Guatemala
Con
izquierda política nos referimos al conjunto de organizaciones
políticas (partidos) de tendencia socialista. Es decir, que en sus
ideologías, utopías, programas de gobierno y propuestas jurídicas
plantean la liberación integral de los pueblos de los sistemas de
dominación. La izquierda política, tradicionalmente, son fuerzas
electorales.
Los movimientos sociales, también denominadas
izquierda social, son articulaciones (sujetos) sociales, alrededor de
demandas comunes, que rechazan sistemas de dominación desde las calles.
Son fuerzas sociales que saben lo que no quieren, aunque no siempre
tienen claro lo que quieren (propuestas), mucho menos el cómo alcanzar
lo que quieren. Es decir, son fuerzas sociales anti neoliberales y anti
sistema imperial. Cuando cuentan con un instrumento político se
transforman en fuerzas sociopolíticas.
En América Latina del
pasado siglo, la izquierda política se planteó la posibilidad de tomar
el poder por la vía armada, porque los estados oligárquicos no la
reconocían como sujeto político.
Posteriormente, cuando se
institucionalizaron las democracias representativas neoliberales (en
muchos casos, luego de las firmas de acuerdos de paz entre las
guerrillas y los estados-ejércitos), la izquierda política (con
partidos políticos propios) ingresó en contiendas electorales, y, en no
pocos casos, terminaron fortaleciendo democracias del cartón o
democracias representativas excluyentes.
En países como
Guatemala, la democracia representativa neoliberal, luego de la firma
de los Acuerdos de Paz (1996), recrudeció aún más el colonialismo
interno y externo. Empobreció, como nunca antes, a las grandes mayorías
utilizando con descaro el aparato estatal.
En Guatemala, con
la firma de los Acuerdos de Paz, la izquierda política comenzó a formar
parte del Congreso Nacional con sus diputados. ¿Qué impacto
significativo tuvo la presencia de la izquierda en el Congreso Nacional
en aras de los ideales revolucionarios? ¿Por qué la izquierda política
se debilitó incluso electoralmente en el transcurso de su participación
política en el Estado? ¿Ante quién rindieron o rinden cuenta de sus
gestiones los diputados revolucionarios? Son preguntas válidas y
legítimas.
Tradicionalmente la izquierda política era la
vanguardia revolucionaria. La izquierda social, la masa amorfa. La
primera le marcaba el ritmo y el horizonte ideológico al segundo. Pero,
ahora, esa correlación entre la izquierda política y los movimientos
sociales se encuentra muy debilitada.
La izquierda política
tradicional (proveniente de las experiencias guerrilleras) se encuentra
ideológica, estratégica y tácticamente silenciada. Los movimientos
sociales (o la izquierda social), incluso sin una articulación
nacional, desde las comunidades se encuentra en una frontal lucha
desigual contra los agentes del sistema neoliberal.
La
recuperación de los bienes comunes privatizados, la defensa de la Madre
Tierra, del agua, de los bosques, de tierra y territorio, de los
derechos colectivos e individuales aglutina y dinamiza, de manera
simultánea, espontánea y multitudinaria, a indígenas, campesinos,
jóvenes y mujeres molestos con el sistema neoliberal.
Mientras la izquierda política tradicional de traje y corbata,
moderados y bien portados con la democracia representativa, reditúa un
antaño discurso de la lucha de clases, en la Guatemala racista y
multicultural, indígenas y campesinos organizados comienzan a marcan el
ritmo y la agenda política del país desde las calles y resistencias
comunitarias, exigiendo una democracia participativa para repensar un
nuevo país. Son la vanguardia de resistencia social en estos tiempos.
Quizás la izquierda social de Guatemala no tenga claro lo que quiere,
pero lo que está claro es que no quiere el sistema neoliberal
(visibilizado en las hidromineras), no quiere la democracia
representativa corrupta y excluyente, no quiere al aparente Estado
racista y abusivo. Esta izquierda social de indígenas y campesinos
suple su carencia discursiva y estratégica con experiencias y logros de
procesos de cambios del Sur que se filtran vía medios alternativos.
La izquierda política de Guatemala tiene el gran reto no sólo de
transitar hacia una democracia participativa sino de redefinir su
discurso ideológico involucrando nuevos contenidos (demandas de los
movimientos sociales) y nuevos sujetos políticos colectivos
(movimientos y comunidades en resistencia).
En Guatemala no
hay proletarios. Lo que hay son indígenas discriminados y expulsados de
sus territorios, campesinos sin tierra y empobrecidos, mujeres
humilladas, y juventud desempleada o trabajando como neoesclavos. Si la
izquierda política no se hace pueblo en resistencia, no se hace parte
de la dinámica de los movimientos sociales beligerantes, éstos
terminarán creando y consolidando su propio instrumento político
(partido) para convertir su mayoría demográfica en mayoría política en
las urnas.
Los ex comandantes y diputados de traje y corbata
tienen que volver hacia las montañas para desaprender y aprender de las
nuevas dinámicas y proyectos de país emergentes en las comunidades en
resistencia. Esto también es parte de la mística revolucionaria.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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