Arturo Balderas Rodríguez
Cada vez son más los que
se preguntan si Donald Trump es, en efecto, un conservador o
simplemente un oportunista sin moral ni ética alguna. Tratando de dar
respuesta a esa pregunta, el senador republicano Jeff Flake publicó
recientemente un libro que seguramente dará mucho de qué hablar,
particularmente a los miembros de su partido. En La consciencia del conservadurismo, Flake establece los parámetros a los que un
verdadero conservadordebería ceñirse. En cierta manera, el libro de Flake está inspirado en el libro que Barry Goldwater, a quien considera su mentor, escribió con el mismo título en 1960. El alegato de Goldwater y ahora de Flake tiene origen en la crítica que economistas como Hayek y Friedman han hecho en contra del estado de bienestar ( welfare). Desde su óptica, la intervención y el crecimiento sin límites del Estado coarta los derechos de los individuos y es la consecuencia de que el país se haya perdido en una maraña burocrática como resultado de los excesos de Roosevelt y el New Deal.
Independientemente de lo cuestionable de esos argumentos, la
importancia del libro de Flake reside no necesariamente en ofrecer una
explicación rigurosa sobre la esencia del pensamiento conservador, sino
porque enumera las características que han definido el pensamiento
pragmático de los republicanos. Según el autor, esos principios se han
deslavado en los últimos años y están en vías de extinción con el arribo
de Donald Trump a la presidencia, quien, paradójicamente, fue apoyado
por el mismo partido al que han pertenecido Reagan, Goldwater y el mismo
Flake. Su intención, según expresó en una entrevista, es remover la
consciencia de sus congéneres políticos por el hecho de haber
contribuido al encumbramiento de quien, con su oportunismo, carencia de
ética y moral niega la esencia del Partido Republicano. Es a partir de
estas admoniciones que el propio Flake se pregunta: ¿En qué estaban
pensando los republicanos cuando apoyaron a Trump para llegar a la
presidencia de Estados Unidos? En su pregunta hay también un profundo
reclamo al liderazgo de su partido por haber acep
tado,
acatado e incluso aplaudido las ocurrencias y barbaridades de un
individuo para el que no existe principio alguno más allá de sus
intereses personales y un vulgar egocentrismo. En la elección de 2016,
glosa el autor,
optamos por valores que nunca nos han pertenecido: populismo, xenofobia, extremismo partidista e incluso el espectáculo y la celebridad. Comprometieron nuestra razón de ser y nos llevaron a extraviar el camino, concluye.
Flake no resuelve otras contradicciones que caracterizan al
Partido Republicano con algunos de los valores que él y Goldwater, en su
lógica libertaria, defienden, porque son inherentes a los derechos de
los individuos. Entre ellos están la defensa del aborto y de los
derechos de los homosexuales, enfrentados con la filosofía conservadora
que prevalece en lo más profundo del Partido Republicano. El libro está
lleno de pasajes personales de la vida del autor, lo que no resta
importancia a su planteamiento central: la encrucijada que atraviesa el
Partido Republicano en la actualidad.
Al margen de los desacuerdos con su visión de la política y su
concepción del Estado, no se puede escatimar que a lo largo de sus
páginas hace un reconocimiento a la capacidad de trabajo y honradez los
trabajadores migrantes procedentes de México, así como la necesidad que
Estados Unidos tienen de ellos por el importante papel que han jugado en
su crecimiento económico. Incluye también las conversaciones que ha
sostenido con diversos funcionarios del gobierno mexicano en torno a la
necesidad de revisar y actualizar el Tratado de Libre Comercio de
América del Norte, entre otras cosas, para incorporar a diversos
sectores que en los países firmantes han quedado al margen de sus
beneficios. Revocarlo sin más sería un grave error aseguró.
Por lo agudo de sus observaciones, no sería extraño que el nombre de Flake se mencionara en el marco de la elección de 2020.
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