EE.UU. y
de Colombia, sin lugar a dudas hay sectores de la burguesía y del
Estado que buscan venganza, pero la inseguridad jurídica no es un
problema creado por esos personajes, es un problema de fondo del mismo
proceso de paz y el acuerdo firmado.
El Acuerdo de La
Habana en su versión original sometida a plebiscito no habría impedido
para nada lo que ocurrió a Santrich ni a los farianos que aún permanecen en las cárceles del país. La segunda versión tampoco. En las negociaciones en La Habana losfarianos
creyeron tanto en su propio discurso y confiaron tanto en las bondades y
buenos oficios de la burguesía que nunca se les ocurrió que pudiera
pasar lo que está pasando. Santrich es víctima del sistema judicial
colombiano, pero también de su propia organización y el acuerdo que él
ayudó a negociar. Se rieron de la sugerencia de insistir en ser tratados
como rebeldes y bajo el amparo del derecho a la rebelión como figura
jurídica. Ya no se rían tanto viendo como el Estado los trata como
criminales comunes.
La referencia a la entrega de la
soberanía jurídica es de risa. Colombia entregó su soberanía jurídica
hace muchos años y el Acuerdo de La Habana ni trata el tema. De hecho,
la sección de justicia de dicho acuerdo no es más que un débil e
ignominioso intento de evitar la intervención de la Corte Penal
Internacional, organismo aceptado como referente por todos los firmantes
del acuerdo, por las ONG, la izquierda etc. Mientras algunos países
africanos amenazan con salirse de la Corte por su imperialismo y racismo
jurídico (hasta la fecha solo ha juzgado a africanos), en Colombia
todos aceptan que este organismo tiene voz, voto y hasta veto sobre las
decisiones jurídicas tomadas en Colombia e Iván Márquez nunca
discrepó con que tenga ese poder. Ya es muy tarde para quejarse de
intervenciones extranjeras en el sistema judicial de Colombia, hasta la
reforma judicial y una parte del Ministerio Público es financiada por
los EE.UU.
El mismo Acuerdo de La Habana es un documento
internacional avalado por la ONU, donde incidieron gobiernos
extranjeros, financiando estudios, el mismo proceso de paz y por
supuesto asesorando al gobierno colombiano y financiando los mal
llamados proyectos del posconflicto. De hecho, Márquez apela a su
carácter internacional cuando se queja de los incumplimientos de dicho
acuerdo y se queja también del robo de recursos internacionales “Qué
alguien nos diga a qué bolsillos fueron a parar los recursos del post
conflicto colocados tan generosamente por los países donantes.” [5]
¿Tiene un problema o no con la injerencia extranjera? Al parecer no, y
además cree que los países donantes cuyas multinacionales saquean los
recursos naturales de Colombia y el mundo entero son generosos. No es el
único problema con el documento respecto a los gobiernos extranjeros.
Afirma que los EE.UU. ha hecho poco para fortalecer la paz. El proceso
comenzó bajo el mandato de Obama, el carismático presidente que se
sentaba todos los martes delante de una pantalla plasma para supervisar
el siguiente bombardeo de una boda paquistaní, su siguiente crimen de
lesa humanidad. ¿Qué esperaba Sr. Márquez de semejante personaje?
En los procesos de paz los gobiernos extranjeros quieren la estabilidad
y la derrota de los que los desafían. La paz no es importante en sí.
Respecto a los incumplimientos y los cambios en el acuerdo, Márquez pregunta ¿En qué otra parte del mundo ha ocurrido algo semejante? La repuesta es en todas partes Sr. Márquez,
en todas partes, comenzando con el papá de los acuerdos de paz, los
acuerdos firmados entre la Organización para la Liberación de Palestina e
Israel. Dichos acuerdos llevan el nombre de los Acuerdos de Oslo.
Cuando Ud. Sr. Márquez lanzó el proceso de paz en un acto en
Oslo, ¿no era consciente que se encontraba en la ciudad donde firmaron
dichos acuerdos con los Palestinos? Mientras negociaba en La Habana,
¿nunca le llegaron noticias de las masacres perpetrados por los
sionistas? Ha corrido tanta sangre en Palestina que uno no sabría por
dónde comenzar para recordarle a Márquez la realidad de ese país.
