Carlos Maldonado
En una de las páginas que alberga las notas internacionales de un periódico de mi país, Guatemala, la cual cita como fuente a El País de España, se “informa” que “Los palestinos recriminan a Siria el asalto a Latakia”, en alusión al campo de refugiados Al Ramel donde viven miles de ciudadanos de esa nacionalidad que fueron acogidos por Siria ante la represión y expulsión a manos del estado sionista a raíz de la usurpación de su territorio desde 1948. Sin embargo, ayer en Telesur se informó todo lo contrario. Las autoridades palestinas comprobaron que nada de lo informado por la vena informativa imperial que pasa por este medio, El País de España, era verdad, desmintiendo oficialmente que esa agresión se haya consumado.
Nos encontramos pues ante otra “desinformación” y tergiversación expresa con el ánimo de insuflar los ánimos adversos, en la opinión pública, hacia Siria. No obstante, esa “preocupación” mediática, los bombardeos contra Libia continúan, con su cauda de muertos y heridos civiles, desmintiendo en la realidad el argumento de las potencias comprometidas en los ataques, que se fundamentaban en que estos eran para liberar a los libios de su “tirano”. Pero más espurio, el papel que juega el Secretario General de la Organización de Naciones Unidas –ONU-, el coreano del sur Ban Ki Moon, quien, siguiendo el mismo libreto contra Libia, hoy se pronuncia amargamente sobre los sucesos de Siria pero guardándose de mencionar las fechorías que sus amos –las potencias occidentales – están realizando en la nación nor-africana, mucho menos sobre Somalia donde el hambre y la enfermedad hacen de las suyas en los campos de refugiados.
La descarada y desfachatada genuflexia del Secretario General de la ONU solo acarrea más sufrimiento a los pueblos agredidos por las potencias aglutinadas en el Consejo de Seguridad, específicamente Estados Unidos, Francia y Reino Unido pues, en vez de mediar en los conflictos y respaldar a través de su figura la paz y el diálogo, con sus declaraciones condena a unos y favorece a otros, introduciendo un elemento disociativo que vuelca la balanza a favor de la agresión de esas potencias cuyos intereses mezquinos en la zona están más que claros. Ban Ki Moon pareciera más un “empleado” de las potencias agresoras que un funcionario que se debe a una organización multilateral. Por ello, los demás países miembros, debieran cuestionar seriamente su proceder y barajar la posibilidad de su defenestración.
El mundo civilizado no puede darse el lujo de estar permitiendo, mucho menos promoviendo, guerras que sabemos perfectamente que afectan a los más pobres y vulnerables y siguen enriqueciendo a los más ricos, especialmente a los de la industrias de armas, a las farmacéuticas, las extractivas que incluyen a las de los metales y a los grandes especuladores internacionales que con estos conflictos postergan un tanto la crisis de sobreproducción que se da, como contradicción intrínseca e inherente al capitalismo, cuando niega a los miles de millones que debieran consumir sus mercancías, en su lógica sistémica, al convertir a la mayor parte de la unidad en una masa enorme de pobres y famélicos. El sistema que necesita de fuerza laboral casi esclava hoy por esa ambición, la ha arrojado a la mendicidad e improductividad, incluyendo a la población que habita sus otrora centros de poder y metrópolis. Paradojas de la vida.
Una contradicción fundamental que tendrá que ser resuelta de manera estructural y radical. Y, usted debe saber que esa es una condición ingénita para cualquier fenómeno del universo, incluyendo el social.
Lo que nos lleva a ver como el capitalismo se ha metido en un gran embrollo irresoluble bajo su marco de producción, distribución y consumo. O sea, el capitalismo en su laberinto.
Lic. Carlos Maldonado
Colectivo “La Gotera”
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