¿Es sano luchar contra la corrupción? Sin dudas: sí. Pero
¿para qué esa lucha? En Guatemala: ¿qué significa eso en estos momentos?
En realidad, ¿quién hace esa lucha?
Sabemos que hace un par de años esa consigna fue lo que movilizó a una buena cantidad de población. La consecuencia
de ello fue la salida del poder del entonces binomio presidencial Pérez
Molina/Baldetti. Y en su reemplazo, un “raro” proceso electoral donde,
contrariando pronósticos, se impuso una figura mediática utilizada como
comodín: el comediante Jimmy Morales. Si bien nunca quedó claro con
documentos que lo atestiguaran en forma explícita, todo indicó que se
trató de una movida de la geoestrategia de Washington para “limpiar” el
Triángulo Norte de Centroamérica (en Honduras pasó algo similar) de
mafias políticas, abriendo una iniciativa de reconquista conocida como
“Plan Alianza para la Prosperidad”, supuesto proyecto para transparentar
las corruptas instituciones del Estado (que significa, en realidad,
asegurar férreamente su Frontera Sur).
La prosperidad nunca
llegó… ¡ni va a llegar! El agente clave en esta “lucha frontal contra
la corrupción” fue la Comisión Internacional Contra la Impunidad
–CICIG-, de la ONU, liderada por el colombiano Iván Velásquez, y
financiada por Estados Unidos y la Unión Europea.
Esta
Comisión cumplió con su mandato y encontró interminables casos de
corrupción en las esferas del Estado. Pero de los grandes factores de
poder económico (nucleados en el CACIF -Comité Coordinador de
Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras-), de lo
que en su momento se llamó la “Línea 2”, es decir: los empresarios que
se beneficiaron impunemente de la corrupción de la Línea 1, no se ha
pronunciado nunca. Ni, todo indicaría, se va a pronunciar. La
corrupción, pareciera ser dentro de esta lógica, está solo en algunos
agentes estatales. Los desmanes de la empresa privada (salarios de
hambre, muchas veces sin que se pague siquiera el salario mínimo, impune
contaminación del ambiente, explotación en todo su esplendor) no entran
en su mandato.
Lo que queda claro es que hay un
enfrentamiento entre el proyecto de Washington y los nuevos sectores
económicos ligados al Estado contrainsurgente de años atrás, mafiosos y
corruptos, en general vinculados a altos cuadros del ejército (de donde
venía el ex mandatario Pérez Molina, ahora preso). El presidente Jimmy
Morales es, en realidad, operador político de estos sectores.
Ahora se da la curiosa situación en que la Embajada de Estados Unidos
(y países de la Unión Europea) manifiestan su intención de mantener esa
pretendida lucha frontal contra la corrupción, apoyando a la CICIG,
encontrándose una vez más con una presidencia díscola, que responde a
los sectores mafiosos (narcotráfico, crimen organizado, contrabando,
corruptos contratistas del Estado). Y un CACIF y una oligarquía nacional
que se encuentran en el medio del combate, que no quieren tomar
distancia de los dictados de Estados Unidos, pero que están temerosas de
las investigaciones (porque se le pueden encontrar “ilícitos”,
obviamente). Esa particular situación generó una crisis palaciega, donde
el presidente Morales pidió la expulsión del país del Comisionado Iván
Velásquez.
Gran crisis política. De hecho, el presidente
destituyó a su equipo de la Cancillería: el canciller Carlos Morales,
quien se negaba a la expulsión de Velásquez, y el vicecanciller, Carlos
Martínez. La crisis provocó la renuncia de un par de ministras: Aura
Teleguario, de Trabajo y Previsión Social, y Lucrecia Hernández Mack, de
Salud. Gran crisis política que se continuó con el amparo presentado
por la sociedad civil contra la expulsión del Comisionado Velásquez,
amparo que fue aceptado por la Corte de Constitucionalidad y deja su
salida en suspenso. Crisis, por otro lado, que se amplía con la
declaratoria de preocupación que manifiestan los países europeos y,
fundamentalmente, Estados Unidos, quien amenaza con no otorgar la ayuda
económica del Plan Alianza para la Prosperidad si se mantiene la
decisión de Jimmy Morales. (Pero… ¿la ayuda está condicionada entonces?
¿Es ayuda eso?).
Crisis que ha dejado al comediante
Morales, ahora primer mandatario, en una gran soledad, teniendo en
contra numerosas instituciones, desde la Iglesia Católica a la
Universidad de San Carlos, de medios comerciales de comunicación a un
cuerpo diplomático (incluida Naciones Unidas) que ve con preocupación la
declaración de non grato del titular de la CICIG.
Crisis, finalmente, que encuentra a una población indignada que vuelve a
salir a la calle, pidiendo ahora la renuncia del mandatario.
¿Se está ante un momento pre-revolucionario? No parece. La lucha contra
la corrupción tiene un alcance limitado, muy limitado. Si se trata de
mandar presos a unos cuantos funcionarios corruptos, eso ya se está
haciendo, y la situación de la gran mayoría de guatemaltecos sigue
exactamente igual. Si se va Jimmy Morales asume su vicepresidente,
Jafeth Cabrera (acusado de tremendos actos de corrupción en la
universidad pública). ¿Más de lo mismo?
Lo que preocupa es
que caen presos solo los corruptos de un lado (la Línea 1), pero los
“otros corruptos”, la Línea 2, siguen tranquilos. Y las mayorías
populares… siempre “bien, gracias”.
Por lo que se ve, no
hay fuerza en el campo popular ni en las instancias de izquierda para
llevar más lejos esta indignación. En otros términos: es una lucha
palaciega entre mafias. La población de a pie no parece en condiciones
de llevar esto a un proceso de transformación más profundo.
En medio de todo esto, es oportuno leer con detenimiento un comunicado
que está circulando por allí. Es curioso (¿patético?) que en estos
momentos converjan en un mismo interés el gobierno de los Estados Unidos
y la población de a pie, e incluso las izquierdas. ¿Cómo entender la
crisis? ¿Cómo hacer para ir más allá de la destitución de este actor que
actuó durante un par de años –con mala actuación, por cierto- de
presidente no corrupto?
“COMUNICADO URGENTE:
quiero pedirle por favor a mis amigos de la URNG, CODECA, Unidad
Socialista, Winaq, CONVERGENCIA, al PSU, los de Ajoder, al PSOCA, los
sindicalistas, el magisterio nacional, a mis cuates anarquistas y a los
grupos de la nueva izquierda guatemalteca que por favor no anden
suplicando que la CICIG goze de completa impunidad para seguir engañando
a la población guatemalteca, me duele ver que a muchos ya se les olvidó
que fueron los gringos junto con los empresarios oligarcas los que nos
han condenado a la miseria y a la ignorancia y esos mismos gringos son
los que financian al sistema de Naciones Unidas y a su brazo mercenario
político de la CICIG, de manera que si ustedes apoyan a estos hijos de
puta entonces no tiene sentido nada de lo vivido por nuestro país. . .
así que por favor, les imploro que recapaciten al respecto. ”
Entonces, ¿cómo hacer para profundizar este movimiento de descontento?
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