En El Salvador, Guatemala, Irlanda, en todas partes incumplieron los
acuerdos y a veces como en Irlanda tocaba renegociar el acuerdo
original, así tenemos El Acuerdo de Viernes Santo, luego el Acuerdo de
St. Andrews y varios cambios “administrativos” de su contenido o
alcance. Los incumplimientos eran políticos, pero también prácticos. En
Sudáfrica a diferencia de la tímida y contradictoria propuesta firmada
por las FARC, sí propusieron una reforma agraria de repartir 25 millones
de hectáreas de tierras de los blancos a los campesinos negros. Nunca
se hizo, apenas ahora más de 20 años después comienzan a hablar de la
tierra y otros temas económicos bajo la presión de revueltas populares y
la creciente impopularidad del Congreso Nacional Africano.
Se entiende la ignorancia de las FARC en el tema. Ninguna de las ONG
que iban a La Habana para hablarles del proceso les hablaba de la
derrota de los movimientos armados en otras partes del mundo. Los
políticos de la izquierda tampoco lo hicieron. Llegaron enviados de
distintos países hablando mil maravillas de sus procesos. ¿Pero Ud. Sr. Márquez
nunca leyó nada sobre los otros procesos de paz en el mundo? ¿Ni
siquiera ahora? Si hubiese leído algo sobre Sudáfrica, por ejemplo, no
diría respecto a Colombia que “Cinco años después de lograr el Primer
Acuerdo Parcial no hay titulaciones de tierras, ni fondo de tres
millones de hectáreas para los que no la tienen, ni nada que signifique
dignificación de la vida en el campo.” [6]
No lo diría porque jamás lo habría esperado. ¿Realmente en todos esos
años en La Habana, nadie le habló de los fracasos de los otros acuerdos
en materia de reforma agraria? ¿Ni siquiera de Guatemala donde tampoco
hubo una reforma agraria? Me pregunto qué es lo que le decían entonces.
La misiva de Márquez y El Paisa
rompe un largo silencio, pone final a los chismes si ellos representan
una ruptura con el proceso, si llegarán a dirigir alguna disidencia etc.
La respuesta es clara, Márquez no ha aprendido nada del proceso de paz,
finaliza su carta con la siguiente suplica:
“Señores y
señoras congresistas: nuestra principal preocupación es como sacar la
paz de Colombia del abismo de los acuerdos fallidos a la que fue
arrojada con desprecio, y nos gustaría conocer al respecto sus valiosas
apreciaciones. Vale la pena intentar lo imposible, porque de lo posible
se ocupan los demás todos los días.” [7]
No ha aprendido nada, cree como en Irlanda que todo lo malo es una
maniobra de fuerzas oscuras y no el resultado lógico del proceso de paz.
Cree equivocadamente que su error quizás fue de entregar las armas
antes de cumplir con la reintegración de los guerrilleros. Pero las
armas no son el problema. A fin de cuentas, las FARC usaban las armas
para avanzar unas ideas políticas, pero si en el proceso de paz vimos
que las posturas de las FARC son tan efímeras como el rocío de la
mañana, el problema es de otra índole.
Los errores Sr Márquez fueron muchos, aquí nombro apenas 6:
1) Comenzando con su intervención en el lanzamiento en Oslo donde por
poco declara la victoria sobre el Estado y el capitalismo. Humberto de
la Calle le puso en su sitio en ese momento declarando que el modelo no
se toca. Pero su gente, y las ONG, y el Polo y muchos más seguían con el
cuento de la transformación del país, mientras Uds. negociaban no solo a
puerta cerrada sino en secreto.
2) Ese fue el otro
error, el proceso de Uds. fue un proceso a espaldas de la gente. Las
organizaciones populares, los campesinos, los ambientalistas que hoy
luchan contra la depredación minera, no estaban presentes, las mujeres,
los gays etc. Sí, es cierto que muchas organizaciones fueron a La Habana
a hablar con Uds. Pero presentar una propuesta a Uds. no es lo mismo
que participar en el proceso. A fin de cuentas, nadie explica porque
Uds., a espaldas de los campesinos, negociaron la tierra y aceptaron el
modelo neoliberal, o porque Uds., a espaldas de las Madres de Soacha,
negociaron la impunidad para los verdugos de sus hijos. ¿En nombre de
qué apropiaron el derecho de esas mujeres de exigir justicia cuando sus
hijos, tal como ellas dicen, no eran víctimas del conflicto sino del
Estado? Uds. no participaron en esos sucesos, no tenían autoridad moral
de negociar el futuro de las víctimas que no eran miembros ni base
social de su organización.
3) Cuando negociaron el tema agrario, Uds. optaron como buenos farianos
por prebendas y migajas. Pensaban que negociar hectáreas y proyectos
para una base social les favorecería. Jamás plantearon una discusión
siquiera sobre las estructuras de poder en el campo y el modelo agrario.
De hecho, el último punto del Acuerdo Agrario son más migajas para
mitigar el daño del modelo neoliberal explícitamente aceptado en ambas
versiones del acuerdo. [8] Por cierto, ese punto es contrario a las reglas de la OMC y jamás se puede implementar. Estoy seguro que nadie se los dijo.
4) Cuando aceptaron un acuerdo de justicia que les equiparaba con lo
que se consideraban elementos criminales dentro de las fuerzas estatales
(y no las fuerzas estatales como tal) Uds. aceptaron un trato de
criminales comunes. Haber insistido en su reconocimiento como rebeldes y
el derecho a la rebelión.
5) Uds. creyeron en la buena
voluntad del Estado, un estado que masacró durante más de 50 años a la
población civil. Es un error político de proporciones monumentales. No
solo lo creyeron, promocionaron esa idea entre la sociedad. No existía
el más mínimo indicio para creer en la buena voluntad del Estado.
6) En el tema de la justicia Ud. Sr. Márquez
confiaba plenamente en las prebendas jurídicas que negociaba, jamás
pensaban que podría pasar lo de Santrich, así nunca se planteó garantías
judiciales para la masa de la población sino unas prebendas para Uds.
Uds. negociaron una “garantía” a medias frente a la extradición en vez
de exigir un cambio sustancial en los procedimientos de extradición.
Exigir que cualquier extraditado tenga unas garantías no es mayor cosa.
En muchos estados capitalistas el país que solicita la extradición tiene
que presentar indicios razonables, establecer un caso prima faciecontra el sindicado. Pero Uds. prefirieron negociar unas ventajas para Uds. y no para la sociedad en su conjunto.
La carta demuestra que Iván Márquez,
por el momento, no representa una oposición política al Acuerdo de La
Habana sino su continuación con prebendas más seguras y sólidas en
materia jurídica para él y sus militantes. No plantea ninguna reforma de
la justicia, de las cárceles. La paz para él depende de la posibilidad
de seguir en la legalidad y de unas garantías para sus militantes con el
fin de evitar que vuelvan a empuñar las armas. No plantea ninguna
alternativa para la población, sino que nos entreguemos a un acuerdo que
no promete nada. Lo de Márquez no es ninguna lectura crítica del
proceso, sino una decepción personal ante lo que él determina en su
carta como una traición al acuerdo.
Las Reacciones
Pues la carta sorprendió a muchos, y al parecer al partido de la FARC también. Los pazólogos salieron a decir que Márquez
tiene razón frente a los incumplimientos y la inseguridad jurídica.
Pero como son los mismos “expertos” que nos decían que el acuerdo de paz
en Colombia sería distinto a todos los demás firmados en el mundo, que
las FARC eran los más verracos y que el acuerdo iba a transformar a
Colombia, podemos descartar sus apreciaciones respecto a la carta de Márquez. No saben valorar nada críticamente, y temen que las críticas de Márquez
animen a otros a mirar más de fondo a los problemas del Acuerdo de La
Habana. Las reacciones del partido de la FARC son más importantes y más
interesantes, siendo Márquez el exjefe del equipo negociador de
las FARC. Primero dicen que son opiniones personales. Eso es cierto,
pero no son las opiniones personales de cualquiera sino de Iván Márquez y Oscar Montero.
Dicen ellos nunca concibieron la firma como el fin de la lucha política
y social en el país. Puede ser, pero declararon un nuevo mundo, que el
Estado les iba a cumplir y el país sería transformado. En su rueda de
prensa hacen referencia a una declaración política de la FARC donde
lamentan que “ La Reforma Rural Integral no se ve por ninguna parte, al
tiempo que se crece el propósito de reemplazarla con proyectos que sólo
apuntan al interés de grandes empresarios.” En eso coinciden con Iván Márquez y
se equivocan de la misma manera. El acuerdo firmado por las FARC
contempla abierta y explícitamente la agroindustria, la economía de
escala etc. En la página 12 del acuerdo se afirma lo siguiente:
“Desarrollo integral del campo
: el desarrollo integral del campo depende de un adecuado balance entre
las diferentes formas de producción existentes – agricultura familiar, agroindustria,
turismo, agricultura comercial de escala-; de la competitividad y de la
necesidad de promover y fomentar la inversión en el campo con visión
empresarial y fines productivos como condición para su desarrollo; y
de la promoción y fomento, en condiciones de equidad, de
encadenamientos de la pequeña producción rural con otros modelos de
producción, que podrán ser verticales u horizontales y en diferente
escala. En todo caso se apoyará y protegerá la economía campesina,
familiar y comunitaria procurando su desarrollo y fortalecimiento.”
(Énfasis fuera del original)
Y respecto a los proyectos el acuerdo dice en la página 33, punto 1.3.3.6:
“Asociatividad: el Gobierno fomentará y promoverá la asociatividad, encadenamientos
y alianzas productivas entre pequeños, medianos y grandes productores
así como con procesadores, comercializadores y exportadores con el fin
de garantizar una producción a escala y competitiva e insertada en
cadenas de valor agregado que contribuyan a mejorar las condiciones
de vida de los habitantes del campo en general y en particular de los
pequeños productores. Para ello brindará asistencia técnica, jurídica y
económica (crédito o financiamiento) a los pequeños productores con el
fin de garantizar proyectos de economía familiar y asociativos,
equilibrados y sostenibles.” (Énfasis fuera del original)
Pero los aspectos políticos son más importantes y dentro de esos la
cuestión de la seguridad jurídica para los exmilitantes de la guerrilla
de las FARC. En la rueda de prensa convocada por la FARC a raíz de la
carta de Márquez, Carlos Antonio Lozada afirma que:
“Mal
pudiera salir yo a decir que no hay condiciones ni garantías y estar
sentado en la sala de prensa del Senado en una rueda de prensa, eso
sería contradecirse a uno mismo. Nosotros lo que estamos diciendo es que
el proceso tiene dificultades, la implementación no ha sido consecuente
por parte del Estado, pero hay unos espacios indudablemente que se han
ganado que lo valoramos, que son espacios muy importantes para lograr
avanzar en la implementación de los acuerdos de paz.” [9]
Tiene razón, él está sentado en el Senado y hasta el momento no han
intentado hacerle nada. La Unión Patriótica gozaba de esas mismas
garantías hasta que comenzaron a asesinar a sus militantes, luego los
concejales, los diputados y senadores y hasta dos candidatos
presidenciales como hoy asesinan a desmovilizados y dirigentes sociales.
Puede que el Estado decida que no hace falta asesinar a los senadores
de la FARC, pues tan arrodillados ¿para qué? Pero la preocupación de Márquez es real, no solo piden en extradición a Santrich sin prueba alguna, centenares de farianos siguen presos, a pesar de lo acordado y la actitud pusilánime de Timochenko y la FARC respecto al caso de Santrich haría dudar a cualquiera no solo del sistema judicial sino de la “resistencia y oposición” de sus camaradas.
Las críticas de Joaquín Gómez y Bertulfo Álvarez
son más políticas. Pero las de Márquez también indican que todo no está
bien en las filas de la FARC. Sin embargo, Márquez se aferra al Acuerdo
de La Habana como un hombre ahogándose y agarrando a cualquier cosa
para mantenerse a flote. Hay que romper con la FARC. Las cartas de Márquez y Joaquin Gómez
y compañía, demuestran una inconformidad con el partido y su
entreguismo, pero no rompen con el Acuerdo de La Habana, no hacen un
análisis crítico de lo que ocurrió, su contenido real y sus impactos.
Siguen creyendo que firmaron un acuerdo bueno y además en el caso de Márquez, finaliza su carta suplicando a la intervención de los congresistas. Pero la pelea es peleando, algo que Joaquín Gómez y Bertulfo Álvarez
parecen reconocer. Así ¿vamos a suplicar a los poderes del país que
sean decentes o vamos a luchar para transformar el país? Luchar por un
país nuevo no significa regresar al monte, pero sí significa romper con
la FARC, el Acuerdo de La Habana y la institucionalidad burguesa. Frente
a esto Joaquín Gómez y Bertulfo Álvarez dicen:
“39. Gran parte de los errores, inconsistencias y desviaciones tanto en
lo teórico como en lo práctico parecen derivarse de postulados tan
absurdos no solo bajo la lupa de la teoría revolucionaria sino desde la
perspectiva científica misma, como el que aparece en los primeros
párrafos del llamado programa estratégico que asegura sin ningún
remordimiento: “Hemos optado luchar dentro de ese orden, no para
preservarlo, sino para mejorarlo y sobre todo para superarlo.” 40. Sin
embargo, es claro que para mejorarlo nos veríamos obligados a
preservarlo, lo que sería absurdo si realmente buscamos superarlo. 41.
De allí se deriva la entelequia de centrar el trabajo político en el
mejoramiento y perfeccionamiento funcionalistas de los espacios
institucionales. 42. De allí que se pretenda desplazar la visión
científica de la sociedad y la misma lucha por el socialismo por la
difusa promesa del advenimiento de una “nueva sociedad”, “orden social
alternativo” o “sociedad alternativa”, malabarismos que por su puesto
buscan restarle importancia al Partido en la conducción del proceso
revolucionario y justificar así su ambigua configuración actual.”
La FARC como partido, no tiene nada de revolucionario. Es un partido
abiertamente y irreconociblemente no solo reformista sino
institucionalista. Me acuerdo de una conversación con un amigo
exintegrante de la guerrilla de las FARC y le pregunté quien pensaba iba
a ser el Villalobos de Colombia. Sin vacilar escupió de una el nombre
de Pastor Alape. No hay duda, y hasta la carta de Joaquín Gómez lo insinúa, Pastor Alape
va ganando la carrera para ser el Villalobos colombiano, pero la verdad
es que en muy poco tiempo parece que todo el partido se ha convertido
en Villalobos. Valga recordar que Villalobos es un excomandante del FMLN
de El Salvador quien hoy día es un neoliberal convencido y un
derechista sin tapujos e integrante del mismo centro de pensamiento
ultra derechista de la actual vicepresidente de Colombia Marta Lucía
Ramírez. Por allí va la FARC, es la hora de romper con ellos y su
acuerdo Sr. Márquez. Toma el paso. La lucha por el socialismo no
pasa por suplicas al Congreso sino por animar a los campesinos, los
obreros, las mujeres, los estudiantes que tomen lo que les corresponde.
[1] Márquez, I. y Montero, O. (22/09/2018) Carta Abierta a la Comisión de Paz del Senado página 1.
[2] RCN Radio (27/09/2018) Fiscal responde a JEP que no tiene pruebas sobre el caso Santrich www.rcnradio.com [
3] El Tiempo (21/04/2018) Quien infrinja la Constitución y la ley debe asumir las consecuencias www.eltiempo.com
[4] Gómez, J. y Álvarez, B. (s/f) Carta al Pleno de la FARC. Página 1
[5] Márquez, I. y Montero, O. (22/09/2018) Carta Abierta a la Comisión de Paz del Senado páginas 3-4-
[6] Márquez, I. y Montero, O. Op. Cit. Página 3.
[7] Ibíd., página 4.
[8]
Punto 1.3.4 del Acuerdo de La Habana en su último inciso afirma “
Adicionalmente, la provisión de condiciones e incentivos a la producción
y a la comercialización, incluyendo, cuando sean necesarios, apoyos
directos para el fortalecimiento productivo, con el fin de que en la
economía campesina, familiar y comunitaria se eviten o minimicen los
impactos negativos que supongan la internacionalización de la economía y
la liberalización del comercio.”
[9] Rueda de Prensa de la FARC
